Stella Maris Provecho: Una artista visual con un fuerte compromiso social

Oriunda de Huergo, se considera artista patagónica por su origen y porque en estas tierras vivió toda su vida. Desde el viernes pasado expone su muestra “Deldorado”, en el Centro Cultural Alberdi, en Neuquén hasta el 6 de diciembre.

P- En diez palabras (más o menos), ¿quién es Stella Provecho?

R- Soy una artista visual que trabaja con todas las disciplinas. Mi formación fue en grabado, y me preocupan mucho los temas sociales, lo que sucede, lo que nos atraviesa, y a veces (muchas), trato de convertirlo en obra, después de analizar, leer y buscar información.

P- ¿Cuándo fue que dijiste “es por acá”?

R- Fue una necesidad, siempre es así. De chica empecé a bucear por muchos caminos, primero la danza, después algo de teatro, después el dibujo y la pintura, y ahí me di cuenta de que era eso. Lo que más me atrae hoy, de adulta, es la concreción desde una idea para terminarla en una obra de arte, en un proyecto. Después podrá ser cuestionada, analizada, yo la pongo a la vista y a la luz para que la gente la mire y tome conciencia. De chica era muy inquieta, y la forma de tenerme quieta y tranquila era llevarme a bailar y pintar. Yo lo pedía y ahí andaban mis viejos llevándome al Círculo Italiano, sería hermoso que todos los padres hagan eso. En mi época los padres se preocupaban mucho para fomentar la cosa sensible, para que pregne.

P- Un camino muy largo…

R- Estudié Bellas Artes en Neuquén, que me dio título y formación académica. Pasé por muchos talleres, clínicas y residencias, con diferentes artistas de la región y de Buenos Aires. Los artistas que me han cargado de mucha fuerza en dibujo son el maestro Julio Ojeda, un referente de muchísimo respeto y reconocimiento. Lo conocí en el taller de dibujo en la Escuela de Bellas Artes. Ahora somos amigos, pero siempre fue mi referente. También lo es Matilde Marín. Han pasado muchos colegas, siempre todo el mundo aporta y suma. Eso es algo muy bueno, hay generosidad, te enseña a ser también generoso, dar y no quedarse con nada.

P- ¿Cómo fue tu formación?

R- El grabado ha sido un fuerte, y mi formación fue xilografía. Eso ha sido algo que me ha dado mucha alegría y placer. Me gustan mucho los desafíos, hay obras que son proyectos e ideas y que se fueron construyendo hasta que la idea se concreta. Me gusta desafiarme, ponerme incómoda. Me parece que es audaz y te conecta con eso que desconocés. A veces lo lográs, pero no siempre pasa.

P- ¿De qué se trata tu exposición?

R- Me gusta mucho leer, y estuve trabajando con un libro que guió la obra que expongo, “Deldorado”. Se trata de “Chacra 51”, de Maristella Svampa, sobre la contaminación que se produce con el fracking, que es la consecuencia de un tema mayor. El pasivo que nos dejan, el páramo que va a quedar, algo de lo que tenemos que tomar conciencia. Avanza la urbanización, el petróleo, y lo peor: la contaminación.

P- Seguro tenés muchas anécdotas en tantos años con el arte.

R- En el año 1973 o 1974, no me acuerdo con exactitud. Yo empezaba Bellas Artes, estaba dando mis primeros pasos. Peleábamos por el famoso edificio de la Escuela Provincial de Bellas Artes, y don Jaime de Nevares nos prestó la escalinata de la Catedral y ahí montábamos obras todos los alumnos. Yo hice un cuadro que era negro puro, y salían unas caras. Vino una persona y me lo compró, y yo no podía creer que alguien me compre algo tan feo, nunca más supe adonde estaba el cuadro. Me acuerdo de nosotras gritando y peleando por el edificio, en aquel entonces funcionábamos en La Conrado, era un sucucho, nos visitaban las ratas diariamente, no tenía calefacción, pero lo pasábamos muy bien.

P- ¿Qué más te acordás?

R- Una vez colaboramos cuando la Cerámica Zanón (hoy Fasinpat), que estaba tomada por los obreros. Había mucho miedo de que venga la Policía y quisieran reprimir. Estábamos trabajando 13 artistas en un mural que hicimos de 12 metros. Había que apurarse, por si se daba un desalojo. A pesar de estar arriba de los andamios le poníamos mucho ímpetu. Sentimos mucho miedo, pero seguíamos pegando cerámicos. Era una causa justa y había que estar. Fue para un primero de mayo de 2003, épocas duras, pero fue una lucha genuina para defender los puestos de trabajo.


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