“Pobreza estructural”
Sobre este tema hay una profusa bibliografía y miles de criterios para definirla, solamente haré una referencia a ello para desarrollar mi mirada sobre el tema.
Pobreza estructural es un concepto emergente, en el que se combinan dos criterios para medirla, uno de ellos contempla la línea de pobreza e imputa la condición de pobre a la población que recibe ingresos insuficientes para sustentar el costo de un estándar mínimo de consumo y el otro es el enfoque de las necesidades básicas insatisfechas (NBI), que describe a la pobreza en relación a carencias inherentes a ella, como ser: vivienda, nutrición, acceso a la salud, educación, indicadores independientes a la del ingreso. La pobreza crónica o estructural se refiere a deficiencias de infraestructura y de ingresos. Como indiqué en un principio, existe una amplia bibliografía al respecto, investigaciones que aportan datos exactos y estandarizaciones de la pobreza –números fríos que indican la real situación–.
En este punto sería lógico preguntarse cómo se llega a esto, ¿cómo es que en los 70
–denunciado entre otros por Pablo VI– el 35% de la población mundial disfrutaba del 65% del PBI mundial (conjunto de bienes y servicios que se producen en todo el mundo) y, por el contrario, el 65% restante disfrutaba tan sólo del 35%, para que esa relación sea hoy del 18% y 82% respectivamente? Si en números redondos pensamos que la población mundial es de 7.200 millones y el PBI es de 72 billones (con doce ceros), saquen ustedes sus propias conclusiones.
En sentido genérico, cada niño que nace necesita, para tener un desarrollo psíquico-físico equilibrado, amor, buena alimentación, mucho cuidado, una constante estimulación y referentes “sanos” en quienes espejarse… Los primeros años de vida –digamos siete– son fundamentales en tal sentido. Desde el hogar se comienza a “formar el hombre del mañana” y la educación formal impartida en las instituciones educativas y el resto de las instituciones culturales complementa tal acción.
Pensemos ahora un instante en la línea del tiempo que significa “una vida” de alguien que nace en un hogar carente de amor, de alimentación, de cuidados, de estimulación; alguien que además de necesidades básicas insatisfechas está expuesto a violencia familiar, a contagio de enfermedades –muchas de ellas erradicadas en el mundo entero pero que reverdecen simplemente por la falta de agua potable–, seguramente nos encontraremos con un “sujeto” deshumanizado, marginado, quien por su estructura psíquica y educación seguramente se convencerá de que jamás abandonará esa posición, que no tendrá ninguna posibilidad de revertirla. Entonces, muchos de ellos, jóvenes que a temprana edad sienten que ya no tienen futuro, son atrapados por el mundo de las drogas, el alcohol y la delincuencia. Un amigo de la infancia en una oportunidad me dijo al respecto: “Gringo, tenés que pensar que cuando nosotros éramos jóvenes teníamos futuro, en cambio el futuro de muchos de los jóvenes de hoy no pasa del sábado a la noche”.
Estoy convencido de que todo este derrumbe social, producto de la desidia, el facilismo, la “teoría del pobrecito” en el campo educativo, la pérdida de la cultura del esfuerzo, del trabajo y la responsabilidad, es el saldo de prácticamente cincuenta años de gobiernos que efectuaron promesas, incluyendo la idea utópica del actual presidente Mauricio Macri “pobreza cero”, pero que al respecto muy poco o nada hicieron –en el mejor de los casos podría decir que se preocuparon pero no se ocuparon–.
A la pobreza se la combate desde el nacimiento del futuro ciudadano, con la recuperación de la primera célula de la sociedad que es la familia. Y desde el gobierno, implementando las gestiones necesarias para que todos dispongan de una mejor calidad de vida, que cuenten con los “servicios esenciales”, la salud, el trabajo –no subsidios que deshumanizan– y la educación; promoviendo verdadera justicia social para los que realmente la necesitan, la igualdad de oportunidades en términos reales y el cuidado del medio ambiente. ¡Basta de chicos jugando y comiendo en los basurales!
Así como la pobreza tiene una gran cantidad de aristas que la componen y muchas de ellas de características imprevisibles, la solución no es lineal. Se trata de una situación compleja que debe aunar una suma de decisiones. Basta de palabras y de promesas, demos paso a las acciones.
Silvano Giacolla Caruso
DNI 8.119.343
“A la pobreza se la combate desde el nacimiento del futuro ciudadano, con la recuperación de la primera célula de la sociedad que es la familia”.
Silvano Giacolla Caruso
DNI 8.119.343
Datos
- “A la pobreza se la combate desde el nacimiento del futuro ciudadano, con la recuperación de la primera célula de la sociedad que es la familia”.
Comentarios