La Orquesta Ocasional de Rock Sinfónico, por dentro: rock que se vuelve colectivo
En el Día de la Música, la Orquesta Ocasional de Rock Sinfónico (OORS) muestra cómo un proyecto autogestivo puede unir talento, compromiso y una mirada social más allá del escenario.
Un 5 de abril de 2014 nacía un sueño colectivo: la Orquesta Ocasional de Rock Sinfónico se presentaba por primera vez en la Sala 2 de la Casa de la Cultura. Con 25 músicos en escena, un repertorio elegido y adaptado por ellos, y los sueños impresos en sus partituras, la OORS iniciaba un largo camino de aprendizaje y compromiso.
Orquesta Ocasional de Rock Sinfónico: la historia del nombre
Hoy, la Orquesta es un proyecto independiente y autogestivo, conformado por un grupo mucho más grande que en sus inicios: cincuenta músicos en escena y un equipo de producción que abarca fotografía, arregladores musicales, preparadora vocal, maquillaje, vestuario, prensa, iluminación y sonido.
Lejos de ser improvisado, el proyecto mantiene un funcionamiento que se coordina mediante asambleas, donde dos veces al año los integrantes se reúnen para debatir y decidir democráticamente sobre todo lo que requiere la organización del grupo humano, desde la elección de nuevos repertorios hasta su logística y economía.

Esta característica distintiva del proyecto responde a una premisa sencilla: la orquesta se reúne para ensayar y preparar cada concierto con detalle y, una vez finalizada la presentación, el grupo no vuelve a juntarse hasta la próxima fecha, que a veces puede llegar meses después.
Esta modalidad presenta todo un desafío musical y refleja precisamente una flexibilidad que combina planificación, compromiso y participación colectiva.

Tanto arriba como abajo del escenario, la OORS se divide por familias: producción, banda, coro, cantantes solistas, cuerdas y vientos. Dentro de cada grupo existe un representante (elegido entre los mismos compañeros) que conforma el equipo de coordinación donde se articulan las necesidades del día a día cada vez que una nueva presentación se acerca.
Orquesta Ocasional de Rock Sinfónico: arte con vocación social
Ensaya en la Escuela Primaria N.º 238 “Jorge Newbery”, de Roca, y allí construye una relación que va más allá de utilizar el SUM como espacio de ensayo. Desde sus inicios, la OORS organiza “Conciertos Comunitarios, Didácticos y Solidarios” en distintas escuelas públicas. Estas presentaciones refuerzan un vínculo con un fuerte componente social. La orquesta elige canciones que transmiten un mensaje, ya sea por su letra o por su contexto, y los conciertos buscan generar un diálogo con los asistentes, haciéndolos parte de la interpretación y mostrando cómo funciona cada familia de instrumentos.

En cuanto a la solidaridad, las entradas a estos eventos se destinan íntegramente a cubrir las necesidades materiales de quienes asisten al establecimiento, como útiles, ropa o alimentos.
A lo largo de sus 11 temporadas, la OORS no solo ha interpretado clásicos del rock y el pop de todos los tiempos. Su repertorio también incluye canciones como “Los dinosaurios”, de Charly García; “Latinoamérica”, de Calle 13; o “Sola en los bares”, de Hilda Lizarazu, mostrando así la versatilidad de la orquesta y su capacidad para abordar distintos estilos musicales.
El impacto social y cultural es claro y le ha valido una declaración de interés por parte de la Legislatura de la Provincia de Río Negro, además de obtener el premio “Cultura Imaginada” del Consejo Federal de Inversiones (CFI) y las “Becas Creación 2021 y 2023” del Fondo Nacional de las Artes, por su proyecto discográfico “Mujerock, un homenaje a la mujer en el rock”, que actualmente se encuentra en etapa de masterización.

La próxima presentación será el sábado 29 de noviembre en Roca con la “OORS FEST”, una fecha donde interpretará clásicos del pop y el rock de los 80s y 90s con canciones de Earth, Wind and Fire, Bon Jovi, ABBA y Europe, entre otros.
Más información en sus redes sociales: OORS – Orquesta Ocasional de Rock Sinfónico.
Orquesta Ocasional de Rock Sinfónico: transforma, impulsa y conmueve
Para quienes integran la OORS, el proyecto trasciende lo estrictamente musical. Su productora, Verónica Ramírez, lo resume así: “Es un grupo humano increíble (…) creo que no dimensionan lo que generan cuando se suben al escenario.”

Esa energía también se vive desde adentro. El oboísta Nazareno Cuevas destaca el espíritu que comparten: “Es un grupo con hambre de seguir creciendo, de seguir logrando cosas.” En cada ensayo se percibe esa búsqueda colectiva que da identidad a la orquesta: un equilibrio entre técnica, intensidad y emoción que convierte el trabajo diario en mucho más que preparación musical.

Su director, Anderson Perea Da Silva, lo expresa desde su rol de guía: “Es muy lindo ver cómo la OORS es parte de la vida de mucha gente y cómo lo hace suyo… es una responsabilidad muy grande.” Y es justamente esa mezcla de compromiso, sensibilidad y comunidad la que termina por definir la experiencia, adentro y fuera del escenario.

Orquesta Ocasional de Rock Sinfónico: la mirada fotográfica
Por Juan Thomes
Una tarde de septiembre llegué al SUM de la Escuela 238. Desde la calle ya se escuchaban los compases de uno de los temas que interpreta la OORS. Era el primer ensayo que iba a presenciar. Hablé con Ander, su director, sobre dónde podía moverme sin molestar; me dijo que podía circular libremente.
Mientras avanzaba, descubrí miradas de aprobación, de complicidad, y charlas en las que me enteré de por qué cada uno está dentro de la OORS: por gusto, por lo único del proyecto, por invitación o simple curiosidad. Hablan de la orquesta como un espacio personal y que todos disfrutan, más allá de las situaciones que atraviesa cualquier grupo humano.

El ambiente está cargado de concentración. Prestan atención a los mínimos detalles, a sonidos o modos de ejecución que quienes no nos dedicamos a la música no percibimos. Camino, observo, e interactúo a través de gestos y miradas. Manu, vibrafonista, muestra cómo estar cómoda y concentrada es una necesidad que va de la mano con tocar. Cuando llegan, cada uno arma sus instrumentos y organiza su espacio. Martín, en la batería, siempre necesita una mano; mantenemos un diálogo al pasar y cada vez que me acerco para hacer una foto muestra una disposición espontánea.

En el piano está Belén, que no hace mucho se incorporó. Busca constantemente la mirada de Ander para seguir sus indicaciones. A veces, el director detiene la interpretación para corregir o ajustar un arreglo; se prueba, se modifica y se avanza.
En un momento de descanso, Gilda se relaja apoyándose en el mástil de su violín. Lo mismo hacen Clara y Lucía, coristas que conversan entre risas.

Todo transcurre entre miradas y señales mínimas, como cuando Gisela y Candela, solistas, interpretan a dúo un tema y se entienden casi sin hablar.
En los conciertos, la dinámica no es distinta, solo que ahí aparecen quienes no vemos en los ensayos: la productora Verónica, la maquilladora Betiana, el sonidista Aldo y el iluminador Antonio, imprescindibles desde otro lugar.
Haber tenido la oportunidad de fotografiar a la OORS fue una de las coberturas más maravillosas de este año. Agradezco a todos por esta experiencia especial.
Un 5 de abril de 2014 nacía un sueño colectivo: la Orquesta Ocasional de Rock Sinfónico se presentaba por primera vez en la Sala 2 de la Casa de la Cultura. Con 25 músicos en escena, un repertorio elegido y adaptado por ellos, y los sueños impresos en sus partituras, la OORS iniciaba un largo camino de aprendizaje y compromiso.
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