El deseo de no tener hijos y adoptar animales: «Ser padres es una fuerte responsabilidad y es más fácil cubrir ese nicho afectivo con un animal»
Aumenta la demanda de los veterinarios: Río Negro y Neuquén registran 1.400 profesionales matriculados. En tanto, los egresados de las facultades realizan cada vez más cursos para especializarse.
La tasa de natalidad cae a pasos agigantados. Un estudio realizado por el Observatorio del Desarrollo Humano y la Vulnerabilidad de la Universidad Austral revela que, en Argentina, cayó un 40% desde 2014. Esto se refleja especialmente en el cierre de salas en los jardines de infantes y en las escuelas. Paralelamente, cada vez más parejas optan por adoptar animales a los que vuelcan afecto y todo tipo de cuidados.
Esto se tradujo en un fuerte aumento de la demanda de veterinarios. En Río Negro, ese colegio registra cerca de 700 profesionales y el número aumenta exponencialmente. La situación es idéntica en Neuquén.
«Todos los años se agregan entre 50 y 70. En mi caso, vivo en Valle Medio y con la apertura de la carrera de Veterinaria en Choele Choel, esta zona explotó de veterinarios. Hace años viví en Valcheta y Jacobacci y no había ninguna veterinaria. Hoy, en cambio, sí«, explicó Hugo Matarasso, presidente del Colegio Veterinario de Río Negro.

Si bien no hay un censo de animales, este veterinario advirtió que «muchas familias tienen animales de compañía que requieren cuidados especiales. Hace muchos años no se les daba importancia. Si comían, comían. Si se enfermaban, se curaban solos. Ahora no. Se los trata mucho mejor«.
En este aumento de la demanda profesional, también es notable el incremento de las especialidades, como anestesistas, cirujanos, oftalmólogos, ecografistas o radiólogos. Héctor Bergagna, presidente del Colegio Veterinario de Neuquén, señaló que «en medicina veterinaria no tenemos especialistas como en la medicina humana, pero cada vez hay más colegas que se capacitan a través de cursos, en traumatología, oftalmología, enfermedades cardiovasculares«. Advirtió que hoy hay una mayor exigencia por parte de la gente porque «la tenencia del animal ha pasado a ser una tenencia responsable».

Sin embargo, consideró «preocupante» que un alto porcentaje de los egresados de las carreras de Veterinaria deciden radicarse en las grandes ciudades para abocarse a la clínica de los pequeños animales por la alta demanda. «El veterinario cubre un espectro de funciones muy importantes. Interviene en bromatología, sanidad animal, reproducción, producción. Nos gustaría que esto esté más equilibrado porque tenemos ese punto flojo«, afirmó Bergagna.
Las veterinarias ya no solo reciben urgencias
José Garro lleva más de 40 años como médico veterinario en Bariloche. «La ciudad pasó de estar ligada al campo a tener gran cantidad de vecinos que tienen pequeños animales como mascotas. Antes, a los 30 años, las parejas ya tenían dos chicos; hoy lo único que les interesa es viajar. Hay una fuerte responsabilidad en ser padres y es más fácil cubrir ese nicho afectivo con un animal. El animal tiene otras condiciones y es tan afectivo como un chico, con una menor demanda y costo para mantenerlo», consideró.

Bergagna sumó que, más allá de las parejas jóvenes, hoy el grupo etario por encima de los 60 años que padece el síndrome de «nido vacío» también reemplaza la ausencia de nietos con animales. «De esta forma, tienen un compañero no humano. De hecho, hoy se ven butacas en los aviones ocupadas por perritos que antes viajaban en las bodegas», planteó.
Garro admitió que muchas veces, observa mascotas vestidas «que dan risa»: «Quieren transformarlas en un ser humano y son animales. Creo que solo cumplen la función de llenar el vacío que hay«.
Recordó que cuando se radicó en Bariloche en 1987, solo había cinco veterinarias. Poco a poco fueron abriendo nuevos consultorios y proliferó la especialización. «Cambió el formato de la profesión y es más parecida a la medicina humana. Cuando egresamos de la facultad, éramos más integrales. Hoy hay especialistas en piel, en problemas hormonales, nefrólogos, endocrinólogos, ecografistas, radiólogos o abocados a grandes animales. La ciencia ha avanzando mucho y uno no puede abarcar todo«, indicó.

También reconoció que hay «mucha dependencia de las máquinas para hacer diagnósticos. Está muy humanizada la profesión«. Antes, reconoció, los animales llegaban a una veterinaria ante una urgencia; ahora hay más prevención. «Eso está bueno para el animal. Pero también hay mucha gente que consulta en internet, malinterpreta la información y cae a la veterinaria con un diagnóstico hecho», planteó.
Evitar la hiperantropización
Goya Noguer se dedica a la «veterinaria integrativa» que, según define, es «la medicina que no daña», basada en la acupuntura, el cannabis, los hongos y la homeopatía. «Tengo cualquier cantidad de pacientes sub30, 35. Antes a esa edad, no se ocupaban de los animales», apuntó.
Muchos jóvenes no desean tener hijos, admitió, «por lo incierto del mundo y la situación económica, pero es valioso que quieran tener animales. Habla bien de ellos y su capacidad de cuidar a otros seres«.
Destacó que hoy, los animales ya casi no están afuera de las casas, se convierten en compañeros de viaje y se los suele llevar en auto. «Por eso, hoy los perros y gatos son más longevos y padecen muchas enfermedades propias de la edad», dijo.

Goya que lleva 40 años como veterinaria prefiere no hablar de «mascotización»: «Es una forma de tratar a los animales como objetos y no darles un lugar importante. Los animales no humanos son sujetos de derechos. De hecho, el maltrato animal está tipificado como figura penal».
Consideró que «lo peor que podemos hacer es humanizar a los animales» vistiéndolos o no respetando los comportamientos propios de su especie. «Son compañeros, familia, pero no son humanos. Tienen otras necesidades desde lo nutricional y lo afectivo. Un animal potencia nuestra capacidad de cuidar -y ser cuidados también-, pero no son hijos. No son humanos chiquitos: son animales», dijo.

Insistió en la necesidad de «encontrar un equilibro entre amar y respetar a los animales. Respetar a su animalidad. Hace 30 año, eso no era así: los animales estaban afuera y le tiraban restos de comida».
Goya explicó que tiene muchos pacientes que realizan consultas por la salud mental de sus animales. «Hay gatos que se muerden la cola o se arrancan los pelos. O perros violentos. A veces, estos desequilibrios están asociados a la relación con sus humanos. Pero la hiperhumanización es pretender que el animal sea lo que no es. El animal se comporta como tal y recibimos muchas consultas para tratar de entender la perridad, por qué reacciona de determinada manera«, puntualizó.
La baja de la natalidad, atravesada por múltiples factores
Los cambios demográficos no son independientes de los contextos económicos, sociales, políticos y culturales. En este marco, la idea de que la natalidad disminuyó porque la gente prefiere criar perros en lugar de tener hijos no tienen ningún respaldo empírico y huele a prejuicio de clase. La baja de la natalidad está atravesada por múltiples factores. Los contextos de incertidumbre política y económica dificultan proyectarse a futuro. Pero no se trata solamente de un futuro que se avizora incierto sino de la ausencia de condiciones materiales para que las personas puedan tener la familia que desean, de manera que podría pensar también que esta disminución obedece a preferencias adaptativas.
En el ultimo censo, se advierte el éxito de políticas públicas que promovieron el acceso a derechos sexuales y reproductivos, que muestran una caída abrupta del embarazo de menores de 19 años. Si bien la baja en la cantidad de nacimientos fue significativa en todos los grupos, se acentúa en este grupo y solo se mantuvo en el de mayores de 40.

La maternidad y la paternidad implican estar dispuestos a descentrar la mirada individualista y una disposición a recibir la mirada de lxs otrxs, que difiere de la mirada quizás condescendiente que tiene cada quien sobre sí mismo. Estas dificultades en la construcción y sostenimiento de vínculos se da de la mano de cierta humanización de las mascotas. En estos 10 ultimos años en que se dio esta caída abrupta de 40 puntos porcentuales en los nacimientos en Argentina, conocimos a través de las redes sociales a Balcarce, el perro cuya imagen compartió Macri al asumir, desde el sillón de Rivadavia, quizás intentando neutralizar el apodo con el que se lo nombraba y paradójicamente, usando un animal para humanizarse.
Del mismo modo, hubo un uso de Alberto Fernández, de la imagen de Dylan para generar cierta empatía, hasta llegar a Conan y “los hijitos de 4 patas de Milei”. El protagonismo que han tenido los perros de nuestros presidentes en estos 10 años, nos acerca de algún modo al significado que las mascotas o los perros particularmente tienen en nuestras vidas. Ya sea haciendo un “uso” de estas imágenes para humanizarse o que sinceramente los perros tengan un lugar significativo en la vida de estos presidentes, su nivel de conocimiento público nos permite entender parte del contexto en el vivimos, un contexto en el cual las relaciones entre las personas y entre las personas y las mascotas se han transformado en múltiples sentidos.
No es recomendable conclusiones fundadas en prejuicios. La baja de la natalidad y la adopción de mascotas son procesos que tienen que ver con distintos tipos de relaciones y que en algún sentido se vinculan entre sí, pero de ninguna manera existe una relación de determinación o lineal entre uno y otro proceso.
Columna de opinión de la socióloga Soledad Pérez, investigadora del Conicet y la Universidad Nacional de Río Negro
La tasa de natalidad cae a pasos agigantados. Un estudio realizado por el Observatorio del Desarrollo Humano y la Vulnerabilidad de la Universidad Austral revela que, en Argentina, cayó un 40% desde 2014. Esto se refleja especialmente en el cierre de salas en los jardines de infantes y en las escuelas. Paralelamente, cada vez más parejas optan por adoptar animales a los que vuelcan afecto y todo tipo de cuidados.
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