Un niño cayó a un pozo ciego en Sierra Grande

Estuvo hundido hasta el cuello durante una hora. Profesores de una escuela ayudaron en el rescate.

SIERRA GRANDE (ASG).- «Tenía miedo de morir», reconoció un jovencito de apenas 12 años, aún con las huellas del susto en sus ojos, que en la tarde de ayer cayó a un pozo ciego de casi dos metros de profundidad. Después de una hora de desesperados intentos fue rescatado por un grupo de profesores de una escuela que se encuentra enfrente.

El niño no fue de inmediato al hospital sino que más tarde su padre lo llevó pero físicamente se encontraba bien por lo que volvió a su hogar.

Alejandro «Chancho» Vargas, no tuvo clases ayer y optó, con su hermano de 10 años, por pasar un rato en el patio de la casa de su abuela, donde nadie habita.

Una pesaba chapa que supo ser una cúpula de vehículo era el motivo de juego y levantarla para correrla de lugar era parte de la atracción del momento.

Lo que nunca calcularon fue que la cúpula tenía como fin proteger un pozo ciego débilmente cubierto por viejas chapas de cartón y otros elementos. En un momento, el peso de Alejandro y la cúpula hicieron ceder el terreno y el adolescente fue a parar al fondo del pozo, a casi dos metros de profundidad; a nivel superficial solo quedó un pequeño orificio. Al principio -confesó el muchacho- pensó que sería fácil salir pero cuando quiso intentarlo, no pudo. Tenía mucho miedo

y frío. Sus brazos no alcanzaban la superficie y el contenido húmedo del pozo frenaba todo intento, el barro mezclado con el líquido de cloaca hacía ventosa con el cuerpo del adolescente enterrado hasta el cuello. El hermano menor no pudo ayudarlo y no encontró otro remedio que ir hasta su casa, a 300 metros de allí para buscar a otro hermano. Cerca estaba el padre de los chicos, Mario Vargas, que alcanzó a escuchar la conversación y no dudó en salir. Todo ese rato «Chancho» permaneció dentro del pozo inhalando gases de cloaca y en plena soledad, bajo una fina lluvia que caía. La desesperación del momento no permitió llamar a los bomberos y policías, el padre intentó rescatar al nene con un hierro pero era demasiado corto.

El adolescente temía por su vida y le pedía desesperadamente a su padre que «no lo deje morir». El hermano, entonces, se cruzó al CEM Nº 67, en frente, y la portera avisó a un grupo de profesores de taller. Uno de ellos, José Rosané, dijo que cuando llegaron no veían nada; todo el cuerpo estaba enterrado excepto la cabeza y a varios centímetros abajo del orificio. «Ni los brazos de los profesores llegaron para alcanzar las manos del menor», sostuvo.

Entonces con una manguera y unos cables hicieron que el niño sostuviera fuerte y entre todos lo subieron a la superficie. En total el nene estuvo una hora en el pozo.


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