Sorpresa, mutismo y contradicciones

Las sorpresas no son ajenas al mundo de la política, pero hay determinados espacios de poder donde conviene evitarlas, o al menos no usarlas como alegato para explicar una conducta personal o de gobierno.

El lunes pasado, cuando el Comité de Crisis provincial se instaló en el Alto Valle, ninguno de los máximos representantes de los tres poderes del Estado rionegrino imaginaba que la semana terminaría con un confinamiento de nueve días.

La decisión del presidente, Alberto Fernández, no estaba en los planes de la gobernadora, Arabela Carreras, que avanzaba hacia un esquema de cierre de circulación a las 21 y una presencialidad más reducida en las escuelas, manteniendo a los niños de Inicial y Primaria en las aulas como desde marzo.

El gobierno nacional avanzó sin ofrecer margen para matices y fue ahí donde se produjo una notoria desconexión entre las autoridades y todos los sectores de la provincia que habían sido convocados durante los días previos para que opinen y se tomen decisiones sobre la base de consensos.

Desde el anuncio presidencial del jueves, esa cercanía promocionada por el equipo provincial desapareció. Todo el viernes transcurrió bajo el mutismo oficial, que sólo fue interrumpido para decir que no hacía falta decreto provincial ni resoluciones municipales porque el DNU presidencial era “de cumplimiento obligatorio”, por el estatus sanitario de Río Negro.

Una abrupta salida de escena, que favoreció la incertidumbre y que convirtió en letra muerta a las nuevas disposiciones el sábado, cuando Roca tuvo un movimiento intenso, similar al de cualquier fin de semana de este año.

El problema para los gobiernos -provincial y municipales- fue que no se trató sólo de desconcierto. El malestar preexistente de los comerciantes y prestadores de servicios se profundizó y el bocinazo de Roca y de otras ciudades pareció sentirse en Viedma, donde se convocó finalmente el sábado a una conferencia para anunciar medidas para los rionegrinos.

De esta manera, pasamos de una sucesión de comunicados hasta la medianoche del viernes en los que se ratificaba que no hacía falta decreto provincial, a la mañana del sábado con un decreto provincial.

Difícil exigir el cumplimiento estricto de pautas sanitarias a los ciudadanos de a pie cuando en lo más alto de la pirámide aparece ese nivel de contradicciones.

Pero es probable que el costo por el tiempo que tardó el gobierno provincial en salir del estado de sorpresa no haya terminado de pagarse.

Esta semana habrá más protestas en Roca e incluso hay sectores que tienen decidido llegar a la Justicia con sus reclamos.

La concentración de mañana será a 100 metros de las puertas del municipio, donde se mantiene el perfil bajo ante las definiciones relacionadas con la pandemia.

La gestión local eligió esa postura para evitar ser blanco inicial del malhumor social.

Un andar cercano a la cornisa, porque expone a la intendenta y su equipo a la incómoda interpelación sobre cuánto hizo, cuánto hace y cuánto hará para que sus vecinos sientan lo menos fuerte posible el impacto de la segunda ola.


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