El sacerdote de Las Ovejas espera un pedido de disculpas oficial al pueblo

El cura párroco pidió que las autoridades judiciales y policiales reconozcan públicamente los errores que cometieron y afectaron a la gente.

Un pueblo rehén de errores ajenos quiere volver a estar tranquilo. Las Ovejas, el pequeño caserío de 2.000 habitantes en el que Lorenzo Muñoz mató a Carina Apablaza (31) y a Valentina López Apablaza (11) recuperó el sueño, pero no olvidará su pesadilla. En casi un mes, un femicida, la inoperancia de algunos funcionarios y las miserias humanas se llevaron la paz que los caracterizaba.

Para el padre Diego Canale ahora es tiempo de encontrarse como vecinos y pedir disculpas, pero también de recibirlas, por parte de quienes se equivocaron. “Durante este tiempo, por el mal accionar de los que tenían que llevar adelante la investigación, se terminó generando que a un pueblo que tenía dolor le sume bronca, resentimiento, odio, acusaciones falsas”, dijo.

Durante casi un mes, en Las Ovejas hubo violencia, sostiene el párroco. En este tiempo, los vecinos se cruzaban con policías con ametralladoras por las calles, en el cielo azul y silencioso, un helicóptero los sobrevolaba a diario, o perros grandes andaban por los patios. En las veranadas la gente vivió con pánico. Varios días hubo allanamientos.

Mientras el asesino no aparecía, al pueblo llegaban informaciones confusas, los responsables de la investigación decían cosas absurdas, la gente se empezó a mirar, señalar y acusar. A pelear en las redes sociales, donde se escribían cosas terribles y el dolor los fue dividiendo.

“Ahora creo que las autoridades, la justicia, los fiscales, deben hacerse cargo y pedirle disculpas a este pueblo, por la falta de profesionalidad. En estos días estuvo la mejor policía de la provincia y uno se pregunta qué pasó. Y no hablo de los policías que dieron su vida, pero las personas encargadas de manejar las fuerzas ¿Dónde estaban?”, dijo el padre Canale.

El gran protagonista entre los vecinos fue sin dudas, el miedo. Estuvo presente hasta el último día por la psicosis generada. Ante cada dato erróneo, los habitantes temblaban. Cuando una nota aparecía escrita para él, o una mochila o cuando sonaba la alarma de los perros, todo generaba una revuelta.

Los vecinos vivían con las puertas cerradas con llave. Los nenes y nenas encerrados por el miedo a que puedan venir a atacarlos. Hubo pérdidas de clases porque los chicos tenían el albergue ocupado, y un gasto para la provincia, por dónde lo mires.

“Ahora que se sabe que falleció se calmaron un poco, pero queda sobre la mesa una presencia muy grande de dolor. Cada uno se debe hacer cargo de lo que le toca. No como cuando éramos chicos que hacíamos las pases y seguíamos jugando, porque debe haber consecuencias, pero sí debemos dialogar”, dijo Canale.

Muñoz se suicidó a las pocas horas de asesinar a Karina y Valentina, según el informe oficial de la fauna cadavérica que envió la Universidad de Quilmes. Por lo que se dudó del operativo de búsqueda que duró 23 días.

“No es sólo Lorenzo Muñoz, hay muchos violentos en sus casas y las mujeres tienen que animarse a hablar, tenemos que trabajar esto”.

Diego Canale es el cura párroco de Las Ovejas y observa el efecto social.

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“No es sólo Lorenzo Muñoz, hay muchos violentos en sus casas y las mujeres tienen que animarse a hablar, tenemos que trabajar esto”.

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