Tiene 72 años y subió el cerro Champaquí junto a sus amigas: una hazaña que celebró en lo más alto de Córdoba
La riocoloradense alcanzó la cumbre a casi 2.800 metros y lo hizo rodeada de amigas que la alentaron en cada tramo, en una travesía que terminó siendo un abrazo colectivo.
Cerca de las 15 horas del lunes, cuando el sol empezaba a inclinarse sobre las Sierras Grandes y el aire se volvía más liviano, la vecina riocoloradense Elena Senk, con sus 72 años bien llevados, llegó a la cumbre del Cerro Champaquí. No lo hizo sola ni de casualidad: lo hizo rodeada de afecto, de manos que acompañan, de miradas que empujan cuando las piernas aflojan.
El Champaquí -ese gigante de casi 2.800 metros, de Córdoba, que a veces asusta y otras veces enamora- recibió a Elena como se recibe a quienes llegan con el corazón abierto.
El cansancio estaba, claro, pero también esa chispa en los ojos que solo aparece cuando alguien consigue algo que parecía demasiado grande.
A su lado caminaron otros vecinos reconocidos y conocedores de grandes alturas: Verónica Curruinca, Gladys Izaurralde, Pepe Cartagena, Mónica Gauna y Jorgelina Calliera, guía de Alto Rumbo Turismo Alternativo, que no solo marcaron el sendero: fueron sostén, compañía, risas, silencio compartido y aliento en los tramos más duros.
Entre todos armaron un pequeño refugio emocional que les permitió avanzar paso a paso, conscientes de que la montaña se sube con las piernas, pero también y sobre todo con el alma.

Las fotos que llegaron a este medio, cuentan mejor que cualquier palabra: manos extendidas, abrazos espontáneos, la bandera levantada con orgullo, el brillo en los ojos de Elena cuando supo que ya estaba, que lo había logrado.
Es ese instante en el que el mundo se queda quieto y solo existe el viento, la piedra y un grupo de personas que celebran algo más que una cumbre: celebran una historia de vida.
Elena no gritó. No hizo falta. Su emoción se dijo sola. A su ritmo, con la serenidad de quien ha aprendido a valorar cada minuto, tocó el punto más alto de Córdoba y, con ello, volvió a demostrar que la edad no es una barrera, sino una manera distinta -y quizá más profunda- de mirar el camino.
Hoy, en esa cima que parece tocar el cielo, Elena dejó una huella que no se borrará. Y quienes la acompañaron volverán a sus casas con un recuerdo que pesará menos que una mochila, pero más que cualquier piedra del camino: la certeza de que los grandes logros no entienden de edades, sino de voluntad.
Cerca de las 15 horas del lunes, cuando el sol empezaba a inclinarse sobre las Sierras Grandes y el aire se volvía más liviano, la vecina riocoloradense Elena Senk, con sus 72 años bien llevados, llegó a la cumbre del Cerro Champaquí. No lo hizo sola ni de casualidad: lo hizo rodeada de afecto, de manos que acompañan, de miradas que empujan cuando las piernas aflojan.
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