«La Jefa», la perra policía que patrulla el centro de Neuquén y hace amigos

Si paseás por la ciudad no temas, que alguien te cuida. Jefa llegó hace poco más de un año a la Comisaría Segunda de Neuquén, muerta de frío, flaca y deshidratada. Los policías la recibieron, le dieron calor, alimento y nunca más se fue. Hoy sale a recorrer las calles todos los días, hace amigos.

Una leyenda cuenta que cada vez que un perro sigue a un policía, es un compañero policía que falleció, y que llega a hacer compañía. Mito o verdad, las comisarías siempre tienen amigos de cuatro patas, que se quedan allí. Eso pasó con «Jefa», una perra que llegó a la Comisaría Segunda de Neuquén un invierno, se instaló y hoy patrulla la ciudad para luchar contra el delito, y hacer amigos.

El día que llegó, la cabo primero de Neuquén Jenifer Semper ingresaba a la comisaría con un jefe cuando la vio. La perra “estaba en un rincón, tapada por hojas, flaca y muerta de frío”, recuerda. De inmediato, pidió permiso para entrarla y se lo concedieron. «Estaba asustada y de a poco entre todos empezamos a acariciarla, a darle calor. La llevé al veterinario, estaba deshidratada y muerta de hambre. Le pusieron las vacunas», cuenta.

Después de eso, volvieron a la comisaría y la Jefa se convirtió en “la dueña de casa”.

Hoy vive allí. Los policías de la comisaría se organizan y compran entre todos el alimento. Tiene su fuente de agua, de alimentos. Un local que queda cerca les regaló los recipientes. También le compraron una cama que instalaron arriba, en el segundo piso y tiene su chapa identificatoria en el collar, que dice Comisaría Segunda y el número de teléfono. «Así que si se pierde, nos llaman», relata la policía.

A las siete de la mañana, baja dispuesta a trabajar. Con el chaleco fluo que le hicieron las chicas de @patasunidasneuquen y reza «Jefa» en el lomo, sale a hacer lo que más le gusta: patrullar la ciudad. “Antes iba con un chaleco rosa que le compré, pero en el nuevo, los chicos le pusieron unas cintas refractarias, porque está viejita y no ve bien, para que no la atropellen. Sale con la orden 39 que son las patrullas a pie que andan por el centro», cuenta la cabo.

No se sube a los móviles porque quiere caminar. Avanza al lado de los policías, a su ritmo y mira que esté todo bien. Se cruza con los turistas que pasean por el centro y cuando pasa por los locales comerciales del centro, muchos la conocen, así que pasa a saludarlos.

«Tiene amigos, con la pata rasca las puertas y salen de los locales a darle comida, es compradora y muy buena. Si ve un sospechoso o un borracho, ladra, como todo perro policía. Aunque nunca muerde, si casi no tiene dientes”.

Querían ponerle jerarquía, como se le pone a cada perro en las comisarías. Cuando buscaron el nombre pensaron en Negra, pero no les daba bolilla, hasta que comenzaron a decirle Jefa. “Donde va un policía ella va. La hemos cuidado tanto, en verano, cuando volvía con las patitas quemadas, le poníamos Dermaglos para que se cure”.

Así llegó la Jefa a la comisaría un día de invierno.

Jefa tiene un gran amigo, un poco vago que se llama Puchero. Es un cachorrón gigante que va siempre a saludar, pero no está fijo en la Segunda, sino que recorre todas las comisarías. “Anda con los compañeros por todos lados, pero es más nómade. Viene a la comisaría a dormir, pero ella es la reina, la Jefa, claro”, concluye.


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