Ser vegano en Neuquén, un cambio filosófico

Quienes eligen esa opción ya no se sienten “raros”. Aumenta la oferta gastronómica y de vestimenta.

SOCIEDAD

“Hace unos años era peor, hoy ya no somos bichos raros”, dice Marcela, que tiene un servicio de viandas y eligió la “alimentación consciente”. El consumo de carne “está muy arraigado, si no comés te miran raro”, aporta Adriana, dueña de un restaurante con carta solo vegana.

Los cambios en la alimentación como el veganismo y vegetarianismo (que no son lo mismo, ver aparte el diccionario) son cada vez más frecuentes, sobre todo en los jóvenes. Hay quienes cumplen dietas más estrictas y extienden esta filosofía a la vestimenta, el entretenimiento y la cosmética en defensa de los derechos animales; otros se sumaron por razones de salud y tienen dietas más flexibles.

En Neuquén muchos restaurantes incluyen menús veganos o vegetarianos. También hay diversos negocios donde comprar semillas -indispensables en este tipo de alimentación- y servicios de viandas.

Adriana Livello es propietaria del restaurante vegano, hace siete años se volvió vegetariana y sostiene que “está arraigado culturalmente el consumo de carne y si no comés te miran raro”.

“El cambio siempre es duro, pero hace algunos años era peor, hoy quien elige un cambio en la alimentación sufre las cargadas pero ya no es un bicho raro, es uno más de ese gran grupo que está en el cambio”, dice Marcela Peiris, que tiene un servicio de viandas y hace algunos años eligió la alimentación consciente.

Adriana no estudió cocina y jamás había pensado en dedicarse a la gastronomía, pero desde que se volvió vegetariana empezó a cocinar más, se le dio la posibilidad de abrir un restaurante y decidió que sea vegetariano. Inauguró hace poco y tuvo “una respuesta muy buena y sobre todo de la gente que es vegana, están contentísimos porque dicen que no tenían dónde ir a comer”.

Marcela es docente y hace siete años lleva adelante un emprendimiento de viandas saludables para todo tipo de corrientes de alimentación. “Tuve crisis de profesión, tomé distancia, necesitaba dedicarme a algo que me diera mucho placer y la cocina siempre fue un placer enorme para mí. Tenía que ser un servicio también y tenía que poder trabajar desde mi casa, entonces cerró por todos lados dedicarme a la comida”, cuenta.

Eligió la “comida consciente” como filosofía alimenticia que implica que “pienses tu comida, de dónde viene y cuál es el proceso, entonces tu cuerpo empieza a discriminar y encuentra su propia corriente de alimentación”.

No consume lácteos, ni harinas, ni carne, “eventualmente en una reunión social como una pizza y lo hago con mucho gusto, pero es eventual”, explica. Antes de cambiar su dieta “sufría descomposturas recurrentes de hígado y las controlaba a fuerza de Buscapina pero los síntomas de toxicidad en el cuerpo persistían”.

Julieta Dell Arciprete y Fabiola Platero son parte de “Voz Animal” y decidieron cambiar su alimentación a partir de su activismo en defensa de los animales, ya que consideran que “tienen sentimientos y derechos igual que los humanos”. Para ellas el no consumo de productos de origen animal es una evolución y “el asado vegano es lo más”. Julieta explica: los carnívoros “no comen la carne cruda, le ponen condimento y la cocinan, en realidad lo que les gusta no es el sabor de la carne, es el condimento, por eso para los asados hacemos seitan (un preparado a base de gluten de trigo de aspecto similar a la carne), lo condimentamos y es riquísimo”.

> Informarse antes de decidir

Las profesionales del Servicio de Nutrición del Hospital Castro Rendón explican qué precauciones hay que tomar si se decide dejar de consumir lácteos o carnes, y sostienen que la clave es informarse.

“Desde lo científico, la carne es fuente de hierro y si no consumís se dificulta en algunas etapas de la vida, porque una cosa es hacerte vegetariano cuando tenés 40 ó 50 y otra cosa es cuando empiezan en la adolescencia, entre los 11 y los 15 que es cuando tienen el mayor desarrollo, o si estás embarazada. Es distinto también en las mujeres que en los hombres, la leche y todos los lácteos son la principal fuente de calcio y es difícil remplazarla”, explican.

También hacen énfasis en la necesidad de informarse correctamente: “Ahora se puso mucho de moda, se dicen cosas como que la leche produce cáncer o que comer mucha harina te vuelve celíaco, y no tiene fundamento científico. Está bárbaro consumir menos harinas pero no es cierto que te vuelvan celíaco”, sostienen. “El problema está en dejar de consumir algún alimento en especial sin informarse y no complementar esa dieta con otro alimento que aporte esos nutrientes como podrían ser las semillas por ejemplo”, agregan.

> Qué comer en las Fiestas

“Tengo una familia de italianos, se me hace bastante difícil pero desde hace tiempo para las Fiestas preparo comidas más extrañas, con mucho color, y llevo para compartir. Hago, por ejemplo panqueques, de remolacha rellenos de espárragos y después todos quieren probar. Al principio fue duro hacerle entender a mi familia y que no molesten; ahora llevo mi comida y les convido”, cuenta Adriana Livello.

Julieta Dell Arciprete tiene una experiencia similar: “Vengo de una familia de campo, hace unos años era la burla, ahora ya me respetan y hasta comparto con ellos la comida que hago”, dice.

Marcela Peiris, desde su emprendimiento, va a dictar un curso sobre cómo armar una mesa de Fiestas “muy rica y atractiva”. “Pensamos en una fiesta lo más saludable posible, porque se puede”, explica Marcela y adelanta algo de su propuesta: “Si no queremos estar con resaca al otro día se puede plantear una noche con una comida muy rica y liviana, libre de harinas que son de tan difícil digestión, dejar las calorías para el momento del brindis y pensar en bebidas que no estén cargadas de alcohol como un espumante de frutas o un licuado de frutas mezclado con kéfir, que es una bebida que se genera a partir de un hongo muy parecida a la sidra y además es reconstituyente de la flora intestinal. Para el brindis, podemos pensar en una mesa calórica pero con buena caloría, que no falten las nueces, una panificación saludable o una tortita negra pero libre de grasas, sin manteca, sin margarina con un buen aceite que es calórico pero son buenas calorías”. También menciona la importancia de preparase: “el día anterior podemos tener un ayuno frutal que no es morirse de hambre sino comer mucha fruta”, propone.

> Diccionario alimenticio

• Veganos: consumen sólo productos de origen vegetal. Dentro de este grupo muchos acompañan su modo de alimentación con activismo en defensa de los animales y por lo tanto no consumen indumentaria, entretenimiento o cosméticos que impliquen en su proceso productivo maltrato animal.

• Vegetarianos: no comen carne (incluyendo pollo y pescado), pero sí productos animales que no ocasionan la muerte del animal, como leche, yogur, queso, huevos y miel.

• Semivegetarianos: consumen carne, pero en la menor cantidad posible, y en general evitan las carnes rojas.

• Pollo-vegetarianos: consumen sólo pollo y productos de origen vegetal.

• Macrobióticos: esta dieta está basada en la filosofía zen; clasifica los alimentos en dos categorías, yin y yang, e implica el consumo equilibrado de elementos de ambas categorías.

> Ropa y cosméticos especiales

Voz Animal es una agrupación activista vegana de Neuquén que milita por los derechos de los animales. “Somos la voz de los que no tienen voz”, dicen Julieta Dell Arciprete y Fabiola Platero, quienes formaron hace cerca de seis meses esta agrupación a través de las redes sociales. Realizan distintas actividades, hace un tiempo compraron una chancha para rescatarla del matadero, organizan ferias y distintas campañas de concientización.

“No somos veganas por nuestra salud, es por el respeto a los animales, por la no explotación. Vivimos y dejamos vivir”, aseguran. Aclaran que “el veganismo es una filosofía de vida que está en todos los aspectos: en la comida, en la vestimenta, en los cosméticos, en las bebidas. En todo eso hay explotación animal”, en cambio “el vegetarianismo es sólo una dieta que además incorpora leche y huevos que implican la explotación animal”.

Cada una de ellas es dueña de su emprendimiento “sin crueldad animal”. Julieta tiene una marca de ropa, “no utilizo pieles animales, ni cuero, ni seda, ni lana animal, ni gasa, todo es sintético”, cuenta. “Mi idea a futuro es poder crear mis propios tejidos más ecológicos porque hasta ahora mi única opción sin explotar a los animales es lo sintético, que es del petróleo”, explica. Y reconoce: “es toda una contradicción, pero por algún lado se empieza”.

Fabiola hace perfumes y proyecta incorporar más cosmética en un futuro cercano. Sus productos “no están testeados en animales y no tienen componentes de origen animal”. “Uso colorante vegetal y alcohol de cereales; en la cosmética también se usa cera de abejas, yo no la uso y se puede reemplazar con cera de soja, de carnauba o de candelilla”, cuenta.

María Pía Borja | mpiaborja@gmail.com


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