Intentan controlar las quemas de residuos forestales «clandestinas» en Bariloche
Con alguna demora, comenzó la temporada que permite quemar residuos de poda y raleo. El Splif otorgó desde el 9 de mayo pasado hasta la fecha 357 autorizaciones. Hay recorridas diarias para fiscalizar.
Con la reducción del peligro de incendios por razones climáticas, el Splif se concentra en esta época en regular y fiscalizar las quemas de material forestal que realizan cientos de particulares para deshacerse de los residuos de poda y que deben cumplir con estrictas pautas para evitar multas.
La temporada de “permisos” comenzó el 9 de mayo, con retraso respecto de otros años, debido a la fuerte sequía que desaconsejó habilitar las quemas antes de esa fecha.
El costo no es un obstáculo, ya que el arancel vigente es de 200 pesos por volúmenes de hasta 10 metros cúbicos, que equivalen aproximadamente a dos contenedores completos. Si la quema es mayor, el Splif cobra 1.000 pesos.
Las quejas más frecuentes tienen que ver con el lugar para realizar el trámite, ya que hasta hoy es presencial, en la sede del Splif, sobre la ruta de acceso al cerro Catedral. El responsable de la quema que solicita la habilitación debe aportar el título del lote donde la va a realizar, o contrato de alquiler. Si no es dueño ,debe contar con autorización escrita del titular.
El jefe del Splif Bariloche, Orlando Báez, dijo que “en la pandemia se habían dejado de cobrar las quemas”, pero ahora volvieron a hacerlo, a partir del 9 de mayo, cuando quedó habilitada la temporada. Antes de comunicar la apertura, los responsables de la lucha contra incendios estudian las condiciones climáticas y de humedad del suelo. Báez dijo que otros años empiezan con las quemas en abril, pero esta vez se retrasó por el marcado déficit de precipitaciones. Los permisos se otorgan hasta septiembre.
El responsable del Splif aseguró que la actividad de poda, raleo y limpieza es muy intensa, sobre todo en la zona oeste de Bariloche, donde abunda el bosque nativo e implantado.
“En estas primeras semanas la demanda fue muy alta, pero también hay gran cantidad de gente que quema sin permiso -explicó Báez-. Las excusas son que les queda muy a trasmano la oficina para hacer el trámite, o que ´siempre lo hicieron así´, según dicen”.
El jefe del Splif dijo que hacen recorridos a diario para detectar quemas clandestinas y ante una primera comprobación solo realizan “advertencias”. Si el infractor insiste le labran un acta, que luego es enviada a Viedma, al ministerio de Producción, donde se determinan las sanciones.
“Antes el acta quedaba ahí y no pasaba más nada, la resolución nunca llegaba. Pero ahora sí empezaron a aplicar multas, que pueden ser de 40 ó 50 mil pesos”, dijo Báez. De todos modos reconoció que una buena cantidad de quemas no son detectadas porque la jurisdicción que tienen a cargo es muy grande (Bariloche, Dina Huapi y Villa Llanquín) y no pueden abarcarla con eficiencia, ya que solo cuentan con dos vehículos y cuatro empleados para esa tarea.
Cuando los incendios dan respiro
Báez dijo que mucha gente no conoce en detalle el trabajo específico del personal del Splif, que no para en todo el año. Cuando les dan tregua los incendios forestales deben ocuparse de realizar podas, campañas preventivas y también de regular las quemas.
Según lo informado por la vocera local del organismo, Graciela Dinca, desde el 9 de mayo llevan otorgados en esta ciudad 357 permisos y todo indica que quedará superado el conteo del año pasado, cuando en toda la temporada invernal se registraron 750 quemas autorizadas.
La primera recomendación que reciben los responsables autorizados para ejecutar una quema es que la realicen siempre con una fuente de agua a mano, en montículos chicos (no más de dos metros cúbicos), lejos de cualquier construcción y del cerco del vecino. También debe haber una persona permanente en el lugar, no se puede dejar el fuego solo, y es obligatorio apagarlo con abundante agua.
Aun así, el Splif recibe continuas quejas de quienes padecen las consecuencias del humo o porque temen la expansión del fuego sobre sus propiedades. En algunos casos deben comunicarles que se trata de quemas permitidas y que dejar el residuo forestal tirado en el lote los podría generar un perjuicio mayor.
“Uno de los grandes problemas es que algunos queman restos de poda y basura domiciliaria, todo mezclado”, sostuvo Báez. En ese caso el humo es tóxico y mucho más molesto. Ese tipo de residuos no entra en el permiso y quienes lo reducen de ese modo también pueden ser objeto de multa.
Dijo que “es bueno que la gente sepa que el momento de quemar es ahora, por el bajo riesgo, y que en primavera y verano está está estrictamente prohibido”. Señaló que igual el método de apelar al fuego no es el único ni el más recomendado. “Tratamos de generar una cultura del aprovechamiento del residuo vegetal, por ejemplo mediante el chipeo, que tiene un costo, pero se puede usar el producto para compostar, o en parquizados”, dijo Báez.
Dinca dijo a su vez que “podar hay que podar”, pero acumular los restos en un terreno y no quemarlos ni chipearlos “es súperpeligroso. En ese caso es preferible no podar”.
Con la reducción del peligro de incendios por razones climáticas, el Splif se concentra en esta época en regular y fiscalizar las quemas de material forestal que realizan cientos de particulares para deshacerse de los residuos de poda y que deben cumplir con estrictas pautas para evitar multas.
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