Por autogestión construyen su propio barrio

Son 18 personas y familias que se organizaron.

Un grupo de 18 matrimonios, familias y jóvenes solteros se organizaron y, sin un solo peso del Estado, formaron una cooperativa de autogestión para levantar, con su esfuerzo y hasta sus propias manos, un barrio en uno de los vértices de Plottier. Lo novedoso es que todos construyen las casas de todos.

El modelo no es nuevo porque hay experiencias similares en ciernes en la zona y otras que, con matices, se parecen.

En este caso, ya terminaron la primera vivienda y van por la segunda, pero no logran que el municipio apruebe el loteo, que es un paso burocrático sin el cual no podrían acceder a los servicios básicos de agua, luz y gas.

La cooperativa que crearon hace cuatro años se llama Doctor Vaporeso, aquel personaje surgido de la imaginación de Alfredo Casero (ver aparte).

Todo comenzó en un grupo de amigos que por sus ingresos, posibilidades de ahorro, oferta del crédito hipotecario y políticas habitaciones oficiales no podían ni pensar en comprar un terreno y construir su casa propia.

El grupo de amigos original fue creciendo mediante convocatorias para sumar a otros, según contaron algunos de los socios.

Finalmente la cooperativa se formó con 15 socios.

Se estableció entonces u aporte de 150 pesos por mes por cada asociado, más otros 10 para gastos administrativos.

Al cabo de muy poco meses ya tuvieron el dinero suficiente para comprar el terreno, ya con 18 socios. Entre ellos hay de todo: ingenieros, docentes, empleados, una enfermera y hasta un bailarín y un cartero.

Eligieron un predio de 2,5 hectáreas en el extremo noreste de Plottier (cerca del barrio Los Alamos), que les costó 12.000 pesos. Se dividió en lotes de, en promedio, 800 metros cuadrados.

Se podría decir que la etapa que terminó con la compra del predio fue la más sencilla porque hasta entonces los socios de la cooperativa habían puesto dinero pero no el hombro.

La etapa siguiente fue la de la construcción, donde sí pusieron todos el hombro porque según las normas de la cooperativa, además del aporte social, hay que dedicarle 12 horas semanales a la obra, que en un principio se limitó a la limpieza de un terreno repleto de malezas.

Como todos tienen empleo, las tareas de albañilería las hacen los fines de semana. Esas 12 horas de trabajo se dedican íntegras a la casa en construcción, sin saber a quién le corresponderá porque la adjudicación es un paso posterior.

Con el dinero recaudado no sólo compran los materiales; también le pagan al único albañil que contrataron.

Un arquitecto les hizo el proyecto y otro, el diseño urbanístico, que respetó el trazado de las calles que llegan al predio.

El 25 de mayo de 2003 inauguraron la primera vivienda levantada por las manos de los 18 socios.

El diseño de esta primera casa varió en la segunda, cuyo modelo se repetirá en las siguientes 16. Se trata de un núcleo básico de 48 metros cuadrados, con una cocina-comedor, un baño y un amplio ambiente, que puede ser dividido. (AC)

Nota asociada: El doctor Vaporeso Trabas de la comuna «Más que racistas, somos prejuiciosos»


Un grupo de 18 matrimonios, familias y jóvenes solteros se organizaron y, sin un solo peso del Estado, formaron una cooperativa de autogestión para levantar, con su esfuerzo y hasta sus propias manos, un barrio en uno de los vértices de Plottier. Lo novedoso es que todos construyen las casas de todos.

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