Por la cueca neuquina, contra viento y marea: la patriada que busca hacerla conocida en el país

Un matrimonio de bailarines se puso este desafío al hombro hace mucho, en un contexto nacional donde pocos saben de esta danza patagónica. Consagrados en el prestigioso Festival de Laborde, todavía les falta el premio más deseado, pero insisten.

Reconocimientos y trayectoria es lo que les sobra a este dúo de neuquinos, Isaid González, de Buta Ranquil, y Zulema Retamal, de Plaza Huincul, dedicados a la danza desde siempre. Pero lo que les quita el sueño y a la vez, los incentiva a no dejar de soñar, es algo mucho más grande, que los excede incluso como profesionales: que la cueca neuquina con la que se criaron se consagre a nivel nacional. Así, sin recurrir a danzas típicas de otras provincias, abrazaron en el pecho el tañido que golpea la guitarra de la cantora, para llevarlo a competir en el Festival “más argentino de todos” y que logre el reconocimiento que ya nadie podrá quitarle.

En las últimas tres ediciones del Campeonato, la decisión del jurado los ubicó en el podio de los mejores del país, con dos terceros puestos y un segundo puesto este año, compitiendo con referentes de regiones con amplia tradición y mucha más historia registrada que la neuquina, como Córdoba misma o incluso Buenos Aires. Pero el 1° premio todavía se hace desear, como una copa del mundo imaginaria que desde algún lado susurra: “todavía no es el momento”. “Puede ser, si. Todavía no es el momento pero ya va a llegar”, responden ellos por dentro, convencidos de que los logros son fruto del talento pero mucho más de la perseverancia.

Basta con escucharlos hablar de su planificación anual para entender que ni siquiera le dan “un tranco” de ventaja a la frustración y ya para 2025 van a empezar a prepararse un mes antes de lo que hicieron para la edición de este año. “No vamos de vacaciones, los festivales merecen un profundo respeto”, explicó Isaid en diálogo con RÍO NEGRO. No sólo por el honor de haber sido elegidos en los preselectivos, sino por la preparación tanto física, como coreográfica y hasta mental que ellos necesitan para tener el mejor desempeño, porque “desde ya se sabe que en una instancia como esta no hay lugar para el error”, agregó Zulema.

Los bailarines agradecieron al Museo de la casa del Dr. Plottier por facilitar el ingreso al lugar para esta sesión de fotos.

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Sobre qué es lo que falta aún para conseguir el objetivo, la difusión de la esencia que viene con la cueca neuquina es un punto que tiene directa relación con lo que escuchan en el veredicto de los especialistas. “Ya no nos hacen devoluciones para mejorar, sobre la danza en sí”, reconoció Zulema. Los comentarios apuntan a la presentación, pero en un ambiente donde se conoce poco de la cueca neuquina, no queda otra que seguir incluyéndola hasta hacerle un lugar, casi una labor docente. “La diferencia es que llevamos la historia de un baile vigente, en cambio las demás provincias muestran variantes de danzas ya conocidas y registradas. En cinco minutos tenemos mucho para mostrar, contar que la cueca no es solo cueca, sino también historias cotidianas y costumbres que siguen vivas”, sostuvieron.

La idea del “relato que continúa” también queda a la vista en las temáticas que vienen eligiendo para subirse al escenario. “La primera vez llevamos la historia de dos crianceros en una veranada, la segunda mostramos la celebración de la trilla y este año contamos lo que sucede después, cuando el trigo va al molino”, relató Zulema.

Una foto antigua, de la década del ‘70, nos trajo a nosotros el tema. Nos aportaron recuerdos parientes de Buta Ranquil, gente de Chos Malal y en este caso, una postal registrada en El Cholar”, explicaron. La escena muestra a dos músicos, guitarra y acordeón en mano, que están tocando fuera del emblemático molino San Francisco, el primero de la provincia, que ya ostenta 116 años. Son observados por la típica pobladora del interior, con pañuelo en la cabeza, que los escucha mientras controla una olla sobre el fuego.

Acompañando la puesta en escena, la diferencia de este año fue la presencia de más músicos y ya no sólo la cantora nativa entonando en vivo. En la edición 2024 estuvieron Jonathan Lillo, Daniel Díaz, Nicolás Baeza y Miguel Ramírez.

El atuendo típico y sencillo de las pobladoras del interior neuquino. Foto: Florencia Salto.

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Foto: Florencia Salto.

Ahora sólo queda seguir apostando. Para vivir esos 15 días de nervios y competencia, no sólo en Laborde, sino también en el PreCosquín, fueron muchos los aportes que recibieron, no sólo en eventos a beneficio y capacitaciones, sino también a voluntad de quienes los conocen de toda la vida y saben del esfuerzo que implica mantener vivo este anhelo. La inflación y los aumentos que se registraron en los últimos meses hicieron de esto una gesta millonaria, entre pasajes, viáticos y estadía de todo el equipo de trabajo. Pero lo lograron.

“Nos emocionó mucho el apoyo de la gente y nuestra familia, la mano que nos dieron, como el hombre que me pidió el sombrero en una de las ferias, para «pasar la gorra» entre las mesas de la gente que nos vino a ver y que aunque ya había pagado su entrada, siguió aportando. Por eso no nos importó salir de viaje un 31 de diciembre, mientras todos estaban brindando, porque sabíamos que lo que llevábamos era importante”, concluyeron.

Como soñar no cuesta nada, pero hay que declararlo si queremos verlo hecho realidad, se ven a sí mismos felices, si piensan en el día en que llegue ese esperado 1° puesto. “Va a significar cerrar un ciclo”, confesó Isaid, con el deseo de ver a su provincia tomando a la cueca como propia, dejando en la historia el mayor aporte posible.

«No nos importó viajar un 31 de diciembre, porque sabíamos que llevábamos algo importante”, recalcaron. Foto: Florencia Salto.

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