…Pudo ser capital

La flora virgen y nativa no pudo resistir la inicial esteva del arado con manos buscando nuevo porvenir. Civiles y milicos, entremezclados, con penurias y alegrías domingueras. Pronto el improvisado damero pueblerino tuvo la pirámide como símbolo de permanencia. No habían pasado veinte años cuando asomó la primera alarma, por parte de viedmenses, de la capital territorial del Río Negro. La nota del 4 de diciembre de 1898, dirigida al presidente Roca, clamaba y trataba de evitar un posible cambio: «De la memoria del Ministerio de Justicia últimamente repartida, parece desprenderse, con la suspensión de la construcción de la Cárcel Pública (Viedma), el pensamiento abrigado por el antecesor de V. E. (José E. Uriburu) de trasladar la capital al Fuerte General Roca. Manifestaciones hechas por diarios de la Capital Federal y la petición de algunos propietarios de terrenos de los alrededores de aquel punto (Roca), presentada hace pocos meses al Ministerio del Interior, confirman la intención de preparar el espíritu de V.E. á la favorable resolución de aquel propósito» (sic).

Los firmantes recordaban la capitalidad de Viedma (no la capitalización como han usado algunos historiadores) de toda la Patagonia (1878) primero y luego del territorio (1884), agregándose seguidamente en la misiva de los viedmenses que «acaso el destino, que trueca las esperanzas y cambia la importancia de los pueblos, ha venido con la construcción del Ferrocarril al Neuquén, á despertar el interés en algunos de que se designe capital del Río Negro al Fuerte General Roca, por sólo aquella razón».(sic) Continuaba con algunas alabanzas a Roca por su campaña, se lamentaban por el proyecto y «nos sentimos amenazados por una petición injusta, que defrauda todas nuestras esperanzas».

¿Quiénes habían sido los altovalletanos que querían trasladar la capital a Fuerte Roca? Es sabido que un pequeño grupo de porteños frecuentadores del Jockey Club y Club del Progreso, habían accedido a tierras en la región por distintos medios. Eran ciudadanos gravitantes, dispuestos a incorporarles valor a las nuevas tierras, aunque en algunos casos las extensiones tuvieran dimensiones de latifundio. Varias leyes y decretos formaron parte de aquel entorno que nació como financiación de la campaña militar y para la cual las tierras «conquistadas» serían moneda de pago: compra o canje de bonos. Si bien no hubo tal conquista, pues no había algo para conquistar y sí una reivindicación geográfica y nacional, resulta difícil ubicarse en las posibles soluciones de aquellos años. Y en la de quienes gobernaban.

Apellidos como los Vintter, Lavallol, Godoy, Escales Gereiso, Fernández Oro, Casterás y principalmente la familia Zorrilla, cuyo doctor Benjamín había sido ministro y presidente del Consejo Nacional de Educación en 1884, a los que hay que agregar los ingleses del Ferro Carril Sur que a pedido iban extendiendo los rieles en búsqueda del Neuquén y la cordillera ponían pie en el valle rionegrino. Atando cabos y como suposición, vemos en los Zorrilla (Benjamín y Manuel Marcos) la mano principal que apuntaba a Fuerte Roca como capital del territorio. Gobierno, terratenientes y ferroviarios tenían la llave y abrieron la puerta de esta historia, que en los últimos años ha entrado por fin en la fina interpretación académica que exige análisis imparcial. Aunque en algunos casos resulte difícil. Los Zorrilla tuvieron grandes extensiones de campos en el Alto Valle. Son citados por varios autores, caso Mailhet (1944) «El campo Zorrilla abarca desde la estación Chichinales hasta la de General Godoy. Está dividido en 154 chacras, muchas de ellas de 100 hectáreas, siguiendo la delineación de la colonia Roca». «Campos Zorrilla y Domínguez (Cayetano, concejal roquense en 1891 y 1895), 18.000 hectáreas». La estancia Zorrilla sería mencionada en el informe Cipolletti (1899), entre Roca y Chichinales donde estuvo instalado uno de los dos aforos y «el administrador de esta estancia vive a la orilla del río». Otra circunstancia de capitalidad para Roca fue con el proyecto Pellegrini, que en 1900 intentó la modificación territorial de la provincia de Buenos Aires y los territorios de La Pampa y Río Negro por el cual se expresaba en el Art. 2°, el territorio del Neuquén con límites modificados «su capital será el nuevo pueblo de General Roca». Como está comprobado, no prosperó.

La nota mencionada al comienzo estuvo firmada por los municipales viedmenses Rómulo Sarmiento, presidente, vice, Joaquín Balda, Juan P. Entraigas, Silvestre Contín y Pedro Inda y más de doscientos caracterizados vecinos de la época. Pasaron seis meses y en el invierno de 1899 la catastrófica inundación obligó a la mudanza de la capital rionegrina a Carmen de Patagones inicialmente (ver Río Negro 17/7/06) y luego a Choele Choel. Es aquí cuando la aspiración de Fuerte Roca para la capitalidad se hace presente con más ímpetu y debe medir fuerzas con otras aspirantes: Choele Choel, San Antonio, General Conesa y la misma Viedma en base a decisiones de la comisión evaluadora que creara el Poder Ejecutivo Nacional, integrada por el ingeniero César Cipolletti, Rudecindo Roca y el gobernador Eugenio Tello y por renuncia del segundo, el ingeniero Luis Silveyra. En otras notas (Río Negro 24/10/05, pag. 39 y 5/8/06, pág. 25) hemos comentado las alternativas de la evaluación que hicieron los integrantes de la comisión, reducida finalmente a Tello y Silveyra: se decidieron por Viedma como «capital definitiva del expresado territorio» según decreto del 9 de mayo de 1900, firmado por Roca y Yofré. Es indudable que para aquella opinión influyó mucho la amistad de Tello con el presidente Roca y el apoyo del ex gobernador general Félix Benavídez, obispo Cagliero, capitán Santiago J. Albarracín y otros, más los numerosos maragatos que vivían en Buenos Aires y con apellidos de peso.

Nuevamente, con la Convención Constituyente de 1957 se planteó la posibilidad de Roca capital, la misma aspiración de Viedma al rojo vivo toda la provincia y que finalmente quedó en aquel artículo que otorgó a Viedma la capitalidad provisoria. Finalmente en 1973, durante gobierno justicialista, Viedma fue declarada capital definitiva.

 

Bibliografía principal: Cipolletti, C. Estudios, 1899. Mailhet, L. D. El Alto Valle, 1944. Gorla, Martínez de, D. N. La colonización, 1994. Vapnarsky, C. A. Pueblos, 1983. Paesa, P. R. Un pionero, 1964. Fulvi, N. J. Río Negro. CIC, 1981. Izeta, Boero de, C. Historia del Valle, RJIEK, 1972. Pérez Morando, H. Inundaciones, «Río Negro», 10/06. Toledo, T. O. Historia, 1972. Rodríguez, A. F. El Alto Valle, 1947. Varios. Antecedentes, Viedma, 1901. ANH. Congreso Gral. Roca (varios), 1980 y otros.

 

 

HECTOR PEREZ MORANDO (Periodista. Investigador historia patagónica).

Especial para «Río Negro»


La flora virgen y nativa no pudo resistir la inicial esteva del arado con manos buscando nuevo porvenir. Civiles y milicos, entremezclados, con penurias y alegrías domingueras. Pronto el improvisado damero pueblerino tuvo la pirámide como símbolo de permanencia. No habían pasado veinte años cuando asomó la primera alarma, por parte de viedmenses, de la capital territorial del Río Negro. La nota del 4 de diciembre de 1898, dirigida al presidente Roca, clamaba y trataba de evitar un posible cambio: "De la memoria del Ministerio de Justicia últimamente repartida, parece desprenderse, con la suspensión de la construcción de la Cárcel Pública (Viedma), el pensamiento abrigado por el antecesor de V. E. (José E. Uriburu) de trasladar la capital al Fuerte General Roca. Manifestaciones hechas por diarios de la Capital Federal y la petición de algunos propietarios de terrenos de los alrededores de aquel punto (Roca), presentada hace pocos meses al Ministerio del Interior, confirman la intención de preparar el espíritu de V.E. á la favorable resolución de aquel propósito" (sic).

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