10 años sin “Lucy” Cantero: la que sobrevivió al “Operativo Sapere” y siguió sembrando conciencia en Neuquén

El nombre de esta mujer empezó a figurar en medio de la tensión social que vivía la Confluencia, cuando todavía no empezaba la dictadura de 1976. Esquivando la oscuridad, se hizo más fuerte y solidaria de lo que ya era.

Jara su apellido de soltera, el que la acompañó desde el norte neuquino, a donde llegó al mundo en 1926. Cantero el apellido de su compañero y padre de tres de sus hijos. Con ambos apareció en la lista de detenidos por reclamar, allá por 1975. El actual barrio Sapere, de Neuquén capital, le debe su fundación y los triunfos en materia de derechos humanos, su granito de arena. A 10 años de la partida de “Lucy”, el homenaje para no alimentar el olvido.

La edición del 22 de agosto de 1975 de Diario RÍO NEGRO guarda entre sus páginas, ya amarillas por el paso del tiempo, el recuerdo de esos allanamientos que pusieron a Lucía “a disposición del Poder Ejecutivo Nacional”, como se decía en aquellos años. Libreta Cívica cuyo número empezaba en 4 millones, se la llevaron junto a su cuñada Nelly Curimán, su yerno Javier Seminario, su hija Rita y su nieta Cristina de tres años, después de un acto homenaje por la masacre de Trelew, ocurrida tres años antes contra, justamente, 16 presos políticos. 

Rita, Javier y en brazos, Cristina. Recuerdos de otro tiempo. Foto: Facebook Cristina Seminario.
La vista, desde el Monolito a orillas del río, en el ingreso a Neuquén.

Once fueron los detenidos esa vez, casualmente en una zona de la capital, cercana al puente carretero, a mano derecha cuando se ingresa a la ciudad desde Cipolletti, que reclamaba poder retener sus tierras para vivir allí, después que se enteraron la intención de las autoridades de desplazarlos para construir un casino y un barrio de mejor categoría, claramente, para otros propietarios. Creyeron que la frenarían, pero la terminaron impulsando.

10 años sin Lucía Jara de Cantero | Evidencia «plantada»


Sentado en el paragolpe, a la derecha, el recuerdo del yerno Javier en Challacó. Foto: Foto: Facebook Cristina Seminario.

“La Lucy”, como muchos la recuerdan con cariño, venía de una historia de contrastes, que habla de todo lo que la nutrió para llegar a pensar y discernir como lo hacía: de una infancia con 22 hermanos en Pichi Neuquén, cerca de Manzano Amargo, pasó a vivir en Buenos Aires, donde fue empleada doméstica, trabajadora de un taller de pieles y de una inmobiliaria. Y como modista, aprendió a defenderse en el Sindicato del Vestido. Hay quienes la ubican además como extra de cine y hasta comparsa en una orquesta típica. Así de variado y pintoresco su historial. 

Archivo sobre el «Operativo Sapere», regitrado por Diario Río Negro.

Con 33 años, en 1959, volvió a su provincia, más específicamente a Chos Malal, desde donde pasó a Cipolletti, para luego dejar su huella en la capital vecina. Allí los allanamientos de 1975 intentaron manchar la imagen de su familia con el mote de “subversiva”, al incluir a su hogar entre los 12 requisados y en los que, aseguró la Policía neuquina haber encontrado “material explosivo consistente en dos panes de trotyl, trozos de mecha, detonantes eléctricos, un kilo y medio de pólvora negra granulada, «miguelitos» metálicos, una peluca y cabellos naturales, libretas universitarias de la UNC, sellos de goma de la UNC (…) y gran cantidad de revistas de distintas ideologías, entre ellas algunas correspondientes a organizaciones declaradas ilegales, además de papel mecanografiado con instrucciones que hacen a este accionar”. Ese fue el detalle que ofreció la fuerza de seguridad a la prensa.

Con ellos actuó la Policía Federal, con la intervención del fiscal Arnaldo Luzuriaga Vivot y del juez Carlos R. Arias. Con los años, en 2012, durante el segundo juicio de la causa “La Escuelita”, el ex comisario Antonio Casal (que por ese entonces era jefe de Operaciones de la fuerza neuquina) reveló que personal del Ejército que participó del operativo habían “plantado” la evidencia secuestrada.

Lamentablemente el pasado no puede revertirse y poco después del “Operativo Sapere” jamás se volvió a saber el paradero de Javier Seminario, el yerno de “Lucy”, estudiante de Ingeniería en Challacó, así como tampoco de otro vecino, Orlando Cancio. Correrían la misma suerte los hermanos Juan y José Pichulman, cuyos nombres, como el de la protagonista de esta nota, están inmortalizados en dos plazoletas del barrio, sobre Avenida San Juan, entre Río Aguapey y Carmen de Patagones el primero, y sobre Independencia y Alderete, el segundo.

10 años sin Lucía Jara de Cantero | «Fue un caleidoscopio luminoso”, dijo Noemí Labrune


El próximo miércoles 25 de junio hubiera cumplido 99 años. Foto: Gentileza Facebook Cristina Seminario.

Gracias a la labor perseverante de Lucía, la misma actitud con la que aprendió a leer y a escribir de chica, también se fue interiorizando en la normativa y en las puertas que tenía que golpear. Liberada con su hija y su nieta, se sumó a la Asamblea Permanente por los Derechos Humanos (APDH) de Neuquén y desde ahí siguió creciendo en la forma que tenía de entender el mundo: juntándose con otros vecinos, incluso de otros barrios como Villa Florencia y Bouquet Roldán, empoderando a las mujeres, capacitándose para saber cómo actuar, buscando objetivos comunes, donde las familias fueran protagonistas y no simples testigos. Lo hizo en Sapere y también en Balsa Huitrín, de nuevo cerca de Chos Malal, donde se mudó en 1979 y alentó a los crianceros a organizarse. A su vez, promovió la concientización frente al alcoholismo que los afectaba en su comunidad. 

Siempre sonriente, madre de seis hijos, siguió su vida de criancera, con pañuelo en la cabeza, como toda típica pobladora del interior, pero siempre fue recordada como la referente barrial, sin partido político, que activó por el bien común. Exactamente un año antes de su muerte, su labor fue reconocida por el Congreso, como Personalidad Destacada en el país, así como también lo hizo el Gobierno de Neuquén y el Consejo Local de la Mujer de Chos Malal. 

“Por conflictos vecinales y laborales, desde Villa Regina a Zapala, venían a convocarla porque la necesitaban en la barricada. Y Lucy se prendía, recordó Noemí Labrune en la despedida que le dedicó en este medio. “Discurso de vanguardia desde la base; acciones concretas sin escamotear nunca el cuerpo (…) De entrada supo explicar que ‘el Proceso’ no venía sólo a arrasar con los derechos políticos, sino a llevarse los logros de las luchas proletarias», contó.

«Cuando fuimos en grupo a Buenos Aires para radicar las denuncias ante la Comisión de DD.HH. de la OEA (año 1979)», graficó Labrune, «Lucy fue motor de los indecisos y respaldo de los temerosos. Convirtió el viaje en tren en un seminario itinerante, porque sabía analizar conceptualmente la realidad desde la propia realidad, sin manuales (…) Su militancia en los ‘70 fue riesgosa, coherente, ejemplar. Pero de pronto, Lucy necesitó volver a sus raíces existenciales. Y lo logró. Fue un caleidoscopio luminoso”, la describió otra referente que también partió a la eternidad. El funeral de Lucía Jara, recordó Noemí en mayo de 2015, cayó en día domingo y fue acompañado casi por una muchedumbre, “de los que la quisieron y que de ella aprendieron tanto”. El próximo miércoles 25 de junio hubiera cumplido 99 años.