Gimena, la egresada de la Universidad de Río Negro que se distingue en el mundo por su excelencia académica
La Ingeniera en Biotecnología fue destacada con el premio internacional Isidoro Marin. Se recibió el año pasado con un promedio de 9.13.
Gimena mira para atrás y lo que ve es esfuerzo y disciplina. Estudió durante seis años Ingeniería en Biotecnología en la Universidad de Río Negro, una institución que según ella tuvo una pedagogía destacable dándole las herramientas más importantes para su aprendizaje. Se recibió el año pasado con un promedio de 9.13 y este mes fue distinguida con el premio internacional Isidoro Marin. «Estoy contenta por mí misma y por haberlo logrado».
Gimena Oriana Santarelli tiene 25 años y es de Cipolletti. Su historia académica se formó entre libros y viajes a Villa Regina, donde cursó la carrera. “Empecé en 2018 y finalicé en diciembre del año pasado. Ahora el próximo mes tengo la entrega de diplomas, así que tanto el premio como la entrega son como el regalo de fin de año”, cuenta.
La biotecnología la cautivó desde el primer momento. “Durante la secundaria me gustaban mucho las materias más biológicas y exactas: biología, química, matemática. Quería algo de esa rama, pero no tenía mucha idea de qué estudiar», relata.
Quería estar cerca de su familia y la Universidad de Río Negro le ofrecía eso. «Cuando vi Biotecnología me puse a averiguar y me encantó, porque son muchas las ramas en las que uno se puede especializar”, recuerda.
Durante la cursada, Gimena vivió en Villa Regina, aunque el último año volvió a Cipolletti para realizar su proyecto final. “Hice algunas prácticas en la Universidad del Comahue, así que por eso me volví. Pero los años que estuve cursando viví allá”, cuenta. «Mi mamá me bancó durante la carrera, tanto de manera económica porque yo no trabajaba como cuando ocurrió la pandemia», relata.

Es que no todo fue sencillo. Lejos de casa, con la pandemia durante sus estudios, hubo momentos de duda y soledad. “Soy una persona que está constantemente con su familia y vivo con mi mamá y mi hermano. Los primeros años extrañaba mucho. Si bien son dos horas de viaje en colectivo, durante la semana se extraña», rememora.
«Me agarró la pandemia, que fue una de las cosas más complicadas, porque muchas materias son muy prácticas y no se podían hacer. Fue adaptarse a la virtualidad», cuenta. Sin embargo, destaca el compromiso de los docentes y de su familia. «Los profesores estuvieron muy pendientes. Mi familia me bancó mucho, me dio mucho apoyo, eso me permitió seguir estudiando y poder recibirme”, dice.
De su paso por la Universidad de Río Negro rescata la cercanía y el acompañamiento profesional. “La ventaja es que es una universidad bastante pequeña. Los profesores te conocen, saben quién sos, están muy pendientes. Al ser pocos, podés hacer muchas cosas y llevarte un gran aprendizaje”, destaca.
El Premio Isidoro Marín, que reconoce a los mejores promedios de todas las carreras de ingeniería del país, la sorprendió. “Me enteré hace dos semanas por un mail donde me avisaban que me había ganado el premio», cuenta. Gimena fue destacada con este reconocimiento por su promedio de 9,13. «Para mí fue hermoso recibir la noticia, y que mi directora de carrera me felicitara fue un gran honor”, cuenta. En diciembre viajará a Buenos Aires para la ceremonia de entrega.
Su mamá fue la primera en emocionarse. “Se puso muy contenta porque sabe el sacrificio que fue haber estudiado. Ella me acompañó mucho durante todos estos años. Sabe lo difícil que fue y me dijo que era gracias a todo el empeño que yo le había puesto en estudiar”, relata.
Gimena mira para atrás y aunque es autoexigente, deja a un lado esa disciplina y abraza sus logros. “Me cuesta felicitarme a mí misma. Pero al recibir tantos mensajes fue como… bueno, sí, estoy contenta por mí misma y por haberlo logrado”, repite.
Hoy, ya recibida, trabaja de manera remota para una empresa de Buenos Aires dedicada a la producción de productos biológicos para el agro. “Estoy en el área de desarrollo a campo, analizo ensayos, hago análisis estadístico, generación de informes y todo lo que tiene que ver con producción de bacterias y hongos que se utilizan como fungicidas o fertilizantes para el suelo”, explica.
La historia de Gimena está enmarcada en el Alto Valle y hoy su dedicación logró que lleve el nombre de la Universidad Nacional de Río Negro a un reconocimiento internacional.
Gimena mira para atrás y lo que ve es esfuerzo y disciplina. Estudió durante seis años Ingeniería en Biotecnología en la Universidad de Río Negro, una institución que según ella tuvo una pedagogía destacable dándole las herramientas más importantes para su aprendizaje. Se recibió el año pasado con un promedio de 9.13 y este mes fue distinguida con el premio internacional Isidoro Marin. "Estoy contenta por mí misma y por haberlo logrado".
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