Mario, el vendedor de tortas fritas de la Ruta 22 que no se da por vencido

El seguro del auto que lo atropelló y lo dejó con movilidad reducida no pagó y el hombre apenas gana para cubrir los viajes a los centros de rehabilitación.

Las bocinas interrumpen la charla. Él saluda y sonríe. “De a poco, la gente se va enterando de que volví. Acá estoy firme para salir adelante”, dice Mario Fernández (64), el vendedor de tortas fritas que no se detiene. Aunque necesita de un andador, asegura que a casi un año del accidente se siente mejor y muy dispuesto a volver a ganarse la vida con la venta ambulante que fue siempre el sustento familiar.

Los martes, miércoles, jueves, sábados y domingos amanece muy temprano. Esos son los días en que no tiene rehabilitación en el hospital Francisco López Lima a la mañana –va por la tarde– y puede cocinar para ir a vender a la ruta. “Con mi señora nos levantamos a las 4. Yo amaso; ella las cocina y a las 7 ya estoy acá en el puesto con las tortas calentitas, porque a esa hora van mis clientes, trabajadores de empresas que están cerca y petroleros que van de paso”, comenta el roquense que tiene afectado un pie luego de ser arrollado el 27 de abril del año pasado por un automovilista mientras iba en moto en camino a su clásica parada, cerca de la rotonda del cruce de las rutas 22 y 6.

Con un banquito plegable que le regaló un cliente, Mario volvió con sus tortas a la Ruta 22 hace un mes, pero ahora se sienta unos 200 metros antes del al acceso a Roca por J. J. Gómez. “Cambié de lugar para no que no me recuerde tanto lo que me pasó. Me quedo hasta vender toda la mercadería, no mucho más de las 9, porque sólo puedo llevar unas 12 docenas”, comenta Mario, que luego del accidente no pudo volver a subir a su moto, por lo que va y viene en taxi, lo que le demanda más de 200 pesos por vez.

“Por mañana me gano unos $150 porque mucho se me va en el taxi. Para salvar lo que me sale tendría que hacer más tortas fritas. Vendo a $ 50 la docena, y cuando vuelvo de vender tengo que comprar mercadería de nuevo. Casi que trabajo para el taxi; por semana me gasto unos mil pesos en ir y venir del medico”, se lamentó el vendedor, que dice que como no tiene dinero para comprar una bolsa grande de harina, tiene que adquirir en paquetes por kilo –seis o siete, lo que le alcance– para cocinar lo del día, aunque sabe que así el costo en materia prima es más alto.

“Los sábados y domingos volví a estar a la tarde. A las 15 me paro sobre la Ruta 6 yendo a Paso Córdoba. Pasan las familias que van al río y se llevan varias docenas. Podría vender más, pero sólo tengo mercadería para hacer 18 o 20”, explica el hombre, que si bien dice que Desarrollo Social ha hecho aportes, éstos no son constantes y no le alcanzan.

Mientras, espera que el seguro del automóvil que lo atropelló se haga cargo de los gastos e inconvenientes que padece desde el día del accidente. Y no se da por vencido.

“Deseo terminar las curaciones para dedicarme a esto, que es lo que me gusta, y para dejar de gastar en el taxi para ir al hospital”.

Mario Fernández (64), quien sufrió un accidente el 27 de abril de 2016.

Ingresos y gastos

El roquense tiene afectado un pie luego de haber sido arrollado el 27 de abril del 2016 por un automovilista mientras iba en moto camino a su parada.

Datos

“Deseo terminar las curaciones para dedicarme a esto, que es lo que me gusta, y para dejar de gastar en el taxi para ir al hospital”.
$ 600
es lo que gana por día, cuando vende las 12 docenas, cada una a 50 pesos. Pero, por el viaje ida y vuelta, paga $ 220.
$ 500
gasta en taxis los días que debe ir y venir de su casa al lugar de venta de tortas fritas y luego al hospital o Adanil.
El roquense tiene afectado un pie luego de haber sido arrollado el 27 de abril del 2016 por un automovilista mientras iba en moto camino a su parada.

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