Serú Girán: de la incomprensión inicial a ser «Los Beatles argentinos»

La banda que Charly había formado durante 1977, tras la disolución de La Máquina de Hacer Pájaros, generó grandes expectativas. Sin embargo, su disco debut no fue bien recibido.

Charly García en letra grande y Serú Girán, abajo y más chico.  

Así era como “vendían” a Serú Girán en sus comienzos, entre 1978 y buena parte de 1979, la etapa “incomprendida” de una de las mejores bandas de rock argentino. Incomprendida básicamente porque al público les vendieron una cosa, Charly, y el público compró otra, Serú Girán. Lo que el público supo después (no mucho después) fue que lo que compró era mucho mejor que aquello que le habían vendido.  

Grabado entre San Pablo y Los Ángeles, durante la primera mitad de 1978, “Serú Girán” fue el debut homónimo de la banda que completaban Oscar Moro en batería y un joven músico que no hacía mucho había dejado la adolescencia, pero que tocando el bajo era un diamante en bruto: Pedro Aznar. 

Y era mucho mejor porque, en sí, era otra cosa. Era una instrumentalidad atípica para el rock local, pero que ya el propio Charly había anticipado con La Máquina de Hacer Pájaros, la formación que había armado en 1976 para sacarse las ganas de hacer rock progresivo. Era también otra cosa por un uso irónico del lenguaje en las letras y las músicas. Y porque definitivamente se trataba de una unión de talentos como pocas veces había sucedido en el rock local. No se trataba de amigos del barrio ni de compañeros de colegio. Eran cuatro músicos, los mejores en sus respectivos instrumentos, al servicio de una banda que los reunió. 

En 1977, tras la disolución de La Máquina de Hacer Pájaros, García viajó a Buzios, Brasil, para sacarse las ganas de otra cosa: armar una banda con David Lebón. Así fue como comenzó a gestarse Serú Girán, la banda que pasó de ser “incomprendida” a ser “Los Beatles argentinos”. 

¿Cómo podía ser que un disco que contenía joyas como “Eiti Leda” y “Seminare” fuera incomprendido? Justamente, por canciones como esa y por otras como “Separata” y “Cosmigonón”. Porque el público espera más música de Charly y no estas rarezas. La respuesta de la banda fue: bienvenidos a estas rarezas. 

Serú Girán profundizó este camino estético y sonoro con otros tres discos más, pero fue suficiente con el segundo de ellos, “La grasa de las capitales”, de 1979, el que contiene “Viernes 3 AM”, “San Francisco y el Lobo” y el tema que le da nombre al disco”, entre otras joyas, con el que fueron comprendidos, aceptados y aclamados hasta el día de hoy. 

Serú Girán fue un giro estético y sonoro de parte, no ya de Charly, sino de un grupo que lo tenía en su formación. Sus ambiciones musicales se amalgamaban a las de sus compañeros, especialmente de Lebón y en menor medida de Aznar. La suma de esas partes hizo un todo perfecto. ¿Por qué comenzó con mal paso entonces? Porque a veces, y aquella fue una de esas veces, las expectativas de público y músicos no coinciden. Uno recibe del otro aquello que no esperaba.  

En tiempos de un país hundido en la oscuridad, la opresión y el terror, los Serú se pusieron sofisticados, cantaban en un idioma que nadie entendía (“Serú Girán”, el tema), plantaban piezas instrumentales como desbordantes de una ambición compositiva como lo eran “Cosmigonón” y la propia “Eiti Leda”, cercanas al rock progresivo de ese tiempo pero alejadísimas de lo que sucedía aquí, porque, se entendía, el rock debía ser el reflejo de lo que sucedía aquí y Serú Girán, decían muchos, no lo era. Aun cuando incluyera “Autos, jets, aviones, barcos”, que decía si vueltas “se está yendo todo el mundo”. 

Había algo en su música, en la instrumentación, en el modo de componer, tocar y cantar que no encajó. Esa mezcla de latin jazz, jazz fusión, progresiva, los juegos vocales… todo eso sonaba lejano, no decía nada respecto de lo que sucedía a la vuelta de la esquina. Si con Sui Generis, Charly había logrado empatizar de inmediato con el público adolescente que se abría paso al mundo adulto, con Serú Girán, en cambio, proponía otro juego, más complejo, que exigía leer entrelíneas.   

Tanta sofisticación y virtuosismo necesitó de igual sofisticación en el audio de los vivos. Y allí estuvo el otro gran punto por el cual los Serú fueron rechazados en un principio (muy en un principio no olvidemos). Dos shows dio la banda en aquel 1978: uno bizarro y el otro fallido, técnica y actitudinalmente hablando. 

El bizarro, que marcó el debut de la formación fue el 28 de julio de 1978, en el Luna Park, en el marco del Festival de la Genética Humana, organizado por la Fundación de Genética Humana que presidía Alicia Raquel Hartridge de Videla, sí, la esposa del dictador Jorge Rafael Videla. Tocaron, a medianoche, “Eiti Leda”, “Seminare” y “Loco, ¿no te sobra una moneda?”, (reversionado por Fito Páez en 2014 para su disco Rock and Roll Revolution, de 2014). “El sonido era pésimo”, recordó el periodista Víctor Pintos, presente aquella noche. 

El fallido ocurrió el 3 de noviembre en Obras. A pesar de la orquesta de músicos, y toda la expectativa alrededor de la nueva música de Charly –y acaso por esto mismo-, las cosas no salieron del todo bien. El público poco prevenido de la nueva música de García, más algunos comentarios de Lebón y el propio García, más la presentación de “Disco-Shock”, un tema satírico que se burlaba de la música disco, pero que nadie entendió como tal sino todo lo contrario hizo que el rechazo fuera inmediato.  

También el periodismo especializado fue le cayó encima: “Estos no son los cuatro Serú Girán, sino unos dobles que tocaron por ellos” fue capaz de decir la por entonces muy influyente revista Expreso Imaginario en su número 29 de diciembre de 1978. A esta crítica en particular la banda respondió con la genial tapa de su segundo disco, “La grasa de las capitales”, protagonizada por los cuatro dobles, que no eran otros que ellos mismos haciendo de otros. Pero, para entonces, las cosas habían cambiado mucho. Tanto como que Serú Girán iba camino a ser Los Beatles argentinos. 


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