Otro horizonte
por: DANIEL MARZAL
dmarzal@rionegro.com.ar
Aunque la elección del domingo sólo jugó candidaturas al Congreso nacional, tuvo consecuencias indudables sobre la dinámica política del municipio.
Antes y después del llamado a las urnas el intendente Alberto Icare se esmeró en despegar su suerte del resultado. Pero es obvio que parte del mensaje fue para él y ya nada será como antes.
Un factor que abona esa lectura es la contundencia de la derrota sufrida por la alianza de la que forman parte la UCR y el partido SUR, creado y presidido por el intendente. Muchos señalaron que la imagen del presidente Kirchner fue el factor decisivo, pero otros recordaron que la Alianza ganó en Roca o Viedma lidiando contra el mismo adversario.
En el ámbito exclusivamente local la consecuencia más visible fue la renuncia de Beatriz Iparraguirre a la secretaría de Desarrollo Social del municipio.
La salida de quien fue candidata a diputada en segundo término por la Alianza parece ensombrecer el peso que dentro del icarismo tendrá de ahora en más el sector representado por su esposo, el legislador Aníbal Hernández.
En la vereda de enfrente el principal referente es el secretario de Gobierno, Adolfo Fourés, a quien muchos señalan como el principal factor de discordia interna.
La difícil convivencia en los pasillos del Centro Cívico tuvo mucho que ver con otras deserciones recientes como las del secretario de Turismo, Guillermo Estévez, y el secretario privado del intendente, Carlos Cañiú.
Icare sabe que su equipo está desacreditado y sin reacción. Pero su prioridad fue descomprimir los conflictos y dijo que no promoverá una renovación del gabinete hasta el próximo 10 de diciembre, cuando piensa relanzar su gestión.
La nueva etapa tendría que fundarse no sólo en un equipo con nombres nuevos (en el que seguramente no habrá grandes sorpresas) sino en una ejecutividad distinta, que ofrezca respuestas a las demandas urgentes que siguen desatendidas.
Una solución para la Barda del Ñireco, el referéndum por el Centro de Convenciones, la obra pública y la política turística, son algunas de las cuentas pendientes. Esto sin hablar de un proyecto estratégico de mediano plazo, que hasta ahora parece no entrar en el diccionario de Icare.
Muchas posibilidades se abren en adelante y lo mejor para la ciudad sería que los estados de ánimo post electorales decanten en una reflexión superadora.
El mapa político deja algunas certezas que en estos días reconocieron incluso varios de sus actores principales. A saber:
– Icare eligió mal. Involucrarse a tal punto en una elección para diputados nacionales no le sumaba gran cosa y -está visto- le atrajo un costo desproporcionado.
– Su error de cálculo deja como consecuencia un escenario abierto para Bariloche, con un 2007 sin candidaturas delineadas.
– El futuro de SUR como partido vecinal es una incógnita. Todos sus miembros reconocen el liderazgo de Icare, pero por detrás crecen las rencillas internas, favorecidas por la actitud dubitativa del conductor.
– Una ambigüedad parecida fue la que lo dejó descolocado en su relación con Kirchner. A pesar de que no hace mucho se decían amigos, lo esperable es que el propio presidente ponga distancia, dado su natural interés en rodearse de quienes le son fieles y además ganan elecciones.
– La relación del intendente con la UCR local, mientras el comité esté presidido por Hugo Castañón, será de confrontación permanente y significa un obstáculo serio para la continuidad de la Alianza.
En cuanto al municipio, para saber cómo sigue la historia no habrá que esperar hasta el 2007. La pulseada política volverá a abrirse en unos meses con las elecciones para reformar la Carta Orgánica.
El llamado a las urnas sería para abril o mayo. Casi con seguridad, SUR aprovechará la ocasión para medir fuerzas en soledad. El radicalismo presentará sus propios candidatos y lo mismo harían el Frente Grande y el PJ, aunque después acuerden unir fuerzas en la convención.
Más allá de los afanes de revancha y las ambiciones que allí jueguen, lo esperable es que nadie pierda de vista que por muchos años no habrá una mejor oportunidad para pensar las políticas de Estado que la ciudad necesita.
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