Richard Wagner, un compositor genial y polémico

El genio alemán abrió dimensiones expresivas de la música y revolucionó la ópera tradicional. Hace 125 años moría este compositor universal que aún hoy causa po

BAYREUTH, (DPA).- «¡Triste, triste, triste! ¡Vagner è morto!», escribió Giuseppe Verdi el 14 de febrero de 1883 al editor musical milanés Giulio Ricordi. La noticia de la muerte del genio musical alemán Richard Wagner sacudió el mundo de la música.

Un día antes, en la tarde del 13 de febrero de 1883, uno de los más importantes y controvertidos compositores de la historia de la música, el creador de «Tristán e Isolda» y «El Anillo de los Nibelungos», moría de un infarto en el Palazzo Vendramin en Venecia. Tenía 69 años.

«Richard Wagner revolucionó la ópera del estilo tradicional; su técnica de composición abrió dimensiones expresivas de la música», escribe el biógrafo de Wagner Walter Hansen.

Wagner es el único compositor que consiguió establecer un festival dedicado exclusivamente a sus obras. Las entradas para el Festival de Bayreuth son objeto de codicia de los amantes de la música del mundo entero y sus obras forman parte del repertorio estable de las óperas del mundo.

Cada nueva puesta en escena de su tetralogía de 16 horas de duración «El Anillo de los Nibelungos», sea en Berlín, Nueva York o Bayreuth, es un acontecimiento a nivel mundial. En China y en el mundo árabe se está descubriendo a Wagner.

Su obra es atemporal y universal, explica el experto en Wagner Sven Friedrich el secreto del permanente interés que despierta la música del alemán en el mundo. «Los temas y la música tocan la fibra emocional de mucha gente independientemente de la cultura, religión o raza a la que pertenezcan».

Y sin embargo, es un compositor que causa polémica hasta hoy.

Un verdadero escándalo se desató cuando el director argentino-israelí Daniel Barenboim ofreció en un concierto en Israel en el 2001 un bis con la obertura de «Tristán». Wagner, el antisemita, el compositor preferido de los nazis, no había sido tocado por décadas en Israel.

La vida de Wagner fue igual de turbulenta que la de algunos de sus héroes de ópera. «Su vida fue una cadena de altibajos. Lo consideraban un genio y un charlatán, un lisonjero y un pícaro, un creador de mitos y mago de la música», relata Walter Hansen.

Wagner nació el 22 de mayo de 1813 en Leipzig. Era el noveno hijo del funcionario de policía Carl Friedrich Wagner, que murió cuando Richard tenía solo seis meses.

Hasta ahora se mantiene el rumor de que el escritor Ludwig Geyer, su padre adoptivo, también fue su padre biológico.

Wagner decidió ser músico desde temprana edad. Würzburg, Magdeburg, Königsberg y Riga fueron sus primeras estaciones y «Die Feen» («Las hadas»), «Das Liebesverbot» («La prohibición de amar») y «Rienzi» las primeras óperas, a las que el éxito no les sonrió.

En 1836 se casó con la actriz Minna Planer. Tres años más tarde huyó de los acreedores en Riga para llegar a París tras una estancia en Londres. La travesía a través del Canal de la Mancha fue fuente de inspiración para «El

holandés errante», estrenada en 1843.

En París, Wagner conoció las ideas de la Revolución Francesa, de los socialistas y los anarquistas. Regresó a Alemania, esta vez a Dresde, en 1843, como maestro de capilla del reino de Sajonia. Allí compuso «Tannhäuser» (estrenada en 1845), y comenzó con los trabajos de «Lohengrin» (estrenada en 1850).

En 1849 tuvo que huir por su participación en alzamientos revolucionarios. El exilio lo llevó a Zurich, donde el comerciante Otto Wesendonck se convirtió en su mecenas. Wagner le devolvió el favor enamorando a la esposa de Wesendonck, la joven y bella Mathilde. Así nació «Tristán e Isolda», una música nunca antes escuchada, una ópera íntegra basada en el diálogo de dos amantes sedientos de muerte. Wagner se separó de su esposa, Minna.

Recién en 1860 pudo volver a pisar suelo alemán, merced a una amnistía. En estos años viajó por toda Europa dando conciertos, trabajó en «Los Maestros Cantores de Nuremberg» y en «El Anillo de los Nibelungos».

Uno de sus amigos fue el conocido director Hans von Bülow, quien estuvo a cargo de los estrenos en Munich de «Tristán e Isolda» (1865) y de «Los Maestros Cantores de Nuremberg» (1868). Por estas épocas, Wagner había encontrado otro mecenas: el rey de Luis II de Baviera. La buena relación con Bülow no le impidió mantener una relación amorosa con la mujer del director, Cosima.

Richard y Cosima tuvieron dos hijos antes de que Cosima abandonase definitivamente a su marido y se mudase con Wagner a una localidad cercana de Lucerna, Suiza. Se casaron en 1870.

Ya en ese entonces, Wagner abriga el sueño de armar su propio festival. Lo que parecía una quimera se hizo realidad con la ayuda del monarca de Baviera en la ciudad de Bayreuth.

El 22 de mayo de 1872 fue colocada la primera piedra para el edificio de la ópera y dos años más tarde, Richard y Cosima se mudaban a la mansión Wahnfried en la ciudad bávara.

Los primeros festivales fueron inaugurados en 1876 con la primera puesta en escena de «El Anillo de los Nibelungos». A la inauguración asistió el emperador Guillermo I de Prusia y Wagner estaba en la cúspide de la fama.

Los años siguientes los pasó mayormente en Italia.

Compuso su última obra, «Parsifal», estrenada en 1882 en la segunda edición del festival. La vida de Wagner está muy bien documentada.

El compositor escribió miles de cartas y su esposa Cosima describía con profusión la vida común en sus diarios. «Estaba en la cama cuando lo escuché hablar mucho y en voz alta. Fui hacia su cuarto», anotó Cosima el 12 de febrero de 1883, la víspera de la muerte de Wagner.

«Hablaba contigo», me dijo, para abrazarme larga y tiernamente: «¡Esto sale bien cada 5.000 años!» fueron sus palabras sobre su vida en común.


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