La cárcel cipoleña en colapso: está por duplicar el máximo de su capacidad

Se tuvieron que “inventar” celdas para alojar presos. Incluso hay mujeres, cuando fue construido sólo para hombres.

Dos mujeres rompen la estructura tradicional de la población carcelaria masculina del Penal cipoleño. Ellas fueron trasladadas desde la cárcel de Roca y la otra de Choele Choel. Sus historias son muy distintas pero las une que fueron condenadas por homicidio y hoy cumplen sus sentencias entre cuatro paredes sin la posibilidad de acceder a una actividad. ¿Por qué? Porque fueron alojadas en un penal que está al borde del colapso, que fue ideado para albergar hombres y que está a poco de duplicar su capacidad máxima. Hoy, sin alternativas de poder cumplir sus condenas en otras penitenciarias de la provincia, simplemente esperan en sus celdas, a que sus condenas finalicen.

Romina Tapia fue condenada a 20 años de prisión por matar a un comisario en Cinco Saltos. Tenía una relación con él y ella lo asesinó junto a otra mujer. En cambio, María Emilia Formiga recibió una pena de 9 años de prisión por matar a su beba recién nacida. Ella quiso abortar mientras estaba embarazada, pero el médico que fue a ver se negó a hacérselo. Las dos son las únicas mujeres en el penal local y encima no se llevan bien, lo que complica todavía más las cosas. “Una de ellas fue clara y nos dijo que no quería compartir celda con la otra”, indicó el director del penal Emilio Martínez. Es por eso que están detenidas en lugares diferentes y tampoco comparten horarios de visitas.

Tapia se encuentra en la oficina que alguna vez funcionó como Gabinete Criminológico. Fue refaccionada y allí pasa sus días. Es una pequeña habitación, con baño y donde escasea la luz. Es porque para tener privacidad, tapa con una frazada la poca luz que entraría por la ventana. No hay candados, ni rejas. Sólo un perímetro de alambre y fuerte presencia de los agentes penitenciarios. No le sacan los ojos de encima. Unos pasos más allá, está la celda de Formiga. Los espacios son similares en sus dimensiones y distribución. Donde se encuentra detenida había sido un espacio pensado como un puesto de prevención ya que se encuentra a pocos metros del sector de Visitas. Pero hoy ella lo ocupa como una celda porque no hay dónde alojarla.

Las dos saben que cuatro metros son los que las separa de su libertad. Pero ninguna ha intentado fugarse. Su presencia delata el estado del penal. Dos mujeres alojadas en una cárcel de hombres deja a la luz la crisis carcelaria. “Es muy difícil coordinarles actividades porque ellas no pueden estar en contacto con los hombres. Entonces prácticamente no salen de sus celdas”, afirmó Emilio Martínez.

La situación del penal es crítica. Y las soluciones a corto plazo son pocas. La cárcel cipoleña es una de las pocas en la provincia de Río Negro que alberga tantas particularidades: creada para funcionar como cárcel de mínima seguridad, hoy lo hace como si fuera de máxima; fue pensada para alojar solo hombres pero hay dos detenidas; y además está a punto de duplicar su capacidad máxima.

La solución que está más a mano es la de refuncionalizar espacios y así lo hacen: en lo que era enfermería hay alojados 34 internos, que viven como si estuvieran en una internación permanente, y a principios de mes se inauguró parte del sector del taller mecánico como otro pabellón. “Aquí pueden estar detenidos internaos de baja conflictividad, que han tenido buena conducta a lo largo de su condena”, explica Martínez.

Encierro permanente

Las dos mujeres que están detenidas en el penal cipoleño no tienen las mismas posibilidades que el resto de la población carcelaria debido a que no pueden compartir actividades con los hombres. Esto limita su tratamiento penitenciario ya que deberían realizar diferentes talleres o actividades para poder acceder a beneficios a lo largo de su condena. Pero no pueden hacerlo. Permanecen encerradas, entre cuatro paredes. “Las posibilidades de hacer algo son mínimas porque como este no es un penal para mujeres, no pueden estar en contacto con la población masculina y por ende no pueden hacer actividades”, afirmó Martínez. Esto implica que su progresividad en su tratamiento penitenciario es ínfima. Sus posibilidades se limitan a que pase el tiempo.

Ambas ya fueron trasladadas de otros penales –Roca y Choele Choel– a la cárcel cipoleña y no hay otro alternativa a que terminen de cumplir su condena donde actualmente están alojadas. Las posibilidades de mejorar su detención son escasas.

La violencia en caída

El equipo del Cuerpo de Intervenciones Especiales Penitenciarias (CIEP) aseguró que desde hace más de un año que no se registró una fuga y que tampoco tuvieron que intervenir en algún conflicto. “Afortunadamente no ha pasado nada que haya tenido que tener nuestra intervención”, indicó uno de sus integrantes.

Martínez sostiene que la disminución de la violencia se ha logrado gracias a las actividades con las que cuenta el penal. “Un ejemplo claro es que 67 internos ya se anotaron para hacer rugby. Esto los ayuda mucho”, subrayó.

La lógica indicaría que la superpoblación que sufre el penal sería un factor esencial para que los conflictos, motines y las fugas estarían a la orden del día, pero en el Establecimiento Penal 5 se da la situación inversa. “Hace más de un año que se registró la última fuga. Aprovechaban para fugarse cuando eran trasladado al sector de enfermería, entonces lo que hicimos es colocarlo dentro de uno de los pabellones y así logramos reducir el índice de fugas”, señaló Martínez.

“Los espacios tuvieron que ser refuncionalizados para poder alojar a las dos internas mujeres y presos que estaban durmiendo en el piso”,
señaló el director del penal, Emilio Martínez.

Datos

El Penal 5 hace mucho que quedó chico. Esperan ampliarlo.

En una de las celdas antes funcionaba el Gabinete Criminológico.
Yamil Regules

Yamil Regules

El flujo de presos en el Penal 5 es cada vez mayor. Este mes se transformó un taller en una celda.
Yamil Regules

El nuevo código procesal penal incrementó los presos

Una gran barrera con la que se ha tenido que enfrentar el director del penal es la cantidad de detenidos que ingresaron con condenas bajas y que no alcanzan a tener un tratamiento penitenciario como la ley lo prevé. “Tenemos el caso de un chico de Catriel que robó unas zapatillas y que fue condenado a 7 meses de prisión. Y como él hay potros internos que están con condenas de un mes, 20 días y otros con 2 años de prisión”, resaltó.

Martínez asegura que el nuevo sistema acusatorio ha incrementado, notablemente, la cantidad de presos que ingresan a la cárcel. Esto se debe a que el proceso de enjuiciamiento es mucho más veloz, más ágil. Llegar a una condena efectiva podría lograrse en 4 meses –desde que un delincuente es detenido y juzgado–, mientras que antes podían pasar hasta 3 años que se llegaba a juicio. Lo bueno de este sistema permite llegar a una resolución rápidamente, pero lo malo es que termina impactando en la cárcel. “Desde la puesta en marcha del nuevo Código Procesal Penal hemos notado una importante suba en el índice de condenados. Esto se nota mucho en la cantidad de internos que ingresan. En los últimos tres meses fueron 17 presos los que ingresaron al penal”, puntualizó el jefe del penal.

A pesar de que es un penal de mínima seguridad, hace un año que no se registran fugas.
Yamil Regules

Un pabellón de máxima seguridad y otro para mujeres

Las soluciones a la vista no son muchas. Esto se debe a que Río Negro atraviesa una crisis carcelaria que no deja demasiadas alternativas al conflicto. “Trasladar internos a otro penal no es la solución, sería trasladarle el problema a otro penal”, sostuvo Martínez. Tampoco se analiza la posibilidad de cerrar las puertas de la cárcel y que por un tiempo no ingresen más detenidos.

Otra de las opciones viables sería la de tener más detenidos con el beneficio de prisión domiciliaria que serían monitoreados a través del sistema de tobilleras electrónicas. “Nosotros contamos con dos técnicos en el penal, quienes están encargados del seguimiento de los presos bajo la modalidad de tobilleras. Es un sistema que funciona muy bien y que nos ha dado muy buenos resultados”, sostuvo el directo del penal. En la actualidad son nueve los internos que se encuentran bajo esta modalidad. Martínez explicó que no han tenido ningún inconvenientes con ellos, que no han violado la prisión domiciliaria y que sería una de las mejores salidas para descomprimir el penal.

Esta alternativa daría tiempo al Servicio Penitenciario para gestionar un proyecto que ya está siendo evaluado: la creación de un pabellón de máxima seguridad y otro para mujeres. La idea se fue gestando a raíz de las pocas soluciones que se le pueden dar al conflicto de los altos índice de encierro que día a día crecen. El director del Servicio Penitenciario, Hugo Cecchini, visitó la cárcel cipoleña el segundo viernes de septiembre y aseguró que la situación de esta penitenciaria no escapa a la lógica nacional. El único problema es que este proyecto debe ser aprobado, se debe definir un presupuesto y luego licitar la obra para pensar en comenzar a construir. Lo que implica que llevara bastante tiempo verlo concretado cuando la problemática de la sobrepoblación exige una solución en lo inmediato.

Datos

17
internos fueron los que ingresaron en los últimos 3 meses.
120
internos es la capacidad máxima y ya son 200 los detenidos.

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