“Una y mil formas de engañarnos”
Sorprendido quedo una y otra vez con las mil y una formas que tienen las grandes empresas alimenticias para engañarnos, ya sea reduciendo calidad en los productos o el tamaño de los mismos, disimulado hábilmente, o con menores cantidades líquidas en los productos de ese tipo. Sabido es que nadie guarda un envase de gaseosa, un envoltorio de galletitas o cualquier otro descartable luego de consumido un producto y creo que juegan con eso, ya que es la mayor prueba de este engaño. Más de una vez nos encontramos con productos que aparentemente siguen al mismo precio que hace un tiempo, pero esto no significa que no hayan aumentado sino que los fabricantes han encontrado otro método para convencernos de ello: la propaganda engañosa. Más de una vez me encontré con que un producto de menor tamaño es más económico que “la oferta” del mismo producto en envase más grande –aquí juegan con la lógica, que hacen ilógica para atraparnos una vez más–: por ejemplo, el envase de un litro cuesta cinco pesos y el de dos litros, 11. En este contexto, me permito comentar un ejemplo más que claro sobre el asunto, por lo curioso y lo insólito. Hace unos días estuve leyendo el excelente libro de Ceferino Reato “Operación Traviata”, que detalla el modo en que los montoneros asesinaron a José Ignacio Rucci. Allí el autor comenta que el nombre de la operación surgió a partir de una propaganda que circulaba por aquellos días sobre las galletitas Traviata, a las cuales se las caracterizaba como “las de los 23 agujeritos” y con las que se hizo una macabra comparación con el resultado del ataque al dirigente sindical. Tan grabado me quedó ese título que en una de estas tardes, justamente cuando me disponía a abrir un paquete de las mentadas galletitas, se me ocurrió, justamente, contar los “famosos” agujeritos y me llevé una desagradable sorpresa: ¡tienen 18! Esto significa que tras haberle sacado los cinco que faltan tenemos prácticamente un 25% de dicha galletita que ya no existe –un mordisco menos, para ser exacto–. Si a esto le sumamos el ataque de “enanismo” que últimamente tienen dichos paquetes, comprobaremos que el aparente estable precio del que gozan tales alimentos es ficticio en los hechos, ya que nadie pudo darse cuenta –al menos yo hasta ahora– de este artilugio para engañar una vez más al consumidor de alimentos. Cristian David Klimbovsky DNI 23.648.003 Roca
Sorprendido quedo una y otra vez con las mil y una formas que tienen las grandes empresas alimenticias para engañarnos, ya sea reduciendo calidad en los productos o el tamaño de los mismos, disimulado hábilmente, o con menores cantidades líquidas en los productos de ese tipo. Sabido es que nadie guarda un envase de gaseosa, un envoltorio de galletitas o cualquier otro descartable luego de consumido un producto y creo que juegan con eso, ya que es la mayor prueba de este engaño. Más de una vez nos encontramos con productos que aparentemente siguen al mismo precio que hace un tiempo, pero esto no significa que no hayan aumentado sino que los fabricantes han encontrado otro método para convencernos de ello: la propaganda engañosa. Más de una vez me encontré con que un producto de menor tamaño es más económico que “la oferta” del mismo producto en envase más grande –aquí juegan con la lógica, que hacen ilógica para atraparnos una vez más–: por ejemplo, el envase de un litro cuesta cinco pesos y el de dos litros, 11. En este contexto, me permito comentar un ejemplo más que claro sobre el asunto, por lo curioso y lo insólito. Hace unos días estuve leyendo el excelente libro de Ceferino Reato “Operación Traviata”, que detalla el modo en que los montoneros asesinaron a José Ignacio Rucci. Allí el autor comenta que el nombre de la operación surgió a partir de una propaganda que circulaba por aquellos días sobre las galletitas Traviata, a las cuales se las caracterizaba como “las de los 23 agujeritos” y con las que se hizo una macabra comparación con el resultado del ataque al dirigente sindical. Tan grabado me quedó ese título que en una de estas tardes, justamente cuando me disponía a abrir un paquete de las mentadas galletitas, se me ocurrió, justamente, contar los “famosos” agujeritos y me llevé una desagradable sorpresa: ¡tienen 18! Esto significa que tras haberle sacado los cinco que faltan tenemos prácticamente un 25% de dicha galletita que ya no existe –un mordisco menos, para ser exacto–. Si a esto le sumamos el ataque de “enanismo” que últimamente tienen dichos paquetes, comprobaremos que el aparente estable precio del que gozan tales alimentos es ficticio en los hechos, ya que nadie pudo darse cuenta –al menos yo hasta ahora– de este artilugio para engañar una vez más al consumidor de alimentos. Cristian David Klimbovsky DNI 23.648.003 Roca
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