Evangelina es canillita y sostén de familia en Cipolletti: «El diario es un motor que te hace salir adelante»
Empezó a repartir diarios en el 2000. Salía a la madrugada a buscar los ejemplares y repartirlos. Así pudo mandar a su hija a la escuela, cuidar a su madre y mantener la casa. Historias de sacrificio en el Día del Canillita. En otros puntos del país, no hay edición impresa, pero Diario RÍO NEGRO está en la calle y en los kioscos, como todos los días.
Hace 25 años, para Cecilia Evangelina Osses vender diarios era un mundo nuevo, un desafío enorme. Por distintas circunstancias tuvo que dejar el trabajo que tenía y necesitaba un ingreso económico. Así conoció el oficio de canillita. Hoy en otros puntos del país no hay diario de papel, pero Diario RÍO NEGRO está presente impreso y en la calle, gracias a las mujeres y los hombres que te lo entregan en mano todos los días.
Día del canillita: la historia de Cecilia Evangelina Osses
Empezó con reparto domiciliario del Diario RÍO NEGRO en la ciudad de Cipolletti a la edad de 30 años en un ambiente de calle y principalmente de varones. “Fui aprendiendo, fui perdiendo miedos, fui conociendo un mundo al que no pertenecía en ese momento”, comenta.
A punto de cumplir 26 años en el oficio, sigue firme con carisma y empuje a los 56 con la tapa del «Río Negro» en las manos. Se acuerda que en sus primeros tiempos vendía tres ejemplares y la experiencia le permitió llegar a 400 algún que otro domingo.
Empezó con una bicicleta, luego pudo repartir en una moto y ahora logró comprarse un auto. “Con el diario mandé al colegio a mi hija, sostuve en mi casa, porque éramos tres mujeres, mi madre, mi hija y yo. Me enorgullece haberlas podido sacar adelante”, cuenta hoy, a la distancia. Siempre fue jefa de hogar.
Uno de los mayores aprendizajes fue la disciplina y la constancia. “Tuve que aprender a sobrellevar el clima, los inviernos, el cumplir, más allá de cómo estuviera el día, lluvia, viento, sol, nieve”, cuenta Evangelina hoy.
Hubo una temporada en la que la rutina laboral empezaba a las 2:30 de la madrugada, pero actualmente se levanta alrededor de las 4:30 am, se prepara los mates y sale a buscar los diarios para repartir. Hoy por hoy, suma la venta de huevos y el reciclado a su quehacer cotidiano.
Para ella, el oficio de canillita le dio mucho más que dinero para pagar las cuentas. “Lo seguiría eligiendo porque se cosechan muchas, pero muchas, muchas cosas lindas”, dice. Amistades, reencuentros. “Uno vuelve a la calle”, asegura.
Entre sus mejores recuerdos están las épocas de las fiestas cuando los clientes le ayudaban a armar la cajita navideña. “Era gratificante cómo los clientes te reconocen tu trabajo de todo el año”, dice. Le regalaban una sidra, un budín, un pan dulce. “Eso te hace sentir bien, que vale la pena levantarse”, reitera.
“Ser canillita es un motor que te obliga a levantarte, más allá de cómo estés emocionalmente, y tenés que cumplir”.
Evangelina Osses, canillita en Cipolletti.
Un hecho que fue bisagra en su vida ocurrió en 2016. “Ese año falleció mi hija, mi única hija, y el acompañamiento que he tenido de los clientes, es algo que voy a recordar toda mi vida, lo voy a agradecer siempre. Supieron esperarme, supieron entenderme”, cuenta.
“El diario es un motor que te hace salir adelante, te hace salir a la calle, porque vos tenés un compromiso. En ese momento, con las emociones bajas, con los ojos hinchadisimos, yo seguí adelante. Y eso se lo agradezco inmensamente al diario, que fue mi gran excusa para ponerme de pie y seguir batallando”, concluye la mujer.
7 de noviembre: Día del Canillita
La fecha se conmemora desde el 7 de noviembre de 1947 en honor al dramaturgo uruguayo Florencio Sánchez, autor de la obra teatral “Canillita”, cuyo personaje era un chico que vendía diarios por la calle.
La primera vez que en Argentina se escuchó vocear a uno de ellos fue el 1° de enero de 1898: «Compre La República», «La República, a medio peso», gritaban. Hasta ese momento, los periódicos se repartían por suscripción a través del correo, lo que llevaba a leerlos con atraso, a menos que se los buscara en la imprenta.
De esta forma, la venta ambulante era un buen negocio para la empresa y para el lector: recibiría el diario en el acto y a mejor precio. Tan grande fue el éxito del diario La República, que la competencia copió el sistema y la idea fue replicada en Inglaterra y Estados Unidos.
Así surgió un nuevo oficio, conformado por cientos de chicos y jóvenes que se ofrecían a vocear los títulos en la calle para vender la noticia “fresca”, con tal de llevar unos pesos a la casa. Para achicar distancias y llegar más rápido, viajaban colgados de la parte trasera de los tranvías. A la salida del teatro y del cabaret las ventas se multiplicaban. Con el tiempo, aparecieron los primeros puestos callejeros fijos.
¿Quién les puso el nombre de “canillitas”? Lo decidieron ellos mismos en 1947, en honor a Florencio Sánchez. Si bien nació en Montevideo, vivió varios años en Argentina. Su obra se llamó canillita por dos razones: las «piernas flacas» de los diarieros y las «narices que chorreaban como una canilla» en invierno.
“Canilla” deriva del latín “canella”, que significa “cañita” en español. Una de sus acepciones es “hueso largo de la pierna” y otra, dispositivo que “bloquea o libera la salida del agua”.
La obra fue un éxito. Hubo una función gratuita en el Teatro de la Comedia para los diarieros, quienes colmaron la sala y se sintieron plenamente identificados con el nombre.
Sánchez murió de tuberculosis en el hospital Fate Bene Fratelli de Milán, el 7 de noviembre de 1910, con apenas 35 años; en su honor, en esa fecha, se conmemora este día.
Diario RÍO NEGRO saluda a los cientos de vendedores que a lo largo de la geografía de Río Negro y Neuquén entregan todos los días los ejemplares a los lectores.
Comentarios