Reloj y celular se disputan el monopolio de la hora
Aun frente al avance de la tecnología, las agujas sobreviven entre los neuquinos.
NEUQUÉN
«Sujete el reloj con una mano, tome con dos dedos la llave de la cuerda, remóntela suavemente. (…) Átelo pronto a su muñeca, déjelo latir en libertad, imítelo anhelante». Éste es sólo un fragmento de «Instrucciones para dar cuerda a un reloj», una sátira surrealista sobre el uso de este elemento escrita por Julio Cortázar en 1962. En esas líneas hace alusión al reloj analógico y mecánico.
En la actualidad, el «latir» de este tipo de relojes en las muñecas no es tan frecuente como en la época del célebre autor argentino. Los que son electrónicos (funcionan con cuarzo) y tienen pantallas digitales les han ganado terreno desde hace algunas décadas. Pero el reloj en general, sea de pulsera, de pared o despertador, ha tenido un competidor impensado a comienzos del siglo XXI: el celular. Este aparato, diseñado originalmente para llamar, ahora ofrece múltiples funciones adicionales, entre ellas la hora.
«Río Negro» consultó a relojerías de Neuquén capital sobre cómo ha afectado a sus ventas la tendencia creciente de mirar la hora en un celular u otro dispositivos electrónicos. En todos los casos las respuestas fueron contundentes: las ventas de relojes de pulsera y de pared se mantienen, no así la de despertadores.
Irreemplazable
Néstor es dueño de la relojería de mismo nombre. Hace 15 años que tiene su local en el centro neuquino y en su infancia, hace cuatro décadas, inició su camino en la reparación de relojes. Actualmente, con su experiencia como comerciante y relojero, afirma que a pesar que la gente acostumbra a consultar la hora en un celular, «no hay como el reloj, es irreemplazable». En el tiempo transitado con su local las ventas nunca han disminuido, tanto en relojes de pulsera como los hogareños. «Al principio se pensó que sí, que el celular podría reemplazar al reloj, pero hoy a la gente todavía le gusta usar reloj».
Martín es parte de la segunda generación familiar que trabaja en Estrella Azul. Es uno de los responsables de la empresa desde hace 20 años y asegura que «nos hemos tenido que adaptar, incorporando relojes con una tecnología distinta. Intentamos acercarnos a lo que la gente demanda». Según Martín, esa demanda ha crecido de forma dispar. «El reloj clásico ha bajado mucho. Hoy comandan los relojes con mucha publicidad, los relojes de moda». No obstante, hay dispositivos que no pierden vigencia: «los relojes mecánicos automáticos están en boga, son mejores que uno a pila, los comprás una vez y son eternos».
Fruto de la constante renovación de productos y adaptación, señala que las ventas han crecido en la franja de edad que va de los 30 a 45 años. Sin embargo, «de los 20 a los 30 años es donde más caído está el segmento, porque todo lo solucionan con un celular» detalla Martín.
Alicia está a cargo de la relojería Buenos Aires. Ubicado frente al Parque Central, el comercio es uno de los más antiguos de la ciudad y también proviene de familia. En consonancia con las otras relojerías, remarca que los celulares no afectaron sus ventas y que «el reloj de pulsera se sigue utilizando». Y explica que tiene que ver con varios factores: «si hacen actividades deportivas usan relojes específicos; por moda, se utiliza más como un accesorio; también es símbolo de status, según la marca».
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