Couchsurfing, una alternativa que crece

Más de 600 barilochenses ofician de anfitriones en sus propios domicilios, brindando gratuitamente a turistas de todas partes la posibilidad de vivir la ciudad como lo hacen los locales.

“¡Hola! Soy Rena, una viajera en Chile con sueños de Argentina. En octubre, voy a Bariloche por uno o dos días y busco un lugar donde dormir. Si me puedes ayudar, ¡avisame! Me gustan las bicicletas, la cerveza y los amigos nuevos!”, publica una joven estadounidense a través de Couchsurfing, una red social que significa “surfeando por sofás” y pone en contacto a viajeros y habitantes de todo el mundo.

No ha suplantado a los hostels, pero poco a poco esta modalidad de alojamiento se impone cada vez más. Alrededor de 600 barilochenses integran esta comunidad virtual, dispuestos a hospedar en sus casas a personas de cualquier rincón del mundo.

Algunos con más reglas; otros con menos condicionamientos. Y otros, en cambio, crean un perfil simplemente para conseguir alojamiento gratis en algún destino.

El albergue es totalmente gratuito (se ofrece un sofá) y tanto el viajero como quien hospeda pueden compartir gastos respecto a la comida.

En poco más de un año, Mauro Jeanneret, de 36 años, ha recibido a unos 40 turistas, “de diversas edades y ambos sexos”. Directo desde Polonia hasta Colombia. “La idea es simple. Que el turista pueda vivir la ciudad como un local. A la gente le interesa más esto que contratar un tour y conocer lugares. A la vez, del otro lado, no se trata sólo de brindar un colchón”, describió el barilochense.

Jeanneret vive en un monoambiente a pocos metros del Centro Regional Universitario Bariloche (CRUB): “He llegado a tener hasta cinco personas en mi casa. Muchas veces, tenés gente alojada y te contactan otros muy sobre la fecha, pidiéndote alojamiento. En esos casos, le consulto a la gente que ya está si les molesta que se sumen otros. Si no hay problemas, les digo que vengan”, señaló.

A partir del 2014, Guillermo Comba comenzó a recibir a israelitas, holandeses, alemanes, belgas, franceses, estadounidenses, italianos y colombianos.

“Me enteré de la plataforma por un amigo de Buenos Aires que hospedaba a una chica en su casa. Como en ese momento, yo alquilaba una casa grande con un amigo, quisimos probar cómo era esto de meter gente en tu casa”, relató este joven de 30 años.

Y agregó: “Es una miniconvivencia. Un voto de confianza muy copado porque compartís con un extraño cosas un poco íntimas. Son dos personas que no se conocen, predispuestas a que todo salga lo mejor posible”.


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