Fiesta de la Soberanía: la vida nómade de los feriantes

Llegan desde distintos puntos del país y del extranjero para ofrecer distintos productos durante los cinco días de festejos.

Como cada año a principios de marzo una pequeña comunidad se crea en el predio del Deportivo Patagones. Hasta allí llegan cargados en sus vehículos cientos de vendedores nómades que se establecen a lo largo y ancho del enorme espacio que rodea la cancha de fútbol ubicada a pocos metros de la costanera maragata.

Son los feriantes de la Fiesta de la Soberanía Patagónica, muchos de los cuales pasaron ya por la Fiesta del Puestero en Junín de los Andes, por la de la Vendimia en Regina, entre otros encuentros populares del país, para partir luego hacia Lamarque y su festividad del Tomate, Aluminé, Las Lajas y así seguir su derrotero por las rutas argentinas.

Provenientes de los más distantes puntos del país, llegan a completar unos 400 puestos. Son más de mil personas que vivirán cuatro días en el lugar, con mínimas (o nulas) comodidades pero con la necesidad de llevar a adelante su actividad comercial, frente a las ansias de consumo de los residentes locales.

Mary se dedica a la talabartería desde hace 20 años.
Marcelo Ochoa

“Nos dedicamos hace 20 años a la talabertería y hemos recorrido casi todo el país”, cuenta Mary, de JD Regionales, un puesto de ropa y artículos de campo ubicado a pocos metros de la entrada por Costanera y Patagonia. Mientras, su marido corta unas verduras para cocinar en la anafe del puesto.

Provienen de San Nicolás, donde tienen un local propio pero recorren el país, buscando productos para vender que se suman a los que ellos mismos elaboran.

Gabriela, su marido Nélson y su sobrino Ezequiel acomodan su mercadería en los dos puestos que explotarán en estos días, con ropa y artículos de bazar. Hace 25 años que vienen, antes lo hacían con sus padres y ahora, como matrimonio.

“Venimos con mi bebé, generalmente los que tienen niños en edad escolar los dejan con familiares para hacer sus viajes por el país”, cuenta Gabriela. Como muchos otros grupos de feriantes provienen de Santiago del Estero, en particular de Termas de Río Hondo, donde hay varias ferias que funcionan en verano.

Vivir en el puesto durante cinco días.
Marcelo Ochoa

Desde el mismo lugar llegaron en su combi Mabel con su marido y una joven que les ayuda. “Este año salimos sorteados en el Municipio y pudimos tener este puesto”, cuenta la mujer. La queja es el estado de los baños. Son químicos y no están del todo limpios. Por eso, utilizan sanitarios de vecinos de las inmediaciones que les cobran cincuenta pesos por vez.

Detrás de los puestos de lona, arman sus carpas para pasar los días. Alejandra, por ejemplo, llegó de Buenos Aires en micro con la mercadería en encomienda. Durante el año, vende la ropa en ferias de Villa Celina y Lugano, o en otras fiestas de las que participa y hasta las que puede trasladarse.

“Las ventas dependen del lugar que nos toque, esta vez no está bien organizado”, se quejó la mujer, cuyo puesto le quedó cerca de las tribunas de la cancha.

Todos coinciden en el sacrificio de dejar hijos y familia para trasladarse por el país, para poder hacer una diferencia. Mary, la talabertera, reconoce que esta forma de vida les ha permitido recorrer toda la geografía pero también sabe que el esfuerzo es considerable.

David llegó de Córdoba con juguetes para la venta. Es la primera vez que se larga a este desafío y tiene buenas expectativas. Todos, entre los cientos que se instalaron ya en el predio, apuestan a tener buenas ventas y que el tiempo acompañe. Serán cuatro días intensos, de dormir en colchones en el piso dentro del puesto, cuidando las pertenencias y sobrellevando las dificultades. A la espera de que el domingo, cuando el campamento comience a desarmarse, la ecuación dé saldo positivo.

Los senegaleses se quejaron por los valores.
Marcelo Ochoa

Senegaleses denuncian exclusión encubierta

Bolivianos, peruanos, norteños, bonaerenses, y locales, entre otras procedencias, conforman la variada comunidad que se instala cada para la Fiesta de la Soberanía. Este año, los senegaleses, que arribaron en menor número que el año pasado, se quejaron por los valores que les pretendieron cobrar, acusando discriminación y un exclusión encubierta.

“De 4300 pesos del año pasado, pasaron a 17 mil de este año, sin avisarnos. La funcionaria a cargo dijo que si queremos que paguemos y si no que nos vayamos, si no querían que viniéramos nos hubieran dicho”, cuenta en su media lengua, Fallou, uno de los voceros del grupo.

Consideran injusto y exagerado el monto por un puesto de tres metros, conformado por una mesa, cuando los otros feriantes, con puestos de 6 por 9 metros pagarán 24 mil pesos. Ayer, debatían si se agrupaban o desistían de participar. En su caso, llegan individualmente o de a dos, en general con productos importados, para vender en la feria.


Formá parte de nuestra comunidad de lectores

Más de un siglo comprometidos con nuestra comunidad. Elegí la mejor información, análisis y entretenimiento, desde la Patagonia para todo el país.

Quiero mi suscripción

Comentarios