Bariloche sin protección contra ruidos molestos

Las ordenanzas vigentes ofrecen un sinfín de “zonas grises” que permiten interpretaciones subjetivas. La Defensoría del Pueblo recomendó hablar de “contaminación sonora”.

En una ciudad en constante crecimiento, y con sectores aglomerados, las quejas por ruidos molestos se multiplicaron dejando atrás a la normativa disponible para ayudar a la convivencia entre vecinos. Este tipo de conflicto entre particulares forma parte de los principales reclamos que llegan hasta la Defensoría del Pueblo, según el informe anual que se presentó semanas atrás.

Cuando el problema involucra a un comercio la situación es diferente. La intervención del área de Inspección General, y del juez de Faltas municipal, termina por torcer la voluntad del denunciado hasta avanzar sobre las mejoras edilicias.

“La normativa queda en un gris cuando es de una vivienda a otra”, explicó el responsable del Departamento de Fiscalización Ambiental, Pablo Anfuso.

Agregó que, ante una denuncia, las actas de infracción se confeccionan “según el criterio” de cada inspector: “tenemos un decibelímetro pero no tenemos parámetros ni método de medición”, lamentó.

Esta situación termina por limitar el rango de fiscalización a comercios y eventos privados. La ordenanza 2401/13 establece que un inspector puede iniciar el procedimiento con solo oír “ruidos molestos”.

Sin embargo las inspecciones de oficio son algo impensado en las condiciones actuales. “No tenemos criterios objetivos”, explicó Anfuso sobre las cuestiones no contempladas.

Una de las quejas más recurrentes es contra las iglesias evangélicas. Anfuso explicó que las denuncias son motivadas por las bandas de música y los discursos con altoparlantes. “Están hechas de madera y se les escapan los ruidos por todos lados”, resumió aunque destacó que las congregaciones suelen acceder a mejorar sus instalaciones para evitar conflictos con sus vecinos.

Frente a este panorama, el municipio termina por derivar los conflictos entre particulares a la Defensoría del Pueblo (ver aparte) que actúa a través de mediaciones para lograr un acuerdo entre partes.

Un problema similar atraviesa el área de Tránsito que aplica la misma norma.

El asesor del área, Carlos Catini, dijo que los inspectores están habilitados a labrar actas tan solo con escuchar ruidos molestos a 10 metros de distancia.

Aseguró que con un decibelímetro podrán ampararse en la ley que establece un límite de 80 decibeles para los vehículos.

Catini reconoció que una forma de subsanar toda subjetividad es la posibilidad de verificar en forma visual las alteraciones aplicadas en autos y motos.

Bullicio que atenta contra la calma

El bullicio que surge de la convivencia en los barrios se traslada hasta la Defensoría del Pueblo. Durante el 2016 la problemática ocupó el tercer lugar entre las consultas más solicitadas. Sin embargo la defensora Andrea Galaverna prefiere hablar de “contaminación sonora”.

Recordó que, ante las múltiples quejas por los niveles sonoros del paseo cervecero de la calle Juramento, se emitió una recomendación al Concejo Municipal para que modifique la normativa vigente evitando referirse a ruidos molestos “porque lo libera a la subjetividad”.

Explicó que, por el momento, las soluciones llegan por las mediaciones comunitarias que “cambian conductas” y que se evita llegar a la judicialización de las causas. “Dependemos de la voluntad de los vecinos”, expresó pero resaltó que se evitan conflictos violentos.

Galaverna evaluó que esta problemática surge de la “era de la individualización” de los tiempos que corren, y apeló a la construcción de “consensos sociales” para evitar peleas.

Recomendaciones

para mejorar la norma

La defensora del pueblo recomendó la creación de un “mapa de ruidos”, de acuerdo a las denuncias recibidas, para intervenir con “políticas públicas”.

El ruido urbano es otro de los ítems que sugirió abordar prontamente para regular los provocados por lugares de entretenimiento o los emitidos por los colectivos del transporte urbano.

El impacto en la salud es el primer argumento que utiliza Galaverna para referirse a la contaminación sonora. La recomendación también señala que aquellos que generan ruidos deben asumir los costos de mejorar sus instalaciones o cesar con su actividad.

Barrera del sonido

“La persona que acude a la Defensoría por ruidos molestos es alguien que llega con alguna afectación de su salud”.

Andrea Galaverna sobre los riesgos de estar expuesto a la contaminación sonora.

Datos

80 dB
es el límite máximo de decibeles que soporta el oído humano. Dentro de una casa deben ser menores a 45 dB.
“La persona que acude a la Defensoría por ruidos molestos es alguien que llega con alguna afectación de su salud”.

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