Amante de la naturaleza, enfrentó una enfermedad y volvió a disfrutar la vida gracias al trasplante de su prima

En 2018 le dijeron a Víctor Tillería que necesitaría un trasplante de riñón. Pensó que jamás disfrutaría su vida como antes, pero su prima le dio una segunda oportunidad.

Víctor Tillería es de Aluminé. Amante de la naturaleza y del ráfting, fue emprendedor turístico y también chofer de pacientes en diálisis. Sin embargo, en el 2018 su vida dio un giro rotundo cuando fue él mismo quien necesitó un trasplante de riñón. Lo extraordinario es que el donante fue alguien que lo acompañó toda la vida: su prima Maite, quien le dio la oportunidad de volver a disfrutar de su pasión.

Víctor creció en contacto con el río y la montaña, primero desafiando el agua en cámaras de camión y luego como guía de rafting. «Mirando el Lanín y en las salidas de pesca con mi papá nació mi amor por la naturaleza», cuenta sobre sus inicios.

Con una niñez entre las aventuras de la cordillera, vivió su vida haciendo actividades en la naturaleza. La vida lo llevó a instalarse en San Martín de los Andes y su pasión por el paisaje cordillerano a fundar su propia empresa de turismo en Villa Pehuenia. Aunque después de cinco años se mudó a Zapala, donde un singular trabajo le anticipó lo que le depararía el destino.

«Comencé a trasladar pacientes en diálisis, como si la vida me hubiera puesto en el lugar que me iba a tocar después», dice. Víctor sabía que desde los nueve años cargaba con una insuficiencia renal diagnosticada en Buenos Aires. “En algún momento de mi vida iba a necesitar un trasplante. Pero nunca me imaginé que iba a ser en el 2018”, recuerda.

Antes de su diagnóstico definitivo, ya había empezado a militar por la donación de órganos. “Habíamos pintado una bandera por la campaña de Justina», relata. Ese símbolo lo llevó a la cima del Domuyo, una aventura que le dio el primer indicio de que algo no andaba bien en su cuerpo. Fue cuando debió ponerle una pausa a su vida aventurera.

Después de una descompensación, los estudios confirmaron lo que temía: sus riñones comenzaban a fallar. “Me dijeron que tenía que entrar a diálisis ya. Fue un momento duro, no lo esperaba. Tenía un montón de proyectos”, cuenta Victor.

Mientras se preparaba para comenzar el tratamiento, surgió algo inesperado. “Tenía varios posibles donantes, incluso mi hija, pero era muy chica. Estaba esperando a otra persona, pero mi prima Maite fue la más decidida. Me dijo: ‘Yo voy a ser tu donante’. Así, sin dudarlo”.

Víctor en el centro haciendo ráfting. Foto: Gentileza.

Para Víctor fue una sorpresa. Maite, hija de la hermana de su madre, había estado siempre cerca de él. “Pasaba todo el tiempo en casa, era como una hermana más. Fue ella la que impulsó todo, se ocupó de hablar con los médicos, hizo una movida grandísima por el trasplante”, recuerda.

Durante seis meses, ambos se sometieron a estudios en el Hospital Castro Rendón. “Ese hospital me salvó la vida. Más allá de los profesionales, hay seres humanos extraordinarios. Te cuidan, te miman, te hacen sentir seguro”, asegura.

Un día, Maite recibió la noticia: eran compatibles. “Fue fuerte. Internamente, yo no quería que fuera ella. Tenía mucho miedo, por ella más que nada». Sin embargo, Maite no dejó espacio para dudas. “Me dijo: ‘Víctor, somos compatibles y tenemos que poner fecha para el trasplante. Hagámoslo».

El trasplante se realizó el 6 de junio. Y con esa operación, no solo le devolvieron la salud: también se selló un vínculo familiar indestructible. “Maite me salvó la vida», expresa el hombre que pensó que no volvería a disfrutar de la naturaleza tras su diagnóstico, pero que hoy lo hace con la misma pasión de ese niño que creció entre las montañas, gracias a su prima.

Víctor concluye: «El trasplante a lo largo de estos siete años ha sido una gran aventura. Me enseñó a vivir con pasión y con incertidumbre. Intento cada día motivar a alguien que está pasando una situación límite, decirle que el amor propio y la familia son el motor para hacer posible lo imposible».


Víctor, protagonista de un documental sobre la donación y la aventura


Víctor Tillería se convirtió en el protagonista del documental «Chaica», un documental que cuenta sobre el trasplante entre donantes vivos y demuestra que luego de los tratamientos se puede volver a disfrutar de lo que a uno le gusta.

«Después de 10 años me subí de nuevo a una balsa», cuenta. «Fue una experiencia increíble porque era lo que necesitaba para volver a sentirme vivo», agregó.

El documental, producido junto al CUCAI Neuquén, ya puede verse en YouTube y tendrá su presentación oficial en Aluminé. Reúne distintas historias de personas trasplantadas, como un testimonio de que la vida continúa, incluso después de los momentos más difíciles.

«Queremos que la gente lo vea y tome un poco de conciencia. También buscamos visibilizar la falta de donantes que hay. En Neuquén hay mucha gente en lista de espera y queremos dar la seguridad de los trasplantes entre donantes vivos porque hay muchos miedos», señala Víctor. «La calidad de vida que lleva tanto el donante como el trasplantado es excelente. Yo no pensé que iba, que iba a tener una calidad de vida como la que tengo, por esto motivamos a la gente a que se anime a donar», cerró.