Entrevista con Jorge Dubatti: el teatro o cómo seguir siendo humanos

Jorge Dubatti, prestigioso teórico, estuvo en Roca para dar un seminario en el IUPA y encontrarse a dialogar con “Río Negro”.

Smartphones, realidad virtual, televisores con conectividad online, tridimensionales y características home theatre, consolas de juego hiperreales, relojes con GPS y hasta ropa ¿inteligente? Todo esto y sin embargo todavía nos sigue gustando ir a un lugar a ver a alguien interpretar a otro más o menos como lo hacían los griegos hace más de dos mil años. ¿Por qué seguimos viendo teatro? ¿Qué nos atrae de una práctica tan antigua en tiempos de virtualidades? Las respuestas las tiene Jorge Dubatti. Y son muy convincentes, por cierto.

Profesor universitario, crítico e historiador teatral, Dubatti estuvo en el Instituto Universitario Patagónico de las Artes (IUPA), de Roca, para dictar el seminario “Herramientas para el análisis teatral y la historia del teatro argentino”.

En medio de la actividad académica que lo trajo a la región esta semana, recibió a “Río Negro” para hablar de teatro. Pero sobre todo, de la vigencia de un arte en tiempos donde la tecnología marca el rumbo de los consumos culturales.

“Es fantástico”, dice Dubatti mientras se acomoda en un banco de clases de una pequeña aula. Se refería al IUPA. Así empezaba el diálogo.

P- En tiempos tan atravesados por la tecnología en el consumo cultural, ¿qué pasa con el teatro?

R- Sin cuerpo no hay teatro. El teatro admite la tecnología, pero lo que no admite es la sustracción del cuerpo. Podemos incluir videos, redes ópticas, skype, hologramas… pero lo que no podemos sustraer es el cuerpo real del actor y del espectador. Si nosotros sacamos lo que llamamos el convivio, la reunión de las partes y yo agregaría una tercera que son los técnicos deja de haber teatro. El teatro resiste en una antiquísima institución que es la reunión del cuerpo presente. En ese sentido es que se parece a otras reuniones de cuerpo presente como ir a la iglesia, ir a la cancha, las reuniones de amigos, los asados.

P- Eso le permite mantenerse vigente como práctica, la cercanía con otro tipo de reuniones humanas cotidianas.

R- Yo creo que la fuerza del teatro, la razón de su sobrevivencia está en no negociar ese territorio. Si el teatro decide sacar el cuerpo del actor o del espectador va a perder ante otros lenguajes como el cine o la televisión. El teatro reconoce que su fuerza está en su singularidad. Yo hablo de dos paradigmas: el convivio y el tecnovivio. El primero sería, como dije, la relación de cuerpo presente. Y el tecnovivio sería la relación desterritorializada por la mediación tecnológica que permite la sustracción del cuerpo presente. Podríamos hablar de artes escénicas pero no de teatro.

P- El teatro no necesita de la tecnología para desarrollarse, no corre detrás de ella como ocurre con el cine o la música.

R- Para hacer teatro no necesitás nada. Sólo un espacio, alguien con ganas de producir un acontecimiento y alguien con interés en observarlo.

P- El teatro parece tenerlo claro, pero qué pasa con el público, que viene de conectarse, estar con pantallas.

R- Me quedaría con dos cosas sobre eso. Una, que sostienen muchos teóricos, que a mayor tecnovivio mayor necesidad de convivio. La humanidad es convivial. Hay algo del convivio que es constitutivo de las personas. Hay una memoria del convivio que está presente todo el tiempo. Y la otra es la razón económica. Una de las cosas del neoliberalismo que estamos viviendo es que fundamenta la realidad en una razón económica. Lo interesante del campo teatral es que se corre de la razón económica. Y la razón económica se lleva muy bien con la tecnología. La razón económica impulsa la tecnología, no el convivio.

P- Ante tanta tecnología cotidiano, ¿es el teatro ese lugar y ese momento de reencontrarse con lo que nos hace humanos?

R- Exactamente. Y hay algo del convivio que nos regresa a un orden natural. El cuerpo está vinculado al orden de la naturaleza y aparece un orden de experiencia que no sucede con la tecnología.

P- El teatro vive tironeado por la cotidianeidad tecnologizada: el aparato de tevé como un home theatre. La idea de un teatro en casa pero por las cuestiones técnicas no conviviales.

R- Muchas veces la gente te elogia diciendo “parecía una película”. Te lo elogian por lo que no es. Pero yo creo que el teatro es muy astuto, porque si no es astuto no sobrevive. Detona una gran ventaja que es ese protocolo ancestral de convivio, de cuerpo viviente. Y sabe, como dije, preservar su singularidad. Dice Mauricio Kartún que el teatro no va a morir porque ofrece algo que no ofrece la razón tecnológica. Entonces, profundicemos eso al tiempo que incorporamos cuestiones técnicas, pero la fuerza del teatro siempre estará en el convivio, en el cuerpo vivo, en la reunión, en lo grupal, en preservar la territorialidad.

P- Y también en la singularidad de la expresión, no? Cada puesta en escena será diferente a las anteriores. Cada convivio es único e irrepetible.

R- Es definitivamente un acontecimiento único. Pero a veces mucha gente te dice “yo no aguanto esos cuerpos vivos, me aburro, prefiero una serie que está bien editada. En ese sentido el teatro no sueña con grandes audiencias porque no puede contenerlas. Porque aspira a una escala humana que no es la escala tecnológica. No estamos cerrados al tecnovivio, pero al mismo tiempo estoy feliz de poder, esta noche, ir al teatro.

El especialista. Dubatti es doctor (área de Historia y Teoría del Arte) por la Universidad de Buenos Aires.

emiliana cantera

“La fuerza del teatro, la razón de su sobrevivencia, está en no negociar ese territorio. El teatro reconoce que su fuerza está en su singularidad”.

“El teatro resiste en una antiquísima institución que es la reunión del cuerpo presente. En ese sentido se parece a ir a la iglesia o a la cancha”,

define Jorge Dubatti sobre el sentido del teatro.

Jorge Dubatti

¿Quién es?

Jorge Dubatti (Buenos Aires, 1963) es un profesor universitario, crítico e historiador teatral argentino. Entre sus principales aportes a la teatrología se cuentan sus propuestas teóricas de Filosofía del Teatro, Teatro Comparado y Cartografía Teatral, disciplinas en las que ha sido pionero. Es doctor (área de Historia y Teoría del Arte) por la Universidad de Buenos Aires. Es editor de las obras de Daniel Veronese, Rafael Spregelburd, Alejandro Urdapilleta, Federico León, Ricardo Bartís, Alberto Vacarezza, Claudio Tolcachir y de Eduardo Pavlovski. Es considerado como uno de los más importantes teóricos del quehacer escénico en lengua castellana.

“Tenemos la naturaleza de nuestro lado”

P- ¿Cuál es la novedad en el teatro argentino?

R- Me quedo con dos. Es un teatro muy pobre en lo tecnológico pero muy rico en lo esencial, lo convivial. Es un teatro que se pone muy en el centro del actor, con mucha inteligencia para transformar la precariedad en condiciones favorables. Ves que las mejores obras argentinas están hechas con muy poco a diferencia de las grandes producciones europeas o de Broadway. El teatro argentino se caracteriza por su forma de producción. También el del resto de Latinoamérica hay que decir. Lo otro que es interesante del teatro argentino es su porosidad social. Es decir hay una relación muy fuerte del teatro con lo local, el vínculo con la energía social. La relación entre las teatralidades sociales y el teatro como metáfora de esas teatralidades. Y aclaro, no hay un teatro argentino, hay teatros argentinos. Incluso tenemos teatro argentino fuera del país. Lo que hay es un conjunto maravilloso de teatros argentinos.

P- Vio algo en el último tiempo que le haya interesado o resultado novedoso?

R- Es muy complejo el asunto. Pensá que el año pasado se estrenaron en el país alrededor de 8 mil espectáculo y yo vi unos 180. Dentro de ese panorama breve me interesó cierto regreso a loas obras maximalistas. Veníamos de un teatro minimalista, que trabaja personajes que no armaban grandes composiciones, con pequeñas historias, ahora tenemos un teatro que vuelve a discusiones maximalistas, temas políticos, del capitalismo, las peleas sociales, la inclusión y la tolerancia. Un ejemplo de esto es “Terrenal”, de Mauricio Kartún. La obra vuelve sobre el mito de bíblico de Caín y Abel, se pone del lado de Abel, sostiene dialécticamente que nosotros, como somos capitalistas, lo tenemos a Caín. Y pone la figura de Dios, quien dice claramente que es necesaria la pelea, la discusión, es necesaria la dialéctica entre Caín y Abel. Con esta obra volvemos a discutir grandes ideas. Es una obra que llena salas hace dos años.

P- Hay algo que nos están contando y que necesitamos oír, no?

R- Sí, por eso yo digo que el teatro sobrevive cuando se hace necesario. Si el teatro va a imitar al cine o la televisión va a dejar de ser necesario.

P- Pero el teatro no se mete en eso. Como sí lo hacen el cine y la tele, que compiten, se pelean, se discuten, los actores y directores van de un lado a otro…

R- Es más, en los últimos años se dio que los directores de cine y tevé están haciendo teatro como el caso de Campanella, Barone.

P- Ocurre también con los actores, que tienen la necesidad, cada tanto, de volver a esa experiencia más humana que es interpretar un personaje delante de gente.

R- Es así. Yo como teórico del teatro estoy tranquilo: tenemos la naturaleza de nuestro lado.

“El teatro argentino se caracteriza por su forma de producción. Lo otro que es interesante del teatro argentino es su porosidad social”,

dice Dubatti acerca de las características del teatro argentino.

Teatrix, la experiencia

de ver teatro en streaming

P-¿Qué opinás de Teatrix, la plataforma que permite ver obras de teatro, varias de ellas mientras están en cartel, por streaming?

R- Yo escribí un texto que está en el inicio de la página que dice “Teatrix no es teatro”. Las grabaciones son muy buenas y e muy bueno tener ese material porque quedan como archivo. Por ejemplo, la obra se levantó, no la pudiste ver, podés acceder al video. Por otro lado, si no vivís en Buenos Aires podés verla.

P- No se corre el riesgo de que como público nos tentemos y dejemos de ir al teatro, aprovechando el “home theatre” que nos ofrece el tecnovivio?

R- (Risas) Mirá, sabemos, por unas herramientas técnicas, que la mayoría de la gente que entra a Teatrix están geográficamente alejadas de Buenos Aires. Es decir, la gente que vive en Buenos Aires no usa Teatrix, prefiere ir a ver la obra. Me parece que en ese sentido no compiten. Al contrario, es un complemento maravilloso porque cuanto mejor le vaya a Teatrix vamos a tener un mayor archivo con muy buenas grabaciones. Estoy a favor de Teatrix porque no veo riesgos.

P- Aunque es una experiencia más cinematográfica que teatral.

R- Es así, no es teatro. Para que lo sea te tenés que reunir con la gente, estar en convivio.

P- Confían en la complicidad del público teatral.

R- No me cabe duda. Si ves la cantidad de gente de Buenos Aires que se mete en Teatrix y la cantidad de gente que va a los teatros en Buenos Aires, esta última es impresionante. Además, hay que aclarar que Teatrix es una herramienta. Te cuento un ejemplo: está grabada “Otelo”, la obra de Shakespeare adaptada y dirigida por Chame Buendía y entra a verla en Teatrix un productor de Holanda. Le encantó y se la quiere llevar. Lo contrató a Chame. Por eso digo que no va en contra del teatro. Más bien es benefactor del teatro.

Datos

“La fuerza del teatro, la razón de su sobrevivencia, está en no negociar ese territorio. El teatro reconoce que su fuerza está en su singularidad”.
“El teatro resiste en una antiquísima institución que es la reunión del cuerpo presente. En ese sentido se parece a ir a la iglesia o a la cancha”,
“El teatro argentino se caracteriza por su forma de producción. Lo otro que es interesante del teatro argentino es su porosidad social”,

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