La necesidad de electricidad hizo bajar los embalses

Las centrales hidráulicas generaron de manera intensiva por la ola de frío en Buenos Aires. Los recursos almacenados se redujeron y se liberó agua hacia los valles.

Para sostener sin interrupciones la demanda eléctrica generada por la ola de frío en la zona central del país, las centrales hidráulicas de Río Negro y Neuquén debieron dejar pasar una cantidad extraordinaria de agua por sus turbinas generadoras. Esta maniobra, que se complementa con una sequía que por ahora no tiene fin, hizo que los grandes embalses bajaran de manera sostenida sus niveles y que los ríos subieran aguas abajo de las presas hasta treparse a las orillas de balnearios y paseos.

Para recuperar un poco los niveles perdidos, por una semana las compuertas de Alicurá, la primera de las cinco presas del río Limay, se cerrarán por completo, según la información que proporcionó Luis López Palma, de la secretaría Operativa de la Autoridad Interjurisdiccional de Cuencas (AIC).

El río Neuquén también creció aguas abajo de las presas, lo que contribuyó para que el Negro llegara a caudales superiores a los 1.200 metros cúbicos por segundo.

El verano fue caluroso, seco y muy extenso en la montaña. Los ríos llegan al fin del otoño, una estación de lluvias en la zona, con muy poca agua e inclusive los cauces de algunos arroyos están completamente secos.

En los lagos de la cordillera, las playas se hicieron largas por la caída del nivel, que se observa a simple vista en las orillas rocosas o en las marcas de los muelles.

De esta manera, el primero de los embalses del Limay, el de Alicurá, se retrajo y dejó al descubierto una vez más playas de arena volcánica. En el inicio del otoño, hubo días que se podía cruzar el lago casi caminando en la zona de Confluencia Traful. Hoy tiene tres metros menos de altura que hace un mes.

Como es una escalera, el agua que libera Alicurá pasa a Piedra del Águila, el nivel de cuyo embalse es hoy 6 metros más bajo que a principios de mayo.

En un embalse que tiene casi 100 kilómetros de largo, cada centímetro de altura equivale a una cantidad de agua difícil de describir en metros cúbicos.

Como la demanda de electricidad se normalizó luego de que las temperaturas subieran, la cuenca vive desde ahora un período de recuperación. Alicurá embalsará toda el agua que llega por los ríos Limay y Traful. Lo puede hacer porque la salida de la presa es la cola del embalse de Piedra del Águila.

La planificación indica que los caudales que liberan El Chañar y Arroyito, las últimas dos presas de los ríos Neuquén y Limay, irán reduciéndose y los niveles en las riberas bajarán durante la semana que viene.

De todos modos, en esta época del año, cuando la producción frutícola está en receso y las plantaciones no corren riesgos por el aumento de la napa, los niveles de los ríos en los valles pueden crecer más aun.


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