De las importaciones a La Salada
Fidel Mendoza, a sus 54 años, es uno de los pocos comerciantes que se mantiene desde el inicio de la feria. Otros "abandonaron el barco" y algunos se pudieron jubilar.
NEUQUEN
Sus recuerdos se remontan a los tiempos en que era vendedor callejero en la vieja terminal de colectivos de Neuquén.
En 1989, el gobierno municipal prohibió la venta ambulante y el único que les dio una mano fue un joven concejal de la UCR, que hoy por hoy la historia lo ubica al frente del municipio capitalino.
«(Horacio) Quiroga fue el único que nos ayudó, nos dio la oportunidad de instalarnos acá», explicó. A partir de allí la escalera fue empinada, pese a que ahora están en el corazón del centro, en aquella época el piso era de tierra y los locales se delimitaban con una linea de cal. También recuerda que la primer ordenanza que reguló su funcionamiento en la feria llegó en el año 1999. «Tardaron muchos años, en darnos forma», dice.
Los primeros 50 vendedores se redujeron a 20, porque los números no cerraban. «Cuando se abrieron las importaciones en los 90 pudimos mejorar, hacíamos el sacrificio de viajar en tren, salíamos el sábado a la mañana y llegábamos a Constitución el domingo a la noche. Comprábamos todo importado allá y lo traíamos a menos de la mitad del precio que se manejaba acá, cosas que comprabas por 500 pesos acá las vendíamos a 100», ejemplifica.
Ahora que las importaciones no son flexibles, como aquella época, los proveedores son otros. «Se abrieron distintos mercados en La Salada, en Once y Flores, hay buena relación y confianza con ellos. Personalmente me va muy bien, algunos meses me fían hasta 30.000 pesos en mercadería», afirma. (AN)
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