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De Chos Malal a Andorra: fabrica cera ecológica para las tablas de esquí

Lucas Campomori comenzó a desarrollar un producto a base de cera de abeja tras una temporada con escasez de parafina.

Lucas Campomori, un joven de Chos Malal, desarrolló una cera ecológica para encerar las tablas de esquí y snowboard que ya se distribuye en algunos centros de Argentina, Estados Unidos y Andorra.

Años atrás, un austríaco enseñó a Campomori a hacer reparaciones de tablas de esquí y snowboard. En ese momento, el joven forjó una relación fuerte con la montaña. Comenzó a trabajar en el centro de esquí Wayle, en el norte de Neuquén, hasta su cierre. “Era un parque de nieve comunitario y hacía de todo. Aprendí a hacer snowboard de la mano del austríaco y me fui a trabajar como instructor a Caviahue. Dando clases conocí a tres alumnos (Jorge, Alan y Karen Lucomsky) y nos hicimos amigos”, relató a RÍO NEGRO desde Andorra.

Durante la tercera temporada de trabajo, hubo escasez de cera y a Jorge Lucomsky que, es apicultor y veterinario, se le ocurrió probar la cera de abeja para las tablas.

La fórmula funcionó a la perfección: la cera permitía que la tabla se deslizara con facilidad en la nieve.

“Un esquiador debe encerar al menos unas treinta veces la tabla durante la temporada. Suele usar parafina. Nosotros la sustituimos por cera de abeja. Cuando uno va a la montaña se trae todos los envoltorios, pero no la parafina que va contaminando. Hay ceras, incluso, que tienen flúor para hacer el deslizamiento más rápido. Eso está prohibido”, explicó Campomori.

La receta “mágica” proviene de Alaska cuando se usaba la cera de abeja con resina de pino para los trineos que eran empujados por perros. “La resina se usaba para adherir la cera a la tabla y que no se saliera tan fácilmente. Lo que hizo Jorge fue sintetizar la resina de pino, mezclarla con cera de abeja y generar una fórmula que utiliza Allu, nuestra marca. Es el secreto de la Coca Coca para fabricar nuestra cera”, expresó.

Allu nació un Caviahue diez años atrás. La salida al mercado no fue inmediata porque había que probar el producto. “Como toda cosa nueva, nos miraban por encima del hombro. Teníamos que hacer una cera que fuera funcional además de ser ecológica. Entonces, lo primero que hicimos fue mostrar que la cera era buena y luego, contamos que era ecológica”, advirtió el chosmalense.

Los impulsores del producto fueron ofreciéndolo en rentals y centros de esquí del país, de Estados Unidos y finalmente de Andorra.

“Vine a trabajar a Andorra en el 2023 como skiman (el que repara las tablas de esquí y snowboard). Soy como un superhéroe de las tablas. A su vez, empecé a instalar la idea de la cera ecológica. Hice una prueba con el dueño de un local con dos esquíes nuevos. A uno le puse la cera normal y al otro la ecológica. Cuando volvió contento porque no había encontrado diferencia, le dije que sí la había: una contaminaba y la otra no”, relató Campomori.

La cera ecológica sirve también para el surf, el skate, el sandboar, el wakeboard, rafting y todos aquellos deportes que emplean parafina. Una marca de Islas Canarias fabricante de tablas de surf también incluyó la cera ecológica. “El 12 de febrero se disputa la Copa del Mundo de Esquí en Andorra y la organización nos ofreció instalar un stand para enseñar lo que fabricamos a los equipos de todo el mundo. Claramente, esto ni lo soñamos”, manifestó.

¿Cómo surgió la idea?

Si bien la cera ecológica surgió ante el desabastecimiento en Caviahue, el desafío fue más allá. “Empezamos a evaluar la cantidad de esquiadores por temporada y la cantidad de pases en Argentina. Todo eso hay que multiplicarlo por los 15 gramos que se usan para encerar un equipo. Nos daba 4 toneladas de parafina por temporada”, argumentó Campomori.

Recalcó que la parafina es acumulativa. “Si bien es biodegradable, tarda 4 o 5 años en irse. Todos los años le metes cera a la montaña y vas plastificando el piso y se contamina el agua”, agregó.

La cera ecológica, en cambio, tiene una velocidad de biodegradabilidad más acentuada: de una temporada a otra desaparece más del 50% (además de aportarle nutrientes a la tierra).

Campomori dicta talleres de mantenimiento de equipos a diferentes instituciones. A cambio, pide que se plante un árbol. “Nos dimos cuenta que no alcanzaba solo con sacar la parafina de la montaña. Había más cosas para hacer. Además, por cada kilo de cera Allu que se vende en Argentina, la empresa planta un árbol”, expresó.


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