Encontraron el esqueleto completo de un reptil marino en la Antártida

El material fue analizado en el laboratorio del Museo de El Chocón. Se determinó que tiene 67 millones de años.

El paleontólogo José O´Gorman realizaba una campaña de búsqueda en la Antártida cuando sobre el fin de una de las jornadas, vio algo que sobresalía de la tierra. Le pegó una patada y vio a unos pocos metros, una vértebra caudal (de la cola). Un poco más allá, se veía algo más. Ya era tarde y había que regresar a la Base Marambio. Por eso, un integrante del equipo tomó nota del GPS del lugar para saber exactamente en dónde estaban y regresar al día siguiente.

El hallazgo los impactó. Se trataba de un plesiosaurio, un reptil marino de la familia elasmosaurides. La novedad en esta oportunidad fue que encontraron completo el ejemplar.

“Por lo general, lo que sucede es que uno encuentra huesos aislados, fragmentos. En esta ocasión, encontramos un ejemplar que estaba aflorando por el lado de la cola. Lo fuimos siguiendo. Si bien no está completamente preservado, tiene seis metros”, describió O´Gorman a RÍO NEGRO.

El cuello es larguísimo (abarca la mitad de la longitud del cuerpo) y la cabeza, muy pequeña. También encontraron dientes. El esqueleto tenía 48 vértebras cervicales y el cráneo estaba anclado a unos huesos de unos cuatro centímetros de largo.

“El hallazo del cráneo es clave porque, por lo general, no se encuentran partes bien preservadas. Al morir los animales, quedaban flotando en el mar y los cráneos eran los primeros que se desarticulaban”, contó el investigador del Conicet en el Museo de Ciencias Naturales de La Plata. Y aclaró: “La mitad de los caracteres que están en el cráneo permiten trazar la historia evolutiva de una especie. Es una estructura muy importante en términos biológicos”.

El clima de la Antártida amenazó la excavación en varias ocasiones. Pero finalmente se concretó. O´Gorman dijo que, por lo general, termina siendo más difícil decidir que cavar. “Encontrar fósiles es fácil; el problema es lo que pasa después: qué voy a sacar, de qué manera, cuánto tiempo tengo. A mitad de la extracción, nos agarró una tormenta y fue terrible. Había que sacarlo antes de que terminara la campaña”, acotó.

Tras la extracción, los científicos embalaron los materiales que fueron enviados al Instituto Antártico Argentino, en Buenos Aires, que funciona como repositorio. La preparación se hizo en el laboratorio del Museo de El Chocón, en Neuquén.

“Se limpiaron los huesos y descubrimos que era una especie nueva que nunca había sido descripta previamente. Le dimos el nombre Marambionectes molinari en homenaje a Omar Molina, el primer técnico en paleontología argentina que trabajó en la Antártida”, señaló.

Se determinó que el material tiene 67 millones de años. Dos millones de años antes de la extinción de los dinosarios.

El trabajo fue publicado días atrás por la revista Journal of Systematic Palaeontology.

¿Qué tiene de interesante esta especie? Una forma de alimentación similar a las ballenas actuales, a través de la filtración. Cuando hicimos un análisis filogenético del Marambionectes molinari descubrimos que termina siendo el grupo más emparentado con los aristonectinos que tienen una adaptación particular”, mencionó O´Gorman.

Planteó que siempre resultó un misterio cómo habían evolucionado. Los aristonectinos tienen el cráneo más grande, más ancho, con mayor cantidad de dientes y en lugar de capturar peces, “hacían una especie de alimentación por filtración de grandes masas de agua, como si fuesen una especie de ballena”.

O´Gorman recalcó que este reptil marino “termina siendo un eslabón en la cadena evolutiva que nos permite entender cómo se produjo esa transformación. Nos permite aproximar a la transición evolutiva en el grupo de los elasmosaurides”.

Esta campaña fue organizada por el Instituto Antártico Argentino y forma parte de un proyecto de paleontología en la Antártida que ya tiene 40 años. “En la Antártida solo tenemos disponible el 2% del continente para conocer la fauna. Es como mirar por el agujero de una cerradura. La mayor parte de Antártida está cubierta por dos kilómetros de hielo”, afirmó y resaltó la necesidad de tener presencia científica argentina en Antártida de manera continuada.


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