Ser refugiado en Argentina: “Dejar tu país en busca de protección es una situación súbita y dolorosa”

Mauricio Viloria llegó desde Colombia con su esposa en el 2009 ante la persecución política que sufrían en su país. Cuenta que en la Argentina fue bien recibido y construyó vínculos, pero que para una persona refugiada lo más doloroso es no poder elegir volver a su tierra. En este Día Mundial del Refugiado, participa junto con otros pares en un programa de radio que busca concientizar sobre la crisis de quienes abandonan su lugar de origen en busca de seguridad.

Mauricio Viloria tiene 48 años. Nació en Colombia, pero hace más de 14 años él y su esposa llegaron a la Argentina buscando refugio de la persecución política que sufrían en su país. Es licenciado en Ciencias Sociales y Trabajo Social. Es defensor de derechos humanos, ha trabajado por varios años en asesoramiento a personas con necesidades de protección internacional y por el reconocimiento de los derechos a la memoria, la verdad y la justicia de estas poblaciones en nuestro país  y en la región. 

Actualmente, Mauricio trabaja en el Comité contra la Tortura, que depende de la Comisión por la Memoria, de la provincia de Buenos Aires. También trabaja en el espacio de Memoria y Derechos Humanos que funciona donde antiguamente estaba la Escuela de Mecánica de la Armada (ESMA).

—¿Cómo llegaste a la Argentina?

—Salí de Colombia en noviembre de 2008. Tras una travesía por tierra llegamos a la Argentina en enero del 2009 y al arribar a la frontera presentamos la solicitud de refugio por motivos de persecución política, por el trabajo que hacíamos en derechos humanos, sobre desplazamientos forzados internos. Era un escenario complejo. Desde el 2000 veníamos en un proceso de búsqueda de la paz, pero en 2008 el Gobierno apostó por una salida militar, que llevó a mucha persecución a movimientos sociales y escaló la conflictividad. No pudimos volver por diez años hasta que se firmó el acuerdo de paz y la situación cambió, al menos parcialmente. Ahora vivimos otra parte de la historia, en la que podemos retornar.

—¿Cómo fue tener que cambiar de país y cultura?

—Cuando sales de tu lugar de origen buscando protección no es algo que planeas, no teníamos ese proyecto de vida. Fue una situación súbita y dolorosa. Hay desarraigo al dejar tus afectos, tus proyectos. Si bien en el nuevo lugar te sientes seguro porque no hay un riesgo inminente, no tienes lo que dio sentido a tu existencia. Nos sentimos acogidos, pero seguíamos siendo refugiados porque no podíamos elegir volver.

—¿Qué los ayudó en este contexto a empezar de nuevo?

— Acá encontramos sintonías con los proyectos que teníamos en derechos humanos, lo que  nos ayudó a pensar a Colombia desde Argentina. También a aprender de la región, a conocer que en otros países también se trabaja contra vulneraciones a derechos humanos. Encontrar vínculos de solidaridad hizo posible que podamos enfrentar el desarraigo e incluso construir afectos.

—Y también pudiste trabajar por los derechos humanos, tanto de Colombia como de Argentina…

—Logramos encontrar en las experiencias de procesos de memoria en Argentina una sintonía con lo que vivíamos. Encontramos interés en escuchar y compartir esas experiencias. Cuando se firmó la búsqueda de la paz en 2016 comenzamos a trabajar con organizaciones como Memoria Abierta y otras que trabajan con personas refugiadas que se sumaron al desafío de contar las violaciones de derechos humanos en Colombia para quienes estaban fuera del país. En esa solidaridad se nutrieron los vínculos, pero también la búsqueda de soluciones para quienes siguen con necesidades de protección en otros países.

—¿Qué desafíos plantea hoy la crisis de personas refugiadas, que son cada vez más año a año?

—Un gran desafío es que la protección internacional se mantenga en un marco amplio. Me preocupa la ideologización en las respuestas y que algunos problemas se visibilicen más que otros. Por ejemplo, hoy se habla mucho de Ucrania, que es una situación muy compleja por supuesto, pero no se habla tanto de Sudán, donde hay gente que pierde su vida intentando escapar. Los conflictos armados escalan y es perverso que quienes invierten en la guerra también invierten en soluciones humanitarias, es irónico. Se debería avanzar en soluciones pacíficas y que cada persona pueda elegir donde vivir.

Foto:ACNUR

Mauricio es uno de los participantes del programa radial producido por ACNUR (la agencia de Naciones Unidas para personas refugiadas) que se va a emitir este martes 20 de junio desde las 19:30 en el marco del Día Mundial del Refugiado. El programa (se puede escuchar acá) será conducido por los periodistas Joaquín Sánchez Mariño y Leticia Martínez, tendrá la presencia del actor Osvaldo Laport (embajador de ACNUR), y varias personas refugiadas que contarán sus historias de vida: los artistas venezolanos Steffania Uttaro y Azula Ballroom, Snyre Jean Charles (Haití), Lía Valeri (Venezuela) y Okba Aziza (Siria). 

Además, te recomiendo la última edición de la newsletter OXÍGENO, que escribimos con Juan Carr y en la cual reflexionamos sobre la situación de las personas refugiadas.


Este contenido fue originalmente publicado en RED/ACCIÓN y se republica como parte del programa ‘Periodismo Humano’, una alianza por el periodismo de calidad entre RÍO NEGRO y RED/ACCIÓN.



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