Secretos de una pasión por las palomas de carrera

Herederos siguen adelante con la colombofilia. Río Colorado es el lugar elegido para la actividad.

Jorge Tanos

Una docena de criadores mantiene viva la llama de la colombofilia en Río Colorado y diariamente atienden sus palomas corredoras como se prepara a un atleta de elite. Genética, alimentación, sanidad y entrenamiento son los pilares básicos para lograr el objetivo que se busca: que la paloma vuelva a su palomar lo más rápido posible. Pero por sobre todas las cosas, se impone el amor hacia estas aves, a las que se las cuida con entusiasmo todos los días del año. Los cultores de esta actividad, que es una rara mezcla de hobbie, deporte, ciencia y pasión, forman un grupo compacto, casi una cofradía, que no dudan en intercambiar ejemplares, compartir información y hablar del tema que los une: sus palomas. Recientemente sancionada, la Ley Nacional Nº 27.171 le da el marco legal a la actividad, ya que reconoce a la colombofilia como una actividad deportiva, entendiéndose como colombofilia al conjunto de actividades tendientes a la cría, educación, entrenamiento y mejoramiento de la paloma mensajera de carrera con fines deportivos. Actualmente las palomas están en pleno período de replume, cambiando sus plumas después de un año de competencia, y preparándose para nuevos desafíos. Carreras de hasta 300 kilómetros se las considera de velocidad, luego están las de semifondo hasta 500 kilómetros, de fondo hasta 900 kilómetros y desde esa distancia en delante, son carreras de gran fondo. En el año 1982 se fundó en esta ciudad la Asociación Colombófila Río Colorado, impulsada por Dante Carrasco, Alfredo Severini, José Rascado y Julio Bonfanti, ya fallecidos. Junto a ellos, se sumó un grupo de jóvenes y adolescentes, que motivados por la curiosidad, abrazaron desde entonces esta afición que intentan mantener viva en esta ciudad. Podemos mencionar entre ellos a Pablo Miranda, Raúl Torres, Jorge Vissani, Darío Goenaga, Julio Rauta y Adolfo Acuña, verdaderos continuadores de la actividad. A lo largo del tiempo se han sumado nuevos cultores de la colombofilia que les permite participar de un campeonato social (local), campeonatos regionales y carreras especiales en las cuales compiten colombófilos de todo el país. La más emblemática es la Gran Zapala, con la participación de unas 5.000 palomas. En diálogo con ellos, surgen rápidamente las anécdotas, historias de carreras memorables, rendimientos increíbles de alguna pupila famosa y el entusiasmo es tan intenso como contagioso. “El día de la carrera, todos queremos ganar, pero luego nos ayudamos unos a otros. Nos une el amor por estos animales, y por ello, mantenemos una sede social, compartimos entrenamientos en la ruta, hacemos compras de alimentos y medicamentos en común para abaratar costos”, explicó el presidente de la entidad Pablo Miranda. La tecnología también llegó a esta actividad. Los viejos relojes constatadores Toulet, Super Toulet, STB y aún los Junior digitales han dado paso a las gateras electrónicas. Las palomas llevan un pequeño chip en una de sus patas, y al llegar de una competencia, automáticamente queda registrado su arribo al pasar por la plataforma. Los sistemas de cómputo también han avanzado, utilizando modernos programas, que utilizando las coordenadas del lugar de suelta y las coordenadas del palomar del competidor, establece la velocidad alcanzada por la paloma con verdadera exactitud. Una verdadera pasión por donde se la mire.

Cuidado intenso para ellas. No sólo se trabaja en asegurar que estén sanas, sino también en la buena alimentación y, por supuesto, no faltan los mimos cotidianos.

Hobbie, deporte y ciencia

Jorge Tanos rcolorado@rionegro.com.ar

Impecables, así se ven las palomas que están listas para un nuevo viaje.

Darío Goenaga, uno de los pioneros en la actividad, lleva más de treinta años al lado de las palomas.


Jorge Tanos

Registrate gratis

Disfrutá de nuestros contenidos y entretenimiento

Suscribite por $1500 ¿Ya estás suscripto? Ingresá ahora