Vicentico Confesiones de un músico

Entrevista con el cantautor, que hoy presenta en Cipolletti “Vicentico 5”

Eduardo Rouillet Dentro de la gira de presentación de “Vicentico 5”, el cantautor llega a Espacio Live-Meet Cipolletti hoy a las 22. El álbum, quinto en su etapa solista, fue lanzado el 25 de septiembre y ese mismo día alcanzó el disco de platino. Su primer sencillo, “Creo que me enamoré”, ingresó en la primera semana al puesto número cinco y hoy ocupa el primer lugar. El compacto también incluye una versión de “Sólo hay un ganador” (The winner takes it all), de Abba, y otra de “No te apartes de mí”, de Roberto Carlos, con la participación de su esposa Valeria Bertuccelli, también en “Esto de quererte”. Gabriel Julio Fernández Capello fue cofundador y vocalista de Los Fabulosos Cadillacs. Su actividad en solitario comenzó en el 2002. Al año siguiente grabó “Vicentico”, luego “Los rayos” , “Los pájaros”, “Hits 2002-2008”, “Sólo un momento” y “Sólo un momento en vivo”. También hizo cine en “1.000 boomerangs”, “Silvia Prieto”, “Historias de Argentina en vivo” y “Los guantes mágicos”. Una construcción paciente y firme. “Claro que ha sido una construcción, pero aleatoria; yo nunca me propuse hacer tal o cual cosa como metas, simplemente se fueron dando. Ahora, sí, no es fruto de la casualidad, éste es mi trabajo, a él le dedico horas y horas de mi vida con mucha pasión, es mi elección. Como toda construcción necesita cimientos, eso es lo que se mantiene. Los míos son la música, con la que no me sentiría incómodo de ninguna manera. Hay cuestiones que tal vez sean más naturales que otras, pero siempre se puede hacer algo interesante. No me es ajeno para nada situarme en el rol de cantante de una pequeña canción y desde allí buscar una interpretación. Me pasa que a veces soy más inteligente pensando que escribiendo canciones. Creo que si me pongo demasiado profundo no voy a ser entendido. Pero me parece que el miedo a ser feliz es lo primero… en realidad, el miedo esconde otra cosa, no sé muy bien qué puede ser pero es algo que viene con el ser humano”. –Sería mejor hablar de una construcción en movimiento. –Sí, claro. De ahí la insatisfacción, una de las características de esta época. Hay gente que ha logrado sacarse de encima esa insatisfacción y el sufrimiento. Ésa es la pelea que hay que dar. Borrar el sufrimiento y estar bien es otra cosa, es trabajar para dentro, entenderse y saber lo que se es. Yo estoy en medio del camino. Si logramos hablar de eso, quiere decir que dimos un paso y nos quitamos de encima por lo menos el no saber. Ahora lo que nos falta es tomar las riendas y dejar lo que no necesitamos. Todavía no soy una persona que pueda decir “estoy liberado de todo y soy un tipo feliz”. Tengo mis oscuridades, pero bueno, estamos en medio de la pelea. Como yo sé que hago canciones con total concentración y cariño, sé también que hay alguien que va a entender eso, que comprende, y nos vamos a comunicar de algún modo. Eso es lo interesante de hacer música. Pero no es lo único que forma parte de mi vida. Yo soy Vicentico en los escenarios, un lugar que para mí es de actuación, como si fuera teatro, digamos… lo que no quiere decir que no sea parte de mí. Ahí me entrego al cien por cien, me divierto, me relaciono con el público generalmente bien, pero después en mi familia tengo otros roles, otros trabajos, me muevo de una manera bien distinta. Tocar es como el mejor arte, la mejor actividad; cuando funciona no tiene comparación con nada. Es algo hermoso que está en la más alta categoría del trabajo, es genial, lo disfruto mucho. Es de lo que yo vivo, no puedo pasar mucho tiempo sin tocar porque lo necesito. Claramente no soy yo el que está en el escenario, es un personaje o algo por el estilo. Es parte de lo que está fuera de mi casa, de mi vida sin trabajar, digamos. Cuando lo hago, soy Vicentico. –Así te conocemos quienes no compartimos tu vida cotidiana. –Está bien… ahora, lo que canto no tiene que ver estrictamente con mi vida. Yo no cuento mi vida, como hacen otros músicos, que no está mal. Me gusta contar, cantar historias simples. En realidad lo que me interesa es transmitir mis inquietudes, mis preguntas, concentrar al otro en alguna clase de silencio que lo haga escuchar, llamar la atención, pero sobre nada en especial. O sea, me gusta la actuación, me gusta mentir y que la gente lo sepa. Yo siempre fui bastante parecido para escribir, tal vez ahora, después de tantos años, tengo alguna clase de certeza para decir o armar una canción, digamos, que no tenía en los comienzos, pero básicamente el oficio de componer se aprende haciendo, es artesanal, y está bueno ir encontrando cada vez una mejor manera de trabajar. Pero no siento que cambié mucho la temática, siempre di vueltas alrededor de lo mismo y creo que va a seguir siendo así. Con el tiempo, esto de la certeza básicamente pasa por trabajar mucho, darle mucha importancia, ponerle mucho cariño. Al componer pienso en alguna persona a la que sé que le gusta, pero más en que esté lindo todo y que quien lo escuche sienta lo que puse ahí en juego. Yo recién empecé a estar cómodo con cantar hará unos diez años. Hasta ahí había días en los que me sentía muy bien y otros en los que no. Yo aprendí en el camino, atento a qué me sirve y qué no. Ahora tengo un poco más de oficio y sé que puedo matizar, jugar un poco más. He perdido la inseguridad de antes. Trato de estar lo más fuera de foco posible. No me gusta que las cosas estén claras. Lo que sí sé es que soy un compositor de canciones y –lo haga bien, mal o más o menos– ése es mi oficio. Componer me interesa más que cantar; me gusta el escenario, puedo transmitir algo o conmover, pero más me importa escribir canciones. Eso define un camino. Tengo el deseo irrefrenable de escribir una canción y ser lo mejor posible, eso es un oficio, y después cantante, que con el tiempo se fue transformando en algo que me gusta mucho hacer. Aprendí que puedo pararme en cualquier lado y cantar. A mí, hacer música me distrae, lo cual me lleva a ser feliz, libre… es una distracción hermosa estar todo el tiempo conectado con algo que está fuera del pensamiento. Y cuando dejás de pensar se hace un silencio y todo aparece, imágenes… Me siento mucho más seguro en ese mundo que en el otro, que me parece irreal, loco…


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