Cada vez se lee menos y afecta el aprendizaje en la universidad
En un mundo atravesado por el uso del celular y las redes sociales, los desafíos de las instituciones educativas se redoblan con alumnos que tienen poca capacidad de prestar atención.
“Profesores de universidad alertan: el declive en la lectura está afectando al aprendizaje”, posteó Ismael Sanz, doctor en Economía Aplicada en la Facultad de Ciencias Económicas y Empresariales de la Universidad Complutense de Madrid (UCM). Planteó que los estudiantes leen menos, se distraen más y tienen dificultades para procesar textos largos o complejos: «La falta de hábito lector limita la comprensión, el pensamiento crítico y la capacidad de análisis».
En una entrevista a Financial Times, Ned Cabot, profesor de la Facultad de Negocios en la Universidad George Mason de Virginia, reconoció que el reto actual consiste en lograr que “los jóvenes lean, interpreten y analicen la información, ya sea por ocio, aprendizaje en el aula o por cultura general”.
“En algunos casos, saben muy poco y poseen muy pocos datos. En otros casos, poseen algunos datos, pero desconocen cómo los conocen o de dónde los obtuvieron. El resultado es que es muy difícil evaluarlos y contextualizarlos”, dijo.
El artículo recalca que desde la llegada de la radio y la televisión hasta el lanzamiento de los libros electrónicos, las amenazas a la lectura existieron desde hace tiempo. “Pero los teléfonos inteligentes, las redes sociales y la inteligencia artificial han añadido una nueva urgencia y magnitud a las presiones sobre la generación actual de estudiantes y sobre quienes influirán en las generaciones futuras”, plantea.
Redoblar los esfuerzos
Río Negro y Neuquén no son ajenas a esta tendencia mundial. «Me enoja la lectura pesimista. Hoy los desafíos de las instituciones educativas se redoblan porque las formas cotidianas de captar el mundo son otras. Las instituciones formuladas como máquinas de producción de elite adquieren otro rol social«, sintetizó Soledad Vercellino, doctora en Ciencias de la Educación y licenciada en Psicopedagogía que investiga cuestiones vinculadas al primer año de ingreso a la universidad, en Viedma.
«En los últimos años se ha reconfigurado la forma en que los jóvenes y los adultos nos vinculamos con el mundo, con otras personas y con nosotros mismos por la mediación de las tecnologías. El mundo está atravesado por lo digital«, puntualizó Vercellino, docente en la Universidad Nacional de Río Negro y en la Universidad Nacional del Comahue.
Todo esto impacta en la atención. «Con la irrupción del celular, las redes sociales y la inteligencia artificial cambian las prácticas. No es que los jóvenes ya no leen. Leen de otra manera, se enganchan con mensajes más cortos, sintéticos, comprenden distinto. Y la forma en que comprenden no es la que la universidad espera», resumió.
Esta situación no solo atraviesa a los jóvenes ya que «el bombardeo a la atención impacta en todas las edades».
Las redes proponen «formas acotadas, simplificadas. Nos evitan el trabajo intelectual, nos facilitan el pensar, entre comillas y, la educación formal no va por ahí«.
«¿Cómo quedamos las instituciones educativas en este contexto? -se preguntó-. Hay un discurso pesimista de que estamos interpelados, cuestionados, que ya no tiene sentido lo que hacemos. Pero yo no tengo esa mirada».
Vercellino rescató el rol y la función de las instituciones educativas, la experiencia de «ir a la universidad», el encuentro en un espacio físico y los campos de conocimientos que exigen un análisis crítico de posiciones diferentes. «Esa experiencia de problematizar, aburrirnos, estar con otros que no elijo, aguantar un tiempo que no es el mío es extraordinaria y no está en otro lado«, recalcó.
¿Cuál es el desafío entonces de la educación? se consultó a la docente. Fue concluyente: «No renunciar a este contexto educativo. Cuando los adultos renunciamos a lo que tenemos que hacer porque estamos interpelados, nuestra tarea pierde sentido y los jóvenes quedan en una posición muy vulnerable. Más que preguntarnos por los jóvenes, tenemos que preguntarnos por los adultos que configuran ese mundo: qué hicimos, qué hacemos y cómo nos reposicionamos«.
El impacto en la alfabetización académica
Hoy las universidades reciben a estudiantes que se vinculan con el mundo a través de las tecnologías, por lo tanto, su atención está fragmentada, los mensajes ya no se discuten y la paradoja no aparece nunca. «No se puede esperar que ese pasaje sea armónico, que los chicos vengan dispuestos. Vienen como vienen», manifestó.
Según algunos estudios, resaltó, los jóvenes leen más que en otras épocas, a través de los nuevos soportes. «El Whats App y las redes implican leer y los jóvenes habitan ese mundo. Es cierto que no son las cosas que esperamos en el ámbito académico. Los estudiantes tienen recursos a disposición que los invitan a no leer: en vez de leer un capítulo de 30 páginas, hoy se le puede pedir a alguien que haga un resumen, pero ¿de qué calidad?», planteó y agregó: «La inteligencia artificial no piensa, genera procesos agrupando ideas cercanas. Hay que incorporar el Chat GPT en las dinámicas educativas, pero evaluando sus limitaciones, haciendo un análisis crítico del costo ambiental y cognitivo de que otro haga el trabajo por vos».
Noelia Soriano, secretaria académica de la Facultad de Humanidades de la Universidad Nacional del Comahue, advirtió que no hay datos estadísticos de cómo las nuevas prácticas de lectura afectan el rendimiento académico. «Entendemos que es un problema y en las carreras de grado y posgrado estamos pensando cómo acercarnos a los estudiantes y a estas nuevas prácticas de lectura. Después de la pandemia, muchos estudiantes leen textos extensos desde el celular. Promovemos que haya contacto también con el texto físico», señaló.
También discutió la idea de que los estudiantes universitarios no leen. Solo cambiaron las prácticas de lectura por el vínculo con los nuevos dispositivos móviles y las redes sociales que altera el modo de leer y por lo tanto, el modo de internalizar la información.
Soriano admitió que los cambios en la capacidad de atención y concentración «se vienen trabajando en las carreras de grado y posgrado en la universidad». «Quienes ingresan saben que se enfrentan a un doble desafío: se encontrarán con una cantidad más grande de lectura y un aumento de la densidad conceptual. La universidad no trabaja con el sentido común sino con el sustento teórico. Por eso, trabajamos para fortalecer las áreas de ingreso, permanencia y egreso», dijo. Comentó que en la Facultad de Arquitectura y Urbanismo hay un equipo de docentes y ayudantes alumnos rentados que «acompañan las trayectorias de los estudiantes y problematizan estas cuestiones como los nuevos modos de leer y la expectativa del ámbito académico de estos procesos de lectura«.
Este año, desde la Secretaría Académica de la Facultad de Humanidades se plantearon repensar las evaluaciones. «Hubo capacitaciones para pensar nuevos modos de evaluar que tengan en cuenta estas nuevas subjetividades en cuanto a los procesos de lectura y escritura y cómo insertar la inteligencia artificial en el aula como motor de aprendizaje», expresó.
El Departamento de Letras, por ejemplo, lanzó un proyecto de investigación sobre el proceso de lectura en los ingresantes a la universidad y la vinculación de la escritura con la inteligencia artificial.
Datos de la Encuesta sobre usos, hábitos y percepciones del celular en la vida universitaria, elaborado por las investigadoras Mariana Savarese y Ana Capuano de la UNRN:
-Uso extendido y centralidad del celular: WhatsApp e Instagram son las plataformas dominantes, con fuerte presencia cotidiana en la vida estudiantil.
-Hábitos problemáticos: se destacan el tiempo excesivo de uso, mirar el celular en clases (40%) y el desvelo por redes (35%).
-Impacto en el bienestar: el celular afecta la concentración (más del 66% lo reconoce) y genera dispersión en actividades, aunque las apuestas casi no aparecen como práctica.
-Percepciones ambivalentes: un tercio evalúa el impacto del celular como negativo, otro tercio como positivo, y muchos lo consideran neutral.
“Profesores de universidad alertan: el declive en la lectura está afectando al aprendizaje”, posteó Ismael Sanz, doctor en Economía Aplicada en la Facultad de Ciencias Económicas y Empresariales de la Universidad Complutense de Madrid (UCM). Planteó que los estudiantes leen menos, se distraen más y tienen dificultades para procesar textos largos o complejos: "La falta de hábito lector limita la comprensión, el pensamiento crítico y la capacidad de análisis".
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