«Desde hace poco se toma conciencia de que la discapacidad tiene que ver con el entorno»

Florencia Cambareri tiene más de 100.000 seguidores en Instagram, donde promueve la inclusión de personas con discapacidad. "Las tres deudas son las mismas de siempre: salud, educación y trabajo", señala.

Florencia Cambareri tiene 28 años, es licenciada en Recursos Humanos, influencer y activista por los derechos de las personas con discapacidad. Ella tiene parálisis cerebral y en el 2020 decidió usar Instagram para concientizar sobre inclusión. Su cuenta, @repensar.la.discapacidad cuenta con más de 100.000 seguidores. Recientemente fue elegida instagramer del año por el sitio Ciudad Magazine.

—Llevás un tiempo buscando generar conciencia en redes. ¿Qué te genera satisfacción de lo que lograste y qué te genera desilusión?
—En enero van a cumplirse cuatro años, un montón. Me genera muchísima satisfacción saber que hay gente a la que le sirve lo que hago. No por creída, sino porque me lo hacen saber y valoran que hable de ciertos temas que casi nadie se anima a abordar. Cuando empecé con todo esto, no me tenía demasiada fe y que hoy me sigan más de 100.000 personas no puedo más que agradecerlo. Por ejemplo, algo simple pero potente a la vez, mucha gente sigue utilizando el término “discapacitado”, que es incorrecto porque nos reduce a un diagnóstico y yo hago mucho hincapié en que ante todo somos personas y la expresión correcta es “persona con discapacidad”. Mucha gente no lo sabe, entonces me dicen “gracias, no sabía, a partir de ahora voy a cambiarlo” y eso me parece un gran paso. Por supuesto que también me genera satisfacción que me convoquen de distintos medios para poder dar a conocer y expandir situaciones vinculadas a la discapacidad, porque la discapacidad no es un asunto individual, sino colectivo.

Me desilusiona cuando veo falta de empatía, que se vea a la discapacidad como una “tragedia”, que se nos considere “angelitos, seres de luz”. Me desilusiona que mucha gente piense que somos improductivos y por eso sentencien que las personas con discapacidad no podemos trabajar, formar una familia, maternar o paternar. Son prejuicios que atrasan. Más allá de la desilusión, no sirve quedarse en el lamento, hay que seguir luchando.

—¿En qué creés que avanzamos como sociedad en materia de inclusión en este tiempo?
—No quiero ser pesimista, porque se avanza lento. Pero lo positivo es que se avanza. Hace unos años atrás era impensado, por ejemplo, que haya lugares con rampas, ascensores, escaleras mecánicas, baños adaptados. No todos los espacios los tienen, pero muchos sí… Yo creo que también se avanzó en la concepción de la persona, hace años se escondía a la persona con discapacidad, casi como si eso negara su existencia. “Lo que no se ve no existe”. Se avanzó en la visibilización de los acompañantes terapéuticos, de los asistentes personales, aunque falta un marco regulatorio. Se avanzó en la visibilización de la necesidad de que todas las personas con discapacidad podamos tener una vida independiente. Se avanzó en los productos de apoyo para facilitar el desenvolvimiento de las personas con discapacidad. Además, hoy en día el uso de la tecnología y las diversas aplicaciones para la comunicación son herramientas que pueden ayudar a incluir.

—¿Cuáles son las principales deudas en relación a la inclusión de las personas con discapacidad?
—Las tres deudas son las mismas de siempre: salud, educación y trabajo. No puede ser que para que nos autoricen una prestación haya que llenar 700 papeles por año y que las obras sociales, el Estado o las prepagas le busquen la quinta pata al gato para así no autorizar cosas que nos corresponden por ley, la burocracia es desgastante. No todas las personas tienen los recursos para poder hacer un recurso de amparo con un abogado.

A nivel educativo, si bien sigue habiendo barreras en la inclusión en jardín, primaria y secundaria, lo peor sucede a nivel terciario y universitario. Las personas sin discapacidad pueden viajar en transporte público y así llegar, nosotros no porque los transportes no están adaptados. Entonces no todos podemos llegar a la universidad estatal más cercana y eso implica recurrir a una privada, que la mayoría de las veces no se puede costear. La educación es un derecho que no se contempla como tal.

—¿Y en cuanto al trabajo?
—A nivel laboral, en nuestro país casi un 13 % de la población tiene una discapacidad y de ese 13 %, un 80 % de las personas con discapacidad en edad económicamente activa no tenemos trabajo y el cupo del 4 % del Estado no se cumple. Sin trabajo no podemos costear cuestiones de salud imprevistas o pagarnos una universidad privada si por la inaccesibilidad en el transporte no podemos llegar a una pública. Es un circulo vicioso de nunca acabar.

—¿Creés que abrazamos en algo el modelo que entiende a la discapacidad como resultado de la interacción de la persona y el entorno?
—Creo que desde hace poco se está tomando conciencia de que la discapacidad tiene que ver con el entorno y no con el diagnóstico en sí mismo. Para explicarle a la gente, pongamos un ejemplo: más allá de mi discapacidad, si en la calle hay rampas voy a poder transitar más fácil, pero si un auto va y tapa esa rampa, no voy a poder subirla y la verdad que eso complica mi desenvolvimiento. De a poco se toma conocimiento del modelo social y se abraza, sí, pero falta. Como dije antes, hay que seguir luchando.

—¿Cómo elegís los temas de los posteos que hacés?
—Hago todo lo contrario a lo que aconsejan:
no planifico, posteo lo que siento en el día, algo que me atravesó en ese momento, sea en lo individual o en lo colectivo. Si planifico me siento medio un robot, si dejo fluir lo que me atraviesa en el momento, siento que soy más auténtica con la realidad. Solo planifico para fechas específicas, por ejemplo: el Día Internacional de las Personas con Discapacidad (es este 3 de diciembre), el Día Mundial de la Parálisis Cerebral, el Día de las Enfermedades Poco Frecuentes.

—¿Qué aprendiste en este tiempo de influencer sobre contenidos de inclusión?
—Si bien sé bastante de discapacidad, aprendí mucho más de lo que sabía. Aprendí de mis seguidores y sus historias, de sus luchas. Aprendí a ser un poquiiito menos cruel conmigo, ese es un trabajo diario con mi psicóloga, porque tengo conflictos con mi discapacidad, con la imagen que me devuelve el espejo, porque también tengo estrabismo y eso me pesa mucho y no tengo problema en contarlo. Entonces, cada vez que hay algo de esto que me pesa, mis seguidores me motivan a ser más amable conmigo. Es redifícil, pero lucho contra eso todos los días. Y a su vez, a mi manera, desde mi lugar, trato de hacer lo que puedo por toda la población con discapacidad, para que dejemos de hablar de inclusión y finalmente podamos hablar de convivencia.


Este contenido fue originalmente publicado en RED/ACCIÓN y se republica como parte del programa ‘Periodismo Humano’, una alianza por el periodismo de calidad entre RÍO NEGRO y RED/ACCIÓN



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