A 30 años de la piña a Alfredo Astiz en Bariloche
Dos prestigiosos artistas escultores tallaron el pañuelo que simboliza a Madres y Abuelas de Plaza de Mayo en la piedra que pesa más de mil kilos en la que el guardaparques municipal Alfredo Chavez le propinó una paliza al represor Alfredo Astiz.
Un primero de septiembre de 1995, Alfredo Astiz, antes de ser condenado a cadena perpetua por delitos de lesa humanidad durante la última dictadura, aguardaba un transporte para ir al cerro Catedral en la avenida Bustillo, a la altura del Monolito en el kilómetro 1. En ese momento, un guardaparques municipal lo reconoció en la banquina. Luego de recorrer dos kilómetros, decidió regresar hasta ese lugar donde estacionó su camioneta y le propinó una paliza a Astiz.
En 1978, Alfredo Chaves fue secuestrado y trasladado al centro clandestino de detención El Vesubio, en provincia de Buenos Aires, donde sufrió torturas durante 8 meses. Al ser liberado, se radicó en Bariloche. «Fue un desahogo«, dijo años después cuando se hizo conocido por la paliza.
El hecho fue definido como «La piña de la dignidad» y, desde entonces, cada primero de septiembre se realiza un festival de «memoria colectiva». A los diez años, el grupo La Renga tocó en el lugar y Roberto Fontanarrosa inmortalizó «La piña de la Dignidad», a través de una viñeta que se publicó en el diario Página 12.

La piedra en la que Astiz esperaba el colectivo y donde Chavez le propinó una paliza quedó como un símbolo de la Memoria y por lo tanto, solía pintarse con los pañuelos que representan a las Madres y Abuelas de Plaza de Mayo. Constantemente era vandalizada y se tapaba con pintura negra. Para los 30 años del episodio, los artistas escultores Federico Marchessi y Andrés Zerneri intervinieron esa piedra tallando un pañuelo.
Marchesi es el autor de la vereda de la chocolatería Mamushka, la tercera cuadra de la calle Mitre de Bariloche y de los pisos de la residencia de Joe Lewis, en Lago Escondido. Zerneri, en cambio, es el creador de la obra en homenaje a Juana Azurduy que hoy se expone en CCK, el monumento del Che Guevara en Rosario y a La Mujer Originaria, una propuesta del escritor Osvaldo Bayer.

«Con la ampliación de la avenida Bustillo, la piedra había quedado medio enterrada en el cemento. Con la autorización del Concejo Municipal, rompimos 10 centímetros alrededor de la pieza de hormigón. Nos costó mucho porque pesar más de mil kilos. Con un camión, la levantamos y la llevamos al taller«, explicó Marchesi al tiempo que destacó que «junto a Andrés, un excelente escultor y muy militante radicado en Villa La Angostura, se nos ocurrió tallar el pañuelo para que lo vayan repintando». Más allá de tallarlo, se aplanó la base de la piedra para poder pararla y se levantó con una estructura de hierro unos 30 centímetros. Ya fue instalada nuevamente en la vereda, a unos metros de la avenida Bustillo y del lago Nahuel Huapi.

«Soy amigo de Alfredo y se muy bien lo que sufrió. Por eso, condeno estas acciones de lesa humanidad y espero no se repitan nunca más«, concluyó.
Esta tarde se descubrirá la piedra, pero a la vez, la cantora mapuche Anahí Mariluan, el Casalla-Lugano-Bravo Trío, Pelusa en el Pupo, Pablo “Chimango” Valette, El Cuerno, Los Herederos de Kazo, Alizieri Candomband, Trilogía Viajera, la Juanjo Miraglia Band, Los Hienas y el Grupo Grumo, coordinado por el artista Kike Mayer, serán parte de los recuerdos por los 30 años.

Un primero de septiembre de 1995, Alfredo Astiz, antes de ser condenado a cadena perpetua por delitos de lesa humanidad durante la última dictadura, aguardaba un transporte para ir al cerro Catedral en la avenida Bustillo, a la altura del Monolito en el kilómetro 1. En ese momento, un guardaparques municipal lo reconoció en la banquina. Luego de recorrer dos kilómetros, decidió regresar hasta ese lugar donde estacionó su camioneta y le propinó una paliza a Astiz.
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