Kielmasz: “Arruiné a mi familia y a las de las chicas, pero yo no las maté”

Hasta fin de mes estará en una cárcel de Roca, para que su familia pueda visitarlo. Dijo que cuando esté en libertad, a los 45 años, no vivirá en Río Negro.

En 2020, cuando Claudio Kielmasz cumpla 45 años, volverá a estar en libertad. Es que ese año se agotará la prisión perpetua a la que fue condenado por ser partícipe necesario del primer triple crimen de Cipolletti. Tras casi dos décadas de estar tras las rejas, insiste en que él no mató a María Emilia González, su hermana Paula Micaela y su amiga Verónica Villar en 1997.

Kielmasz está desde el domingo en la Colonia Penal de Roca, a donde llegó desde la cárcel de Santa Rosa, en un viaje que según él había comenzado el jueves y tuvo escalas en Viedma y Rawson. El traslado es por 20 días y fue autorizado para que tenga contactos con su familia, que hasta anoche no se habían podido materializar.

“Soy consciente que le arruiné, de que le cagué la vida a mi familia y a la de las chicas. Pero yo no las violé ni las maté. A mi me condenaron por ser partícipe necesario, por haber prestado el arma con la que después las mataron, pero bueno ya está… Las familias de las chicas me acusan de no hablar, pero yo dije todo lo que sabía. Acá el problema es que la justicia no buscó al verdadero culpable. He pasado la mitad de mi vida preso por tres homicidios que no cometí, ya estoy cansado de que me caguen a palos en cada unidad a la que voy porque piensan que yo las violé y las maté”, le dijo a “Río Negro”.

El detenido, que ya ha pasado por las cárceles de Neuquén, Río Gallegos, Viedma y Santa Rosa, desde febrero de 2016 viene solicitando las salidas transitorias. Siempre le fueron denegadas ya que todos los informes le fueron desfavorables, salvo uno de la psicóloga que luego se jubiló.

“¿Qué voy a hacer cuando salga? Ya sé que nunca más voy a poder estar al lado de mi familia, no voy a poder vivir más en Río Negro, me voy a tener que ir a otro lado, por mi familia y también por respeto a las familias de las chicas. No les he pedido disculpas porque no he podido, soy consciente de que si yo no le hubiese prestado el arma a mi hermanastro, no las hubiesen matado. Ellos saben que yo no las maté. Contra ellos no puedo tener rencor porque a mi también me sirve que sigan investigando y encuentren al verdadero culpable. Es más, me saco el sombrero con ellos porque nunca se metieron con mis hijos, siempre dijeron que no hay que acusar a los chicos por lo que hizo su padre”, agregó el condenado.

Kielmasz sabe que está en el tramo final de su condena a 25 años, que será reducida porque una parte fue calculada con el antiguo sistema del “2×1”, pero dice que eso no le genera alivio. “Yo no la paso bien. Donde voy, me fajan. Muchos dijeron que yo no veo el daño que he hecho, pero sé muy bien lo que hice. No soy la misma persona que cuando me metieron preso, tenía 23 años. Sé que cometí un gran error y estoy pagando”, finalizó.

“Psicópata”

y manipulador

Los peritos que han examinado a Claudio Kielmasz lo han declarado un “psicópata” con ínfimas chances de recuperación, “manipulador” y con probabilidades de reincidencia. En 2015, el psiquiatra Ricardo Risso advirtió que Kielmasz “ha incorporado la experiencia de anteriores examinaciones periciales” y que por eso selecciona lo que va a mostrar de sus pensamientos y sentimientos. “No debe esperarse que deje de ser un psicópata”, concluyó.

En 2016, el juez Chirinos dijo que Kielmasz y su nueva psicóloga tratante del Servicio Penitenciario Federal no lograron “entablar un vínculo tratamental lo suficientemente sano como para lograr la continuidad del tratamiento”.

Aunque las Justicia nunca pudo esclarecer si existió un cómplice ni quién fue, Kielmasz fue condenado como “coautor de secuestro agravado y reagravado seguido de muerte”.


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