Diez meses de dolor, sin Daniel

Gualberto Solano permanece en Choele Choel, buscando respuestas sobre su hijo

Todos los días la figura encorvada del hombre recorre cansinamente la ciudad de Choele Choel, desde hace poco menos de 10 meses. Muchos lo han visto entrar en silencio a la iglesia del centro a rezar para que Dios le responda la pregunta que se repite una y otra vez: “¿Dónde estás changuito?”. El rostro moreno, curtido por el calor que le ha dado el norte y marcado por el dolor que le ha dado el sur, Gualberto Solano camina solo por la ciudad donde diez meses atrás su hijo Daniel, de 27 años, desaparecía sin dejar rastros. Al principio fueron las marchas. Las primeras en silencio, poco concurridas. Después en aumento, con llanto, con gritos, apuntando a la policía. También comenzaba el destierro y el dolor para un padre que aún hoy vive un duelo permanente, inconcluso. Daniel llegó al Valle Medio a mediados de octubre del año pasado para trabajar en una empresa frutícola de Lamarque. La madrugada del 5 de noviembre fue visto por última vez, cuando policías adicionales de un boliche lo sacaron del local. La investigación dejó al desnudo distintas situaciones en la región. Se denunció cómo eran traídos y tratados los trabajadores “golondrina”; el hacinamiento de los empleados rurales llegados del norte del país y que se encontraban a dos cuadras del centro de Lamarque en un galpón que no cumplía entonces con las condiciones mínimas para que vivan las personas. Además, quedó en evidencia la relación de efectivos de la Policía con empresas frutícolas de la comarca. Incluso algunos testimonios señalaron que había policías que entraban a las gamelas a despertar a los trabajadores por la fuerza para que salgan a trabajar o a apremiarlos. En muchos casos el miedo pudo más y los trabajadores dejaron la zona sin hacer la denuncia. El caso dio un vuelco cuando el juez Víctor Soto dictó la prisión preventiva de siete policías que terminaron procesados por la desaparición y presunto homicidio de Daniel. Así el hecho trascendió las fronteras de la provincia. A las voces de la familia Solano y sus abogados, se sumaron en contrapunto las de los familiares de los policías detenidos y separados de sus cargos, quienes afirman que existieron numerosas irregularidades y que hay personas presas sin motivo. Pero más allá del tiempo y de las implicancias del hecho, hay una persona que aún recorre la ciudad con la mirada perdida en el horizonte por el dolor que encierra. Es Gualberto Solano, un trabajador norteño a quien manos aún desconocidas lo separaron de su único hijo varón, a quien había criado solo. El hombre llegó poco después de la desaparición para emprender una búsqueda que, al día de hoy, no tiene final. Abandonó su comunidad Cherenta, en Salta, para recibir en su cara el frío viento de la Patagonia al que le susurra todas las noches “¿Dónde estas changuito?´”. (AVM)


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