40 años sumando alas: la Biblioteca Storni de Senillosa no se rinde 

Homenaje a la destacada poeta argentina del siglo XIX, esta institución nació fundada por una mujer y hoy se sostiene con otra referente a la cabeza. Con marchas y contramarchas, sigue apostando a poner las letras en movimiento.

En el pasado mes de Abril, el Día del Libro se celebró con todo en la sede de este espacio, que ya palpitaba para julio nada menos que su 40° aniversario. Se trata de la emblemática Biblioteca Popular “Alfonsina Storni”, única en funcionamiento en Senillosa, que ostenta como baluarte las mismas convicciones que le dieron origen, allá por los años ‘80, de la mano de su fundadora Alicia Bazán de Griotto, a quien definieron como una activa defensora de la cultura. 

“Hablo para sentir que existo,/ porque si no hablara mi lengua se paralizaría,/ mi corazón dejaría de latir,/ toda yo me secaría deslumbrada”, dicen los versos de la histórica poeta cuyo rostro se recuerda en el cartel del establecimiento. La actual presidenta de la Comisión Directiva, también Alicia, pero de apellido Villar, recordó que la referente pionera eligió a Alfonsina Storni como “gran ejemplo, porque según la historia, era una mujer muy libre y empoderada para la época en que vivía”. Con ese mismo empuje, Bazán de Griotto oficializó el comienzo de la tarea en la Biblioteca el 9 de julio de 1985, para lograr, dos meses después, la Personería Jurídica. Recién al año siguiente, repasó Villar, recibieron el edificio propio, hoy ubicado sobre calle Mariano Moreno 18.

Alicia Bazán de Griotto, detrás del diploma, fundadora de la Biblioteca Storni de Senillosa. Foto: Gentileza Facebook.

En diálogo con Diario RÍO NEGRO, la actual titular, trabajadora municipal desde siempre, de vocación docente, compartió recuerdos que la tocan de cerca, porque ella misma participó de las primeras visitas a la casa de Bazán, cuando toda esta realidad institucional era aún un sueño. Según sus recuerdos, la fundadora era amiga de su madre y era común verla “cargada de libros”. Por aquellos años, invitaba a las infancias a su propio hogar, para organizar encuentros de lectura y práctica, como una forma de fomentar el contacto con las obras de cada autor. 

Con los años, fue Alicia Villar la que se enamoró de las letras, cuando esta mendocina llegada desde Malargüe logró terminar el secundario ya más grande, después de ser mamá. La carrera de Magisterio y un concurso para un cargo administrativo en la Biblioteca le facilitaron el ingreso y desde entonces, allí es donde siguió poniendo su voluntad para llegar a la curiosidad de estudiantes de todas las edades: los de primaria que necesitaban apoyo escolar y las obras literarias que analizarían en el año y los universitarios que recurren aún hoy a la “Biblioteca de papel” hasta los fines de semana, para encontrar esos ejemplares específicos de Biología, Historia, entre otros, que ya no se consiguen o es muy costoso fotocopiar.

Las fotos del recuerdo en estas décadas de camino recorrido. Foto: Florencia Salto.

Hoy Villar ejerce su labor ciudadana en el rol de concejal, durante las mañanas, pero reconoce que para su familia sus temas de conversación giran siempre en torno a los proyectos de “su Alfonsina”, como gusta llamar a la Biblioteca de la localidad, a la que siente como si fuera una hija más

“Cuando yo ingresé en el 2011, la comisión que estaba en ese momento no prosperó”, recordó Alicia, por lo que al tiempo recibieron la visita de Personas Jurídicas para conocer el motivo del estancamiento y avanzar si no había remedio, hacia el posible cierre. Sin embargo, al descubrir que ella seguía asistiendo, le ofrecieron ayuda para sacar la situación adelante. Desde entonces, la Biblioteca lleva 14 años ininterrumpidos de actividad, con casi 200 “socios benefactores” y muchos “socios cadetes”, como ellos los bautizaron a aquellos que hacen uso frecuente del material, pero que no cuentan con los recursos para abonar una cuota.

Si bien la recaudación es baja, reconoce Villar, siguen apelando a la buena voluntad del grupo de apoyo, integrado por 14 vecinos, más dos contadores ad honorem, que insisten en no bajar los brazos. Recorridas en bicicleta para cobrar casa por casa y ventas de tortas fritas a beneficio los fines de semana son las alternativas que les permiten contar con los fondos para el uso diario y la compra de nuevos ejemplares, usos y costumbres que aún se conservan en las localidades más chicas. 

El presente los encuentra trabajando para que esta llama no se apague, sino que al contrario, se difunda, a pesar del tiempo de lectura convencional que día a día se roba la tecnología. Para Alicia y sus compañeros, la satisfacción reside en ver la sala llena: “¿de qué nos sirve que las estantería estén repletas, si los libros no se usan?”, planteó. Convencidos de que ellos tampoco son eternos, la expectativa ahora está puesta en la formación de nuevos integrantes, que continúen lo hecho hasta ahora.