El último viaje desde su Manchuria natal fue para no volver

El estigma de pertenecer a la mafia los arrincona. Les lleva años obtener la residencia argentina. La cultura y el idioma son barreras difíciles de sortear.

Desde el momento en que un ciudadano chino pisa suelo argentino, comienza para él una odisea que no olvidará. “La comunidad china, con una sutileza peligrosa es la más estigmatizada de todas. Desde las últimas tres décadas los gobiernos vienen hablando de la mafia china y tratan a cualquier inmigrante chino como miembro de la mafia”, opinó el titular de la Pastoral de Migraciones, Jorge Muñoz.

Feng Qing Zeng, es un exitoso empresario gastronómico, obtuvo su nacionalidad argentina hace una década. Pero no olvida las penurias que tuvo que pasar y lo difícil que fue superar los prejuicios y la discriminación. Li Guifu es empleado en un mercado chino, y al igual que su compatriota le costo mucho adaptarse a la nueva cultural. “Eso de la mafia china es un mito. Existe gente china mala pero como en toda comunidad. Generalizaciones no son buenas y causan mucho dolor, además que nos complica mucho la vida”, contó Feng Qing.

Según Muñoz “desde Migraciones hacen todo lo posible para demorar los trámites de residencia para los inmigrantes chinos. Así los obligan a ir a las oficinas dos tres o cuatro veces por año, para tenerlos controlados”.

El primer paso es obtener la residencia “precaria”, con la que pueden moverse por el país, viajar al extranjero y regresar, trabajar y alquilar. Pero deben “reportarse” en Migraciones por lo menos cada seis meses. Luego viene la residencia temporaria que se renueva una vez al año. “Todos los papeles que presentan tienen que estar traducidos por un traducir oficial y legalizado y eso es carísimo, cuando es el Estado el que debería hacerlo. Cuando el primero que vino logra su residencia permanente, ya trajo a su familia. Entonces vuelve a entrar en la rueda para obtener las otras residencias”, detalló el titular de la Pastoral.

Muñoz agregó que “la situación de irregularidad lleva a que quien los contrata para trabajar corra el riesgo de que les caiga el peso de la AFIP, del ministerio de Trabajo. Al trabajador lo van empujando a soportar situaciones de hacinamiento, explotación laboral y hasta llegan a ser deportados. Así van sumando irregularidades y terminan siendo obligados a desarrollar su vida al filo de la ley”, agregó Muñoz.

El última caso en Neuquén, fue el de un restaurante que fue clausurado por tener una persona de nacionalidad china viviendo en el entretecho, que no hablaba castellano y estaba indocumentado.

El dueño del local finalmente cerró y remató sus muebles. El trabajador chino fue deportado a su país de origen.

Habrá que esperar

el próximo censo

Desde 2011 a 2015, China fue el octavo país con mayor número de residencias permanentes resueltas en Argentina con un total de 7.425, según datos del Indec. En 2016 se ubicó en el lugar 11 con 3.046.

En Río Negro entre temporarias y permanentes se concretaron 3.829 entre 2012 y 2015. Para Neuquén no hay datos. “Se pueden sumar los trámites de residencias completados para calcular un número aproximado de chinos en Argentina. Pero muchos que hayan tramitado la residencia pueden haber vuelto a su país, así que no es un dato certero”, dicen desde el Indec.

De Asia a Neuquén

En el centro de la provincia, hay una pequeña comunidad de chinos trabajando en el montaje y la operación de la antena de observación del espacio que la agencia CLTC instaló a pocos kilómetros de Bajada del Agrio. Son traductores, ingenieros y científicos que adoptaron Las Lajas como lugar de residencia mientras la obra estuvo en construcción. Ahora cuentan con un edificio dentro del predio que incluye habitaciones, gimnasio, comedor y áreas de esparcimiento. En la extensa superficie de 200 hectáreas hay aros de básquet, arcos para improvisar partidos de fútbol y tres mesas de ping pong, deporte en el que se destacan.

Las Lajas tuvo su minirrevolución entre 2014 y 2015, mientras duró el mayor movimiento de obreros y subcontratistas, y se vinculó con los vecinos asiáticos con amabilidad y a veces algo de recelo. Uno de los más conocidos en el pueblo es Zhao Zheng, un joven traductor que eligió el nombre Domingo antes de venir al país desde la provincia china de Hopeh. Otros llegaron por breves intervalos y pegaron la vuelta hacia el gigante asiático meses después, ya cumplida su tarea. El escaso manejo del español actuó de barrera en algunos casos, aunque la mayoría no tuvo problemas para adaptarse al mate y a las comidas argentinas.

archivo

Zhao Zheng adoptó el nombre Domingo antes de llegar al país.

Tenía 25 años cuando tomó la decisión de emigrar de China luego de que su fábrica de calzado se viniera en picada por la crisis económica. Un año después, cuando apenas había aprendido a manejar un castellano básico, se vio nuevamente cara a cara con la crisis argentina del 2001, siendo empleado en un supermercado chino. Pero resistió y ahora es dueño de dos restaurantes en Neuquén.

Feng Qing Zhens ahora tiene 42 años. A los 25 años dejó la ciudad de Putián, en la provincia de Fujian, en el sur de China. Cuenta que su pueblo natal es pequeño, y lo es en las dimensiones geográficas del país asiático; tiene medio millón de habitantes.

A los 20 años con un socio abrieron una fábrica de zapatos y zapatillas, en una ciudad donde la principal actividad es esa. “Teníamos mucha competencia, éramos una fábrica chica y fue muy difícil permanecer. La crisis nos afectó”, dijo.

Feng Qing tenía un primo radicado en Buenos Aires desde la década del 90 que trabajaba en un supermercado chino. Le ofreció venirse y el no lo dudó. Eso fue a mediados del 2000. Diez días después se trasladó a Bahía Blanca, donde otro primo le dio un lugar en un restaurante chino. Durante un año trabajó 15 horas diarias y estudiaba castellano de noche. “Escuchaba cassettes y repetía las palabras para aprenderlas. A la mañana me levantaba media hora antes para practicar”, recuerda. Logrando dominar un puñado de palabras en español, pensó que ya lo peor había pasado. Pero la crisis del 2001 volvió a ponerlo a prueba. “El restaurante funcionaba muy bien. Pero viene la crisis y cayó mucho. Los dueños se fueron y nosotros como empleados tratamos de sostenerlo. El dueño decide vender y nosotros le ofrecemos comprarlo. Los primero años no fueron fáciles, pero logramos resistir. Después repuntó y nos fue muy bien durante tres años. En 2006 yo decidí venirme a Neuquén y poner otro restaurante acá”, relata Feng Qing. Se casó con su novia que vino de China. Tiene tres hijos.

Feng Qing comprometido con los veteranos de Malvinas.

yamil regules

“Los primeros años fueron muy difíciles. Acá toman agua fría, nosotros caliente. Yo tomaba agua de la máquina de café. Me miraban raro”,

recordó Feng Qing Zhens, dueño de dos restaurantes en la capital.

Desde el norte de China hasta España y desde España hasta Argentina. Ese fue el último viaje que realizó Li Guifu desde su país natal. Nunca más regresó.

Con impotencia, Li Guifu relató como había sido el último viaje que lo alejó del gigante asiático y porqué su destino fue Argentina. “Yo venia con la empresa pesquera Arco Iris. Pasamos por España y cuando llegamos a la Argentina, la empresa se fundió y todos los que veníamos nos tuvimos que quedar acá”.

El oriental Li Guifu es un hombre de 53 años, esta casado con una argentina y tiene 3 hijos. Llegó a Neuquén porque tenía conocidos y amigos que le podían brindar un trabajo y un lugar donde poder empezar de nuevo. Hace dos décadas que transita las calles neuquinas.

Ha trabajado en un restaurante, en una concesionaria de motos y en supermercados. Hoy, esta trabajando en un supermercado ubicado en la intersección de las calles Novella y Racedo.

Dentro del supermercado hay varios conocidos y amigos de él, que también son de nacionalidad china y que como él vinieron en busca de un trabajo. Algunos hace 6 y 5 años que desembarcaron en la ciudad y muchos de ellos todavía no entienden ni hablan el castellano.

“Yo hablo más que todos viste, porque hace bastante que estoy acá” decía Guifu.

Cuando Li dio a conocer su lugar de origen, se entusiasmó con los recuerdos. En el norte de China, más precisamente en la región de Manchuria fue donde nació y partió Li Guifu.

Manchuria es un término utilizado comúnmente por los habitantes de China para designar la región geográfica e histórica de Dongbei Pingyuan.

Comentó que él dejó a su familia en China ya que había salido para trabajar y además pensaba regresar a su país. Emigrar no era su deseo ni su necesidad.

Por ultimo y con un dejo de tristeza Li Guifu dijo que “hace 27 años que no vuelvo a China, son muchos años. Antes podía ir pero ahora no puedo porque ya formé familia acá”.

“La pesquera coreana Arco Iris todavía tiene el barco fundido y abandonado en el puerto Galván de Bahía Blanca”,

contó Li Guifu, radicado en la ciudad de Neuquén desde hace 20 años.

MATÍAS SUBAT

Datos

3.000
chinos, con radicación e indocumentados, viven en la provincia, según datos propios de la Pastoral de Migraciones.
“Los primeros años fueron muy difíciles. Acá toman agua fría, nosotros caliente. Yo tomaba agua de la máquina de café. Me miraban raro”,
“La pesquera coreana Arco Iris todavía tiene el barco fundido y abandonado en el puerto Galván de Bahía Blanca”,

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