Bariloche: estos turistas recibieron la nieve en pleno verano

Silvia Salguero, de Comodoro Rivadavia, posa con su sobrino para sacarse una selfie, con el lago de fondo en el puerto San Carlos pero intentar que el teléfono celular no se mueva es casi una misión imposible por las fuertes ráfagas de viento. No bien el flash se dispara, la mujer abraza al chico y corre en busca de algún lugar más reparado.

El centro se llenó de turistas cubiertos con camperas -y algunos gorros- durante los últimos días en Bariloche. La postal cambió. Las playas quedaron desiertas y la gente se sorprendió ante los cerros nevados. Según el Servicio Meteorológico Nacional, la temperatura mínima alcanzó 1,5 grado bajo cero ayer.

El meteorólogo Fernando Frasetto, de la Autoridad Interjurisdiccional de Cuencas, aseguró que la masa de aire frío ingresará en la zona cordillerana hasta hoy, con algunas nevadas en la montaña. Pero ni la ola de frío polar, ni la llovizna, ni el viento pareció incomodar a los turistas.

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Aseguró que el verano en Bariloche alternará “períodos cálidos con otros inestables y muy fríos”. “Esta situación se da no solo en la cordillera sino también en la costa donde tienen 20 grados”, agregó.

Pablo Molteni, del hostel Achalay, reconoció que con el clima, sus huéspedes están más pendientes del pronóstico aunque esto no incide en el humor ni se incrementan las quejas.

“Los que tenían pensado ir a los refugios a dormir en carpa extendieron su estadía en la ciudad uno o dos días para cuando pase la ola de frío. Otros tienen buen equipo y van igual pero son los menos. Esto de modificar los planes pasa siempre: si llueve, voy otro día”, planteó Molteni.

“En estos días”, continuó, “la gente aprovecha para usar internet ya que en la montaña no pueden. Leen y relajan esperando que mejore el clima. Salen a tomar chocolate, cerveza. Es bueno para los comercios porque la gente vuelca por el clima más gastos en la ciudad”.

Pese al viento, Ana Pilquiman, de General Roca, tomaba un descanso en la zona de la costanera a metros de la Catedral. “Vinimos escapando del calor. No nos importa el clima; es una ciudad turística así que no te podés aburrir ni pasarla mal. Lo único malo es que quizás se gasta más. No habíamos traído ropa de abrigo y tuvimos que comprar de todo un poco”, expresó risueña la mujer, junto a una hermana y su sobrina.

Yamila Reyes, de la chocolatería Rapa Nui, reconoció que los últimos días el sector de la confitería estuvo lleno. “Los días de calor no pasa nada porque la gente se va a la playa pero con la lluvia, la gente entra. Chocolate caliente y cheesecake de frambuesa, son el clásico del verano”, indicó la mujer mientras en la caja, recibe los pagos de los mozos.

Cuando el sol salió al mediodía, cuatro mochileros de Córdoba, España, Francia y Buenos Aires se sentaron en el medio de la plaza del Centro Cívico y se dispusieron a tomar mate. La gente les pasaba por alrededor pero no parecía importarles. Prevalecían las anécdotas de los lugares que habían recorrido y aunque no se conocían, evaluaban compartir algún plan. “Si hiciera menos frío, hoy hubiera salido a hacer trekking. Pero mañana subo al refugio Frey sí o sí. Nada me frena”, enfatizó Virginia Negrón, de Murcia, España.


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