“Todo mal”
Jamás pensé al inicio de este año que frases como ésta –modismos de expresión que los jóvenes manejan, simplificando su estado de ánimo y/o situación personal– iban a ser mi realidad hoy. Todo mal… En efecto, después de seis años de sufrir las consecuencias de una enfermedad, a mi juicio profesional –hernias discales cervicales, enfermedad que contraje después de 18 años de trabajar de lavandera en un conocido hotel de nuestra ciudad–, imposibilitada de retornar a la actividad laboral puesto que no he podido recuperarme de esta dolencia, que se manifiesta con intensos dolores, incomodidad de posición cualquiera sea la hora del día, la kinesiología o medicaciones recetadas son insuficientes para superar el dolor. Vencidos los plazos para percibir los salarios por enfermedad y habiendo iniciado con anterioridad a ese tiempo las acciones judiciales contra la ART para que se dictamine la enfermedad profesional y percibir las indemnizaciones que correspondieren, como asimismo la jubilación por invalidez, la Cámara Laboral dictó hace ocho meses la necesidad de dar intervención a un médico perito. Tal responsabilidad recayó en el Dr. Eduardo Alonso. Tras reiteradas e infructuosas gestiones este profesional de la medicina, bajo diferentes argumentos, omitió cumplir con su responsabilidad médica. Hasta que hace aproximadamente diez días, ante la exigencia de mi abogado, expresó que en realidad no podía hacer la pericia porque él era médico laboral de la empresa donde yo trabajaba. Por qué no manifestó en el mismo momento en que la Cámara Laboral lo designaba perito médico en esta causa su relación con la empresa y permitió la dilación de la acción judicial por siete meses. Y cuánto más hubiera pasado de no haber exigido mi abogado una respuesta. ¿Y dónde está la Justicia laboral, que no controla que las pericias ordenadas se realicen en un tiempo lógico? Cuánta desidia, cuánta falta de ponerse en el lugar de los trabajadores que reclamamos y nos merecemos una justicia en tiempos razonables. Tengo entendido que las universidades de nuestro país funcionan y son gratuitas por decisión del Gral. Perón; las financiamos los trabajadores. Siendo así, ambos, jueces y perito, debieran tener un mayor compromiso con quienes les financiamos la carrera, en mi caso, con más de 25 años esforzados de trabajo y con mi espalda rota. ¿Cuántos más habrá en Bariloche en condiciones iguales a la mía? A fines del año pasado tuve una grata noticia: me habían reintegrado el campo de mi familia en Neneo Ruca. Este año, el 6 de mayo, se murió mi madre y hace 30 días, como consecuencia de la ceniza volcánica, se murió la última de mis ovejas preñadas –en total 160, es decir 320 animales–. Me quedé sin nada y aún espero. Si alguien pregunta hoy: “¿Cómo estás, María?”… ¡Todo mal! María Ester Antiqueo, DNI 13.714.399 Bariloche
María Ester Antiqueo, DNI 13.714.399 Bariloche
Jamás pensé al inicio de este año que frases como ésta –modismos de expresión que los jóvenes manejan, simplificando su estado de ánimo y/o situación personal– iban a ser mi realidad hoy. Todo mal... En efecto, después de seis años de sufrir las consecuencias de una enfermedad, a mi juicio profesional –hernias discales cervicales, enfermedad que contraje después de 18 años de trabajar de lavandera en un conocido hotel de nuestra ciudad–, imposibilitada de retornar a la actividad laboral puesto que no he podido recuperarme de esta dolencia, que se manifiesta con intensos dolores, incomodidad de posición cualquiera sea la hora del día, la kinesiología o medicaciones recetadas son insuficientes para superar el dolor. Vencidos los plazos para percibir los salarios por enfermedad y habiendo iniciado con anterioridad a ese tiempo las acciones judiciales contra la ART para que se dictamine la enfermedad profesional y percibir las indemnizaciones que correspondieren, como asimismo la jubilación por invalidez, la Cámara Laboral dictó hace ocho meses la necesidad de dar intervención a un médico perito. Tal responsabilidad recayó en el Dr. Eduardo Alonso. Tras reiteradas e infructuosas gestiones este profesional de la medicina, bajo diferentes argumentos, omitió cumplir con su responsabilidad médica. Hasta que hace aproximadamente diez días, ante la exigencia de mi abogado, expresó que en realidad no podía hacer la pericia porque él era médico laboral de la empresa donde yo trabajaba. Por qué no manifestó en el mismo momento en que la Cámara Laboral lo designaba perito médico en esta causa su relación con la empresa y permitió la dilación de la acción judicial por siete meses. Y cuánto más hubiera pasado de no haber exigido mi abogado una respuesta. ¿Y dónde está la Justicia laboral, que no controla que las pericias ordenadas se realicen en un tiempo lógico? Cuánta desidia, cuánta falta de ponerse en el lugar de los trabajadores que reclamamos y nos merecemos una justicia en tiempos razonables. Tengo entendido que las universidades de nuestro país funcionan y son gratuitas por decisión del Gral. Perón; las financiamos los trabajadores. Siendo así, ambos, jueces y perito, debieran tener un mayor compromiso con quienes les financiamos la carrera, en mi caso, con más de 25 años esforzados de trabajo y con mi espalda rota. ¿Cuántos más habrá en Bariloche en condiciones iguales a la mía? A fines del año pasado tuve una grata noticia: me habían reintegrado el campo de mi familia en Neneo Ruca. Este año, el 6 de mayo, se murió mi madre y hace 30 días, como consecuencia de la ceniza volcánica, se murió la última de mis ovejas preñadas –en total 160, es decir 320 animales–. Me quedé sin nada y aún espero. Si alguien pregunta hoy: “¿Cómo estás, María?”... ¡Todo mal! María Ester Antiqueo, DNI 13.714.399 Bariloche
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