10 de septiembre: la Iglesia celebra hoy a San Nicolás de Tolentino, protector de las almas del purgatorio

Vivió entre 1245 y 1305 en Italia y se le atribuyen muchos milagros tanto en vida como post mortem. Los detalles.

Cada 10 de septiembre la Iglesia Católica celebra a San Nicolás de Tolentino, quién vivió entre 1245 y 1305. Fue el primer miembro de la Orden de San Agustín en ser canonizado.

Nicolás nació en 1245, en San Angelo, Pontano, Italia. Se dice que su madre, habiendo llegado a cierta edad, no había podido concebir, por ese motivo, junto a su esposo, salió en peregrinación al Santuario de San Nicolás de Bari, para pedir por ello.

La mujer prometió que si Dios le concedía ese deseo, le entregaría con gusto a su hijo para que sea sacerdote. Fue así que la mujer quedó finalmente embarazada.

Ese niño fue bautizado como Nicolás. A pesar de su juventud, aprendería a dedicarle más tiempo a la oración del que podría esperarse de un niño de su edad.

Con el tiempo Nicolás mostró una sensibilidad peculiar frente al que sufre. Una de las cosas que más disfrutaba era llevar a su casa a alguna persona en necesidad que encontraba en el camino y compartir la mesa familiar con ella.

Los brazos de San Nicolás Tolentino


A San Nicolás se le atribuyen muchísimos milagros, tanto en vida como post mortem. Murió el 10 de septiembre de 1305 y fue enterrado en la iglesia del convento de Tolentino, su hogar por más de tres décadas.

En 1345, sus restos fueron exhumados y su cuerpo fue hallado incorrupto. Este fue expuesto públicamente y se decidió que le fueran amputados los brazos para que sirvan como reliquias. Se asegura que en el momento de la amputación los brazos del santo sangraron profusamente, tal y como si estuvieran siendo separados de una persona viva.

Un siglo después de aquel acontecimiento se produjo otro milagro: los relicarios que contenían sus brazos fueron abiertos y continuaban en perfecto estado de conservación.

Oración a San Nicolás de Tolentino


¡Oh glorioso Taumaturgo y Protector de las almas del purgatorio, San Nicolás de Tolentino! Con todo el afecto de mi alma te ruego que interpongas tu poderosa intercesión en favor de esas almas benditas, consiguiendo de la divina clemencia la condonación de todos sus delitos y sus penas, para que saliendo de aquella tenebrosa cárcel de dolores, vayan a gozar en el cielo de la visión beatífica de Dios. Y a mi, tu devoto siervo, alcánzame, ¡oh gran santo!, la más viva compasión y la más ardiente caridad hacia aquellas almas queridas.

Amén.


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