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¿El crecimiento del nivel del mar podría afectar a San Antonio y a Las Grutas?

Un geólogo analiza que pasará con estas ciudades costeras, para proyectar medidas de mitigación. Ocurre que, con el cambio global, el mar incrementará su altura hasta 80 cm

De aquí a fín de siglo el mar crecerá unos 80 cm. El dato parecía lejano cuándo se hablaba del derretimiento de los glaciares (por el efecto del cambio climático, que aumenta el agua disponible) pero será una certeza en 79 años, aunque su avance se irá dando de manera progresiva.

Esa información no es menor para localidades como San Antonio Oeste, en el este de Río Negro, que está ubicada casi a nivel del mar y dentro de una bahía (que lleva su nombre).

Tampoco para Las Grutas, el balneario protegido por altos acantilados en cuya franja se apoyan edificaciones, que cada vez deberá soportar el impacto de olas más fuertes, por la mayor disponibilidad de líquido. Teniendo en cuenta, además, que estudios recientes han demostrado el deterioro de su constitución rocosa, debido a la erosión química producto de la escorrentía de agua tanto cloacal como dulce.

La buena noticia es que, tal vez por primera vez en mucho tiempo, desde el estado provincial están avalando un proyecto que busca determinar qué incidencia tendrá este cambio tanto en SAO como en Las Grutas, para contar con precisiones que permitan planificar posibles obras de mitigación y también ordenar urbanísticamente ambos sectores, sin apostar por espacios que podrían quedar bajo agua, o ser objeto de inundaciones.

Los cambios ya se están notando, porque hicimos un taller tiempo atrás y los mismos vecinos de San Antonio, por caso, nos contaron cómo se anegan algunas áreas cuándo llueve, o lo que tarda en bajar todo ese líquido cuándo se acumula” contó Alberto Caselli, el geólogo que lidera el trabajo.

Las condiciones geográficas de la ciudad la vuelven particularmente vulnerable. “Como sabemos, al estar a la altura de la playa y ser una bahía, el ingreso de agua en marea alta si se superpone con una sudestada apila el líquido, que después tarda en drenar. Eso se va a agravar a través del tiempo y habrá que tomar medidas, porque hay lugares dónde ni siquiera existen defensas costeras” manifestó el experto.

La proyección de posibles obras que eviten contingencias no será fácil. “Se puede pensar en elevar lo que podríamos llamar ‘la zona borde’, pero aunque el agua no traspase, puede filtrarse, y seguir generando inundaciones. Por eso estamos estudiando a fondo el tema” aseguró.

Para el análisis ya procesaron información obtenida a través de satélites y radares, que, a lo largo de los últimos años, permitieron captar los cambios que se fueron dando entre los límites de las mareas altas y bajas.

La información de los lugareños también fue importante, por eso los talleres, que se realizaron en abril, sirvieron para que los científicos que trabajan junto con Caselli identificaran sitios que quedan bajo agua o sufren escorrentías permanentes, ante cada lluvia o ascenso extraordinario de la marea.

“Todos esos datos los volcamos en un software. Se trata de un programa informático que estaba diseñado para otra zona pero que modificamos, para que nos demuestre cómo impactaría el agua, con el crecimiento previsto para los próximos años” apuntó Caselli.

Ese informe se conocerá a fines de este año. “No queremos adelantar nada, porque seguimos trabajando en el tema, pero dentro de unos meses ya tendremos listo el trabajo, que entregaremos a las autoridades. También pensamos repetir los talleres, para informar a los vecinos acerca de las novedades obtenidas” cerró el geólogo.

Las Grutas, con mayor presión sobre sus acantilados

En Las Grutas el estudio que definirá el impacto que tendrá el crecimiento del nivel del mar, que se proyecta que en unos años se eleve 80 cm, está centrado en la franja de acantilados.

Ese frente rocoso, que se extiende por una vasta zona que escolta las playas más visitadas por los turistas, tiene una conformación y fisonomía diferentes en los distintos sectores.

Estamos analizando su dinámica, viendo cómo funciona el sistema, porque si uno mira la geología de la costa no es la misma, hay una variación. Tenemos un sector con grutas, otro en el que suelen desprenderse bloques, otro con playa, otro con restinga (esa superficie rocosa que hace las veces de lecho marino). Por eso dividimos la costa en sectores, para ver cómo impacta en ellos el mar, y cómo se genera esa morfología distinta” explicó Alberto Caselli, el geólogo que lidera el trabajo.

Eso servirá para medir, además, los grados de erosión de la franja. “Queremos ver, también, si hay sectores de acantilado más débiles que otros, evaluar resistencias, y para eso usamos una técnica bastante manual, un martillo de Schmidt, que al pegar un golpe determina la resistencia de la roca” amplió el geólogo.

Con el cambio en el nivel del mar, el agua va a pegar a otra altura, y podría impactar en otra unidad geológica de la piedra, que hasta ahora tal vez no se haya visto sometida a tanta presión. Hay que ver si la franja dónde impacta es más o menos vulnerable. Lo que podría contribuir a acelerar la erosión” dijo Caselli.

Para seguir obteniendo datos hemos hechos vuelos con un drone, que nos permitieron obtener, por caso, fotos en tiempo normal y al día siguiente de una sudestada” amplió el experto.

Ver dónde se registran los golpes de las olas en diferentes condiciones climáticas es otro de los puntos a tener en cuenta.

Para ampliar la información, además, un becario de nacionalidad española que trabaja junto con el científico se quedará en los próximos meses en el balneario, relevando datos.

“El informe se entregará en conjunto con el de San Antonio, cerca de fín de año” aseguró el investigador.

Los acantilados ya están vulnerables por la erosión química

 Los acantilados de Las Grutas que ahora están siendo estudiados para ver cómo los afectaría el cambio en el nivel del mar ya están particularmente vulnerables, porque un estudio realizado por otros científicos en 2021 determinó que la erosión química a la que son sometidos por la escorrentía de agua dulce y de cloacas provoca que, directamente, la roca se disuelva.

Ese trabajo fue hecho por el geólogo Renzo Bonuccelli, la bióloga Maite Narvarte y el docente e investigador Juan Francisco Saad, todos ellos pertenecientes a la escuela superior de ciencias marinas de la Universidad Nacional del Comahue (Unco).

Ocurre que la piedra que forma el barranco es una arenisca arcillosa carbonatada. Es decir, un 40% de su composición son minerales que contienen carbonato de calcio, debido a la alta presencia de restos marinos. Y ante el ingreso de aguas residuales la roca se acidifica, y el carbonato se disuelve. Esos depósitos calcáreos se juntan afuera, y forman racimos blancos que se llaman ‘espeleotemas’. Esto le da menor resistencia a toda la estructura, porque lo que queda en pie permanece “poco cementado”, compuesto por materiales sueltos, con poca compactación.

Por eso los expertos, tras esa investigación, alertaron que “de continuar las condiciones actuales, la formación rocosa, tanto en superficie como subterráneamente, se irá desintegrando, perdiendo resistencia mecánica y afectando la estabilidad de los acantilados”.

Ahora la crecida del nivel del mar que hará que las olas sean cada vez más caudalosas se sumaría como variable, y podría acelerar aún más el deterioro del frente costero.

Escuchá al investigador de la Universidad Nacional de de Río Negro y del Conicet, Alberto Caselli, en RÍO NEGRO RADIO:

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