Los robots que recorrieron las escuelas de Neuquén enseñando “que nada es imposible”

Eduardo y Martín son técnicos de profesión, pero el amor por la docencia los impulsó a crear un proyecto que los llevó a más de 30 colegios públicos para hablar de robótica, impresión 3D y programación para diversos usos.

Muchas veces se cree que la posibilidad de crear objetos capaces de responder órdenes del ser humano, es algo realizable únicamente por científicos en sofisticados laboratorios. Romper con ese mito y acercar la robótica a los alumnos de los colegios técnicos y agropecuarios públicos de Neuquén, fue lo que motivó a dos docentes que por medio de la autogestión lograron concretar un proyecto sin precedentes.

Eduardo Brida y Martín Montenegro son técnicos del Centro Regional de Educación Tecnológica (CeRET) de Neuquén, una institución provincial que realiza capacitaciones sobre distintas prácticas vinculadas a la tecnología. Su labor se centra en brindar soporte los alumnos que cursan los últimos años en las Epet y Epea.

Hace un año elaboraron un proyecto para dar clases a más de 1.600 alumnos de 30 establecimientos a lo largo y ancho de la provincia, el cual concretaron con mucho esfuerzo en septiembre. Las “Masterclass” ofrecieron capacitación sobre robótica e impresión 3D, utilizando un lenguaje didáctico y con prácticas realizables por todos los alumnos.

Maximiliano Montenegro es técnico electrónico y da clases en el Centro Regional de Educación Tecnológica (CeRET). Foto Yamil Regules

Robots capaces de bailar canciones de Michael Jackson, dispositivos que responden a las señales de las manos, enviar mensajes y que sean controlados por celulares, son algunos de los ejemplos con los que enseñan las virtudes de la robótica, la impresión y la programación.

“Nuestra idea es mostrar que se puede hacer un robot o manipular las impresoras 3D en el ámbito escolar y que junto a la programación son herramientas que pueden aplicarse en el campo laboral pero también en la vida cotidiana”, contó Eduardo.

“Nuestra idea es mostrar que se puede hacer un robot o manipular las impresoras 3D en el ámbito escolar».

Eduardo profesor de robótica

La tecnología aplicada en las actividades agropecuarias para controlar y desarrollar la producción de frutas y hortalizas es otro de los puntos fuertes y de mayor aceptación principalmente en las escuelas agropecuarias. Con ese concepto se enseño a construir un invernadero capaz de controlar los niveles de humedad en la tierra y la planta, para que de manera automática se reponga el agua y el ambiente sea el ideal para el desarrollo de lo cultivado.

Eduardo Brida y Maximiliano Montenegro muestran un invernadero inteligente, realizado y programado por ellos. Foto: Yamil Regules

El mensaje detrás de la enseñanza


Eduardo y Martín visitaron con sus clases todas las localidades de Neuquén donde existe una Escuela Provincial de Enseñanza Técnica EPET o  Escuela Provincial de Educación Agropecuaria EPEA. Ese camino no fue fácil y si bien reconocen que no tuvieron trabas administrativas por parte del Consejo Provincial de Educación debieron lidiar con la falta de apoyo en el proyecto que comenzó en abril y terminó en septiembre.

«Tuvimos el apoyo gubernamental para el viaje a Chos Malal, pero en la mayoría de los casos costeamos y realizamos las clases con nuestra autogestión» explicó Martín, quien ejerce la docencia en el CeRET desde el 2018 y que incluso debió recorrer 100 kilómetros en su moto hasta Añelo, para dictar una de las masterclass en la Epet 23 de Añelo.

«Una vez me tocó ir en moto hasta Añelo, hice 100 kilómetros para dar la clase con Eduardo».

Martín Montenegro, técnico.

«Nosotros llevamos mensajes superadores, de que no hay imposibles y para que los estudiantes se inspiren desde lo motivacional, eso es algo que trasciende toda disciplina pedagógica», comentaron. Hasta los pequeños robots llamados «Otto» realizados con tecnología de libre acceso y con piezas impresas en 3D mencionan frases como “el que hace se equivoca muchos, muchas veces pero no comete el peor de los errores que es no intentarlo”. Este fue el secreto para superar todas las adversidades y cumplir la meta.

Eduardo explica que en sus recorridos se encontraron con los efectos de la pandemia en las comunidades educativas y que llevar los robots y las impresoras sirvió también para revincular a los alumnos al ámbito escolar.

«Las actividades prácticas se realizaron con nuestros materiales teóricos y construimos dispositivos en conjunto, fue muy lindo ver como interactuaban con los materiales y desafiaban sus propias barreras» contaron.

Muchas de esas herramientas puestas a disposición, están puestas en marcha en el sector privado y no están al acceso de personas que no tienen conocimientos técnicos, por eso parte de la propuesta educativa fue «ofrecerles una oportunidad poco probable fuera de las masterclass».


Los diversos usos de lo aprendido en los talleres


Según explicaron, las posibilidades con el buen uso de la tecnología enseñada son infinitas. Sin embargo la filosofía de trabajo de ambos docentes procura la utilización racional y amigable con el medioambiente.

«Si se usa bien lo que enseñamos puede servir para ayudar, por ejemplo a personas con discapacidad» contó Martín. En este punto también se destaca por ejemplo al realización de una pieza para un equipo de respiración del hospital Castro Rendón. «Es una parte que no se consigue en el mercado actual y la única forma de reemplazarla es a través de la impresión 3D», detallaron.

Construcción de casas, reemplazar órganos, elementos sólidos y flexibles e incluso ya se está investigando la impresión de materiales comestibles. Esas son las actuales posibilidades de «la 3D».

También destacan el amplio uso de técnicas de programación, algo que enseñan en las escuelas incluso sin la necesidad de utilizar una computadora. «Creamos un sistema de programación con piezas que imprimimos, es un material didáctico que las escuelas pueden usar en diversas materias, pasando por la física y la matemática», comentó Martín.

«Creemos que la educación es hacerles conocer el mundo con el saber» destacaron.

Matrícula escolar

1.600
alumnos de 30 establecimientos educativos pasaron por las masterclases.
Los «Otto» son modelos robots de acceso libre que pueden realizar todas las personas con los conocimientos básicos. Foto: Yamil Regules

El nacimiento de una red educativa


Escuelas de Neuquén capital, Centenario, Plaza Huincul, Plottier, Senillosa, San Patricio del Chañar, Añelo, Las Ovejas, Chos Malal, Junin y San Marín de Los Andes, son algunas de las que abrieron sus puertas a las clases de Eduardo y Martín.

La experiencia en esas comunidades educativas les permitió crear una red informativa que potencian en un grupo de Whatsapp con más de 160 docentes y que terminó en una plataforma colaborativa donde se comparten datos y se despejan dudas sobre proyectos relacionados a la robótica, la impresión 3D y la programación.

Martín explica cómo funciona la impresora 3D. Foto: Yamil Regules

“A partir de las masterclass se creó una verdadera red institucional y académica muy valiosa” esta sinergia pedagógica se materializará en una gran exposición que se transmitirá por Youtube y de la que serán parte las más de 30 instituciones técnicas y agropecuarias. La muestra se realizará el 19 de noviembre.

Eduardo explicó que tienen muchas expectativas porque hay varios proyectos realizados por alumnos que son innovadores, por ejemplo un robot que limpia los pisos de la escuela y otros desarrollos pensados para las actividades agrónomas.

Ya sea por la química profesional que supieron forjar o por el compromiso con la enseñanza, Eduardo y Martín construyeron un sólido equipo que ya planifica unir a más escuelas por medio de la robótica.

«Gracias a dios nos encontramos y sabemos complementarnos, Martín sabe muchísimo sobre impresión 3D y yo me especializo en las placas, pero además en conjunto creamos todo el material teórico de las clases y el proyecto pedagógico, son muchísimas las horas que pasamos trabajando en esto y nos pone feliz la recepción de los alumnos pero también la de los docentes, que nos motivan a seguir construyendo«, comentó Eduardo mientras encendía a uno de los robots en el centro ubicado en la calle San Marín al 3000 de Neuquén capital.

«Creamos todo el material teórico de las clases y el proyecto pedagógico que recorrió la provincia».

Docentes del CeRET.

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