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Un acuerdo político que desafía el plazo

Desde 1993 no se había acordado con todos los intendentes una forma de pacto fiscal con impacto político como el que se firmó en Chos Malal. Es un desafío a la cultura de que el Estado puede todo, no solo en los servicios

El gobernador Rolando Figueroa les juntó la cabeza a los 57 intendentes y comisiones de fomento para que firmen un documento de 19 puntos en los que se comprometen a portarse bien, no gastar más de lo que pueden y buscar financiamiento para obras o servicios.

Este compromiso – si se cumple- rompe paradigmas que se afincaron con el Movimiento Popular Neuquino con diferentes matices. Si bien no tiene la traducción legal de aquel 12 de mayo de 1993 cuando el entonces gobernador Jorge Sobisch acordó cómo se iba a distribuir plata entre los municipios, los gobiernos provinciales fueron ambivalentes en la relación con los intendentes y sobresalió el sistema de látigo y billetera con aquellos que no eran del partido que debieron arreglárselas sin el ducto de plata que tuvieron alguno de los propios (no todos, hay que decirlo) que se llevaron el premio al despilfarro.

Desde aquel pacto de 1993, pasó una historia institucional y hoy el gobernador dice que no tiene ningún compromiso previo porque, encima, tiene muy pocos jefes comunales propios a los que podría ayudar con dinero sin que se note mucho. Dice que no lo va a hacer. La ayuda para paliar la quita del subsidio para el servicio de transporte (que no incluyó a Neuquén capital) será temporaria.

El déficit de los municipios es equivalente al del Instituto de Seguridad Social del Neuquén en un año, unos 100 millones de dólares. Salvo en sitios donde la actividad económica le da sustento desde el sector privado, hay localidades en las que el Estado provincial y el municipal son los únicos empleadores. Esto generó cierta cultura del mal uso de la planta permanente que queda para el que viene a hacerse cargo o la mal entendida promoción donde el Estado debe desde fabricar dulces hasta administrar lugares de alojamiento.

Dos aspecto pintan este esquema, uno es histórico y el otro actual. Un integrante del gabinete del gobernador detecta que hay un paraje donde, a diferencia de todos los vecinos, había una cultura de crianza de un ave de corral, pero que, para llegar al mercado, debían tener un lugar para faena que cumpliera normas bromatológicas. Lo convenció al gobernador de que el Estado se iba a hacer cargo de construirla, inaugurarla y, por supuesto, nombrar personal para que haga la tarea pagado por la provincia. La solución, pensada desde la obtención del desarrollo, no funcionó cabalmente porque había más empleados en la planta que granjeros, quienes optaron por seguir faenando bajo los sauces. Era cara, estaba cerrada por causas ajenas, y el escritorio donde se debía reclamar quedaba a más de 400 kilómetros.

La otra muestra del peso del Estado en la actividad económica son las cinco hosterías de la zona norte que tienen más de un empleado por cada cama, una plantilla que supera a los hoteles cinco estrellas que tienen un empleado por cama y las hosterías no tienen esa categoría. El diagnóstico que realizó el ministerio de Turismo determinó que se requieren inversiones para poner en óptimas condiciones los edificios que adolecen de falencias. La pulsión por desarrollar turismo de los gobiernos provinciales con plata del Estado tiene muestras que es mejor esconder, como el abandono de Ruca Malen y Sol de los Andes, la discontinuidad del parque de nieve en Wayle, el hotel turismo de Chos Malal y, más cerca en el tiempo, la hostería de Primeros Pinos que fue vandalizada.

Figueroa es absolutamente consciente que no podrá disponer de fondos extra a lo que le corresponde por coparticipación y, encima, se quedó sin unos 200 millones de dólares en obras que fueron cortadas en forma abrupta por la administración de Javier Milei. Eso transmitió a los intendentes: deberán buscar plata de otro lado, habrá ayuda a cuentagotas de Provincia. Logró, dice, equilibrar las cuentas del ISSN con la suba de aportes y contribuciones y bajar la pretensión del Poder Judicial. Todavía falta el acuerdo con los gremios estatales, el hueso más duro de roer.


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