“Una sociedad sin reglas”

El 28 de abril por la tarde fui a mi casa en Mariano Moreno, la que está administrada por mi exesposa y que es utilizada de manera ocasional por ella, indicando que yo hacia años que no la visitaba y en esta ocasión me acerqué para ubicar a un amigo que iba a residir allí durante un tiempo. Llegado al lugar, al abrir la puerta de entrada me encontré con un templo, circunstancia que obviamente me sorprendió pues vi que sillas apiladas, el atril, la tela de fondo que tapaba uno de los baños y el paño que rezaba “Dios es amor” habían sustituido los muebles del living. Sabiendo que mi exesposa le había pedido a un vecino que mirara la casa en sus ausencias, busqué su domicilio hasta encontrarlo y, al hacerlo, toqué timbre. Salió un señor con muy pocas pulgas que me reconoció que todo eso le pertenecía y que la copropietaria le había permitido hacerlo, lo cual era una excusa infundada, una mentira que ratifiqué en instantes por celular. En realidad lo sucedido fue que, de hecho, el vecino al cual se le había pedido que se fijara si apreciaba alguna anomalía en el inmueble abusó de la buena fe de la copropietaria e instaló un lugar de culto donde él oficiaba de pastor y además usufructuaba de la casa, según dichos de vecinos, para hacer fiestas de cumpleaños, reuniones, etc., por precios que iban de 1.000 a los 3.000 pesos. Al recriminarle ese comportamiento, el joven corpulento reaccionó golpeándome, infligiéndome el daño necesario como para terminar en un hospital, destacando que la inferioridad de condiciones es manifiesta ya que el vecino usurpador no superaba los 40 años y el que suscribe ya ha pasado largamente los 68. Atendido en el hospital, ahora me encuentro en reposo y con todas las variables vitales desordenadas y los dolores en el cuerpo y en el alma que se hacen más fuertes al día siguiente de cualquier violación. Y fue una violación, un abuso agravado, en tanto la persona que se le había pedido de alguna manera resguardar la vivienda no solamente no lo hizo sino que instaló un culto por el cual obtendría una renta importante, según comentarios, además de alquilarla por precios relevantes para realizar festejos de distinto tipo, por el cual cobraba buen dinero. Este abuso increíble donde no sólo se convierte a una víctima en victimario, se la agrede y agravia sin causa alguna, no es un hecho aislado y está en consonancia con el hábito que los gobernantes han alentado en aquella sociedad que ahora recordamos con nostalgia, mansa y temerosa de Dios y de las leyes. Esto es el desarrollo de actitudes de extrema violencia que van desde la agresión, el robo, las entraderas hasta el abuso integral de bienes y personas al cual asistimos por televisión diariamente cuando nos informan que algún delincuente le pegó a un anciano, como en mi caso, por dinero o simplemente por gusto o se violó de manera gravemente ultrajante a una menor; se asesina, se difunde la droga y la trata de personas, todo ello sin que suceda nada, ya que la Policía y la Justicia no dan debida respuesta. Por eso al señor que instaló una iglesia en la casa que había prometido resguardar y explota provechosamente, le parece natural usurpar un inmueble y golpear al propietario del bien del cual obtiene pingües beneficios, pues la ausencia del Estado, de Policía, de Justicia, de seguridad, en última instancia hace que cualquiera pueda violar los bienes más preciados de los otros sin padecer castigo alguno. Finalmente quiero destacar la excelente atención que me brindaron, a pesar del horario ya nocturno, en el hospital de Mariano Moreno, particularmente del Dr. Germán Machaca y la enfermera que lo asistió, donde me hicieron todo tipo de exámenes, con una profesionalidad y celeridad admirables. Héctor Luis Manchini, DNI 7.779.947 Zapala

Héctor Luis Manchini, DNI 7.779.947 Zapala


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